32. Confesión a uno de los pervertidos

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Después de un par de días, las cosas se calman un poco. Claude no ha vuelto a insistir y yo tampoco he mencionado el tema. Pasado mañana harán recuento de las peticiones de la apuesta, esa en la que Claude metió un papelito en mi urna y gracias al que mi vida se torció un poquito más de lo deseado. La verdad es que ya me da igual los resultados de esta apuesto. Sólo quiero olvidar todo y seguir con mi trabajo. Debo evitar empezar a sentir algo más por Claude que simple compañerismo. Los del Observatorio me lo dejaron bien claro. No caeré dos veces en el mismo error. Aprendí de ese encuentro y no quiero que se vuelva a repetir. Después de la apuesta, llega el turno de que nuestra clase vaya a la Isla de Re a entrenar para las competiciones.

Vuelvo del entrenamiento apagada, como últimamente. Claude ya casi no me habla y tampoco me pica como suele hacerlo. Nuestra relación ha caído en un punto nuevo. Ni si quiera es como los primeros días, que aunque no nos llevásemos bien, no parábamos de enfadarnos mutuamente, ni es tan "amigable" como había sido estos últimos días. Ahora, simplemente, me ignora, me parece. Bueno, aunque agradezco que estemos en este punto medio. Si no, me temo que no hubiese podido aguantar con la situación. Hoy vuelvo sola a casa, (hace tiempo que Claude me dejó una copia de las llaves de su casa), porque se ha ido con Byron, Bryce, Akari, Yuri y Kohaku a una cafetería a tomar algo. Me han invitado, pero he rechazado la invitación. Nadie ha añadido nada así que yo me he ido con pesadez.

Narra Claude:

No me gusta nada que Mia haya vuelto a casa sola, no sé qué puede sucederle en cualquier momento. Pero tampoco quiero presionarla ni agobiarla con mi presencia, así que la dejo ir.

Narra Mia:

En cuanto entro a casa, mi cuerpo se dirige solo a la sala de música y me siento al piano. Intento tocar la melodía que Claude y yo hemos creado, pero sin él no es lo mismo.

Narra Claude:

No aguanto mucho con los demás en la cafetería, estoy inquieto por Mia, así que vuelvo rápidamente a casa. En cuanto entro, oigo el piano, así que me dirijo a la sala de música. Veo a Mia tocando una melodía muy bonita, la conozco. De pequeño me gustaba mucho y tocaba una adaptación al violín. Cojo mi violín y la acompaño.

Narra Mia:

Noto que Claude llega y oigo que me acompaña al violín. En cuanto la canción termina, me levanto del piano, sin mirarlo me voy al salón y me paro frente a las grandes ventanas de allí mirando al cielo. Sin querer, he vuelto a comenzar a llorar. Últimamente estoy muy sensible.

Oigo unos pasos que se acercan y Claude me da la vuelta para que lo mire.

—Fueron unos hombres los que me atacaron —termino confesando, sin mirarlo a los ojos—. Esos hombres son del Observatorio, los que me han mandado aquí.

Me agacho y me pongo de cuclillas apoyando toda la planta del pie en el suelo. Me rodeo la cabeza con mis manos, y noto una mano más sobre mi cabeza.

—Te prometo que no te pasará nada más —me dice mientras me hace levantar.

Me quedo mirándolo a los ojos. Noto que me rodea con sus brazos y comienza a acercar su cara a la mía, pero de repente, se separa de mí, se frota la parte trasera de la cabeza y comienza a dar vueltas por el salón. Se acerca finalmente a mí y me abraza con cuidado.

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Al día siguiente tenemos gimnasia y el profesor nos dice que nos pongamos en nuestros grupos. Como somos impares, hay un grupo de tres personas, pero al profesor parece darle igual. Cómo no. Es nuestro profesor de gimnasia. Aquel que incitó una apuesta de ligue entre dos alumnos que se llevaban a muerte. Más que un profesor, yo lo veo como un cupido salido y descarado.

Inazuma Eleven - Amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora