4. Las primeras clases

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Vemos a Claude irse y los demás comienzan a estirar. Yo lo miro alejarse, y me encojo de hombros, intentando averiguar qué es lo que le pasa a ese chaval.

—Creo que va siendo hora de que vayamos a clase, ya nos hemos perdido bastantes clases, aparte de la ceremonia del comienzo de curso —comenta el chico rubio mientras estira un brazo por detrás de la cabeza—. No podemos aprovecharnos constantemente de la excusa del club.

—Sí, voy a cambiarme y ahora nos vemos —Bryce comienza a ir a los vestuarios—. Ah, por cierto, Mia. ¿Ya sabes en qué clase estás y todo? Si tienes algún problema, pregúntanos.

—Sí, creo que me he aclarado lo suficiente con las explicaciones del director. Estoy en la 3-F —le contesto con una sonrisa—, espero saber llegar.

—Uy, pero si esa es mi clase —comenta Byron posando una mano en mi hombro—. Pues si esperas a que me cambie, vamos juntos a clase. No quiero que de repente aparezcas perdida por los pasillos y me culpes de que no te he ayudado a llegar —me dice con un guiño.

Me hace reír su actitud, Byron parece muy majo. Parece que estoy va a ser mejor de lo que pensaba.

—Nosotros vamos yendo —dice Changsu señalando a unos jugadores—. Mia, ¿vendrás después de las clases? Así te decimos lo que decidimos entre todos.

—Sí, descuidad. Hoy no me voy sin saber qué decidís —los despido con la mano.

Espero a que Byron salga del vestuario y nos dirigimos juntos a clase. Comenzamos a hablar de mientras.

—Tengo una mala noticia, o al menos..., me parece que lo será para ti —me dice pícaramente. Alzo la mirada y lo miro interrogante—. Claude está en nuestra clase.

Lo miro con incredulidad y pongo cara de sorpresa. Qué amargura será tener que verlo a diario, suficiente era con aguantarlo en los entrenamientos, como para ahora compartir clase.

—Sí... sinceramente, es una mala noticia. Creo que no le he caído muy bien —respondo mirando mis zapatos mientras andamos.

—Jajaja, es verdad que al comienzo es así de desagradable. Tampoco se puede decir que a ti te haya caído muy bien —ríe con gracia pasando un mano por su pelo—. Pero con el tiempo verás que es muy bueno. No soy quién para decirlo, pero... vive prácticamente solo desde muy pequeño. Es muy independiente, siempre hace lo que le da la gana.

"Vaya, igual que yo", pienso. Cada vez tenemos más cosas en común, me estoy comenzando a preocupar.

Llegamos al aula, y vemos por el cristal al profesor en la pizarra y a los alumnos cada uno en su pupitre.

—¿Vas... a entrar? —le pregunto tragando saliva, al ver que va a tocar la puerta.

—Pues claro, ¿no querrás faltar, no?

—Esto... al menos espera a que el profesor termine la explicación —digo por poner una excusa. Odiaría que justo cuando entrásemos todos se me quedasen mirando por ser la nueva.

—Tranquila, que el de literatura nunca dice nada. Nuestro tutor es un buenazo —su sonrisa me deslumbra por un momento.

Byron toca la puerta y entramos en la clase. El profesor mira a Byron y no dice nada, pero en cuanto me ve a mí, dice:

—Hoy tenemos a una nueva alumna entre nosotros, se llama Mia, ¿verdad? —todos se giran para mirarme a mí, que soy la nueva. Mierda, justo lo que menos quería que sucediese, y sucede—. Y algo me dice que será una de las más castigadas del curso—dice con una sonrisa—. Anda, siéntate en algún lado, para que sigamos con las explicaciones.

Entramos en la clase, todos los pupitres están colocados en parejas y Byron se dirige a un asiento al lado de un chico.

—Este es mi lugar —me dice Byron al darse cuenta de que lo he seguido—, todos nos sentamos como el año pasado —. Mira en derredor la clase, parece encontrar un sitio libre y me lo señala—. Mira, ahí hay sitio.

Miro hacia donde él me dice. Es en la última fila.

—Está bien, me conformo —le digo sonriendo—. Gracias.

—Ah, sí, buena idea, Byron, que se siente con Claude —comenta el profesor—. Le ayudará bastante a ambos —y se vuelve a dar la vuelta para seguir escribiendo en la pizarra.

Al oír eso me quedo helada, me giro hacia él con los ojos como platos y dejo caer pesadamente mi bolsa.

—¿¿Qué?? ¿Que voy a tener que estar sentada junto a ese palurdo durante el resto del curso? Por dios —me llevo las manos a la cabeza—. Espero que la estupidez no sea contagiosa, me tendré que vacunar por si acaso.

—Anda, cállate de una vez y déjame en paz —se me hiela la sangre al oír su voz. Es Claude—. Que te quede claro que a mí tampoco me hace gracia tener que sentarme junto a ti, estaba mejor yo solo —veo que entra .

—Chicos, haced el favor de ocupar vuestros sitios, quiero continuar con la presentación. Y tú, Claude, dame una buena razón para que no te quedes esta tarde a limpiar la clase —dice el profesor poniendo orden en clase.

—Bien, quiere una explicación —se cruza de brazos, con aire imponente. Como he visto que siempre hace—. He estado en la enfermería, aquí tiene el justificante.

Claude se dirige al profesor y le da una nota. El profesor asiente, la clase continúa y el profesor sigue explicando. Dice que él será nuestro tutor durante el curso y que si necesitamos algo, que se lo pidamos a él. De mientras me voy a mi asiento, al lado de Claude. Me siento en la silla y suspiro, miro a Claude y lo veo todo espatarrado en la silla, sentado de cualquier manera.

—Que te quede claro que no me hace ninguna gracia que estés al lado mío.

—Puede que no te caiga bien, pero al menos no des por hecho que soy idiota y no he captado tus indirectas —le digo con una sonrisa irónica y forzada. Pedazo retrasado, que se siente normal de una puta vez. Me comienza a poner nerviosa.

—Pff... Espero que no me pidas que te pase ningún apunte ni nada. En todo caso que sea al revés.

—Sí, lo que tú digas, su creída majestad el princeso de los chamuscados —lo miro por encima del hombro intenta demostrar suficiencia—. Por cierto, ciérrate la bragueta —le advierto intentando contener la risa—. No sé qué habrás estado haciendo en la enfermería, pero espero que te hayas lavado antes de venir a contaminar mi aire y mi aura espiritual con tus manos.

—¿No estarás insinuando que... me he...? —intenta aparentar tranquilidad mientras se sube la cremallera—. Tranquila que no lo he hecho pensando en ti. Antes pensaría en Byron o en Changsu.

—Ni falta que me hace que piense alguien tan pervertido como tú en mí —miro hacia el frente y pongo cara de pasota—. No sabía que fueses gay, Claudio. Espero que pronto salgas del armario.

—Demasiado plana para mi gusto, muy flaca —hace gestos con las manos, imitando una silueta femenina.

—Cállate, tulipán en peligro de extinción —respondo herida en mi físico.

—Y no, no soy gay. Soy bisexual, para tu información —añade irónicamente.

—Vaaaaya, qué lastima —le digo mientras dibujo círculos con el lápiz en la mesa—. Yo ayer mismo me declaré lesbiana. Una pena no poder disfrutar de tus servicios. Me hubiese encantado.

Cada vez nuestra conversación se sube más de tono, y empezamos a gritarnos el uno al otro hasta que el profesor nos llama la atención y toda la clase se nos queda mirando. En parte, por lo comentarios como: "la mía mide más, y eso sin tener", por mi parte y, "mi culo es más irresistible y pomposo que tú, tabla de planchar", por él. La verdad es que sus comentarios no me duelen, no tienen mucho efecto sobre mí. Byron nos mira desesperado y se da con la mano en la frente. Veo que suspira, y con razón.

Al final, Claude y yo nos hemos quedado castigados por la tarde a limpiar la clase. Por desgracia sólo llegaremos al final del entrenamiento de fútbol. Maldito Claude.

Inazuma Eleven - Amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora