12. Una escapada

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Miro con pavor a donde él dice, y compruebo con horror que es verdad lo que afirma. Creo que ninguno de los dos se ha percatado del error. O igual, directamente, Claude tiene puesto su nombre en todos los tuppers que usa para llevar la comida.

—¿Ah, si? —me hago la sueca—. No me había fijado. Creo que antes Claude y yo nos hemos confundido de fiambrera. Me la había dejado en clase y he tenido que ir a por ella. Y como nos sentamos el uno junto al otro, él se ha debido de equivocar y coger mi comida, y yo, cuando he llegado, sólo estaba esa, así que no he sospechado nada —explico, no sin perder la oportunidad de pintar a Claude como el tonto y el malo.

—Sí, ha sido más o menos así. Pero creo que te falla la explicación en el punto que dices que he sido yo el primero en haber cogido la comida —añade Claude echándome a mí la culpa—. Has sido tú la primera en llegar y coger la comida del aula. Yo he entrado después de ti.

—Ah, sí, bueno, será como tú dices, señor panceta —asiento y le doy una patada por debajo de la mesa en la espinilla.

—Sí, ha sido así. Además como tenemos comidas tan similares, no me había dado cuenta —Claude me sigue la corriente, devolviéndome la patada—. De todas formas, a estas alturas da igual.

—No me habías dicho que cocinabas tan bien como yo, Claudio —digo con una sonrisa y le doy otra patada.

—No sé qué tenéis entre vosotros dos, pero no paráis de hacer cosas raras —Bryce nos mira con complicidad. Creo que se ha dado cuenta de que nos estamos moviendo demasiado bajo la mesa. Tantas patadas...

—¿Yo? ¿Cocinar como tú? Nunca —y me devuelve de nuevo la patada y me da un cachete en la pierna con la mano—. Yo cocina mil veces mejor que tú, eso está claro. Todos lo sabemos.

—Pues no diría lo mismo —le replico y le doy yo también un cachete—. No te habías dado cuenta de que esa era mi comida. Tan diferente no debo cocinar.

—Bah, da igual. Todos sabemos que es culpa tuya.

—¿Cómo que culpa mía? —exclamo—. Para ya de culparme por todo. A este paso yo también voy a ser la responsable de la extinción de los dinosaurios.

Seguimos discutiendo nosotros dos, mientras los demás crean su propia conversación.

—¿Os habéis fijado en lo insinuante que estaba el de gimnasia con Claude y Mia? —pregunta Byron de repente.

—¡Síiii! —exclama Akari comenzando a reírse—. Ha sido la mejor clase en años, lo que me he podido reír. Entre el numerito que han montado estos dos —nos señala a Claude y a mí—, y las indirectas que lanzaba el de gimnasia...

—Os lo habéis perdido, chicos. Merecía la pena verlo —asiente Byron.

Y a partir de ahí lo que ha pasado entre nosotros es el único tema del que hablamos, todos entre risas.

**********

Suena la campana para entrar de nuevo a clase. He estado con Kohaku y Akari hablando, y ahora que hay que volver a clase, les he dicho que se adelanten. Tengo intención de salir del instituto para ir a buscar piso. Sin que nadie me vea, salto el muro del instituto y me dirijo al centro de la ciudad.

Los profesores me van a coger manía ya desde el segundo día. Espero que no se percaten demasiado de mi ausencia.

***********

No tengo mucho éxito con la búsqueda. No me he decidido por ningún piso, ya que ninguno me convence. Los que son bonitos, son caros. Los adecuados sin ser caros, están a las afueras, y eso no me conviene.

Después de todo esto, vuelvo a casa de Claude y busco una ventana que parezca fácil y accesible. La encuentro, no ha sido difícil. Creía que sería más complicado. Recuerdo otras veces que no había ninguna ventana fácil de llegar y forzar. A veces tuve que estar una hora buscando un modo eficaz de entrar en una casa.

Abro la ventana con pericia, tantos años haciéndolo... No es algo que nos enseñaran en el Observatorio, pero en todos los cambios que tuve que hacer, aprendí que es muy útil. Al final consigo entrar por la ventana del baño del segundo piso. Para llegar a él he tenido que escalar ayudándome del tubo del desagüe. Una vez dentro, busco el lugar donde he debido dejarme esta mañana mi cartera. La encuentro rápidamente y salgo de nuevo por la ventana.

Después de recuperar mi cartera, voy a la zona de tiendas de la ciudad y me voy de compras. A por ropa interior (lo más importante, no quiero volver a tener que llevar las bragas de la madre de Claude, no es en absoluto agradable), y a por algún útil del día a día.

Luego, como me encuentro cansada, decido ir a tomarme un batido o algo, y ya de paso, a hacer la compra para que al menos Claude no tenga de qué quejarse, ya que me tendrá que alojar en su casa por un tiempo más.

Pero de repente veo que una persona me saluda a lo lejos con la mano, muy efusivamente, y después comienza a acercarse a mí ágilmente. Creo ver un cabello largo y rubio, muy claro.


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Siento que este capítulo sea tan corto, pero es que me ha parecido lo mejor para mantener un poco la emoción de la historia.

Espero que lo disfrutéis, y que continuéis esperando a la continuación.

Muchas gracias^^

Inazuma Eleven - Amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora