9. Una carrera de relevos

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En la clase de gimnasia el profesor nos dice que haremos relevos en grupos de cuatro. Cada alumno se coloca con sus amigos, todos hacen rápidamente los grupos, y yo me quedo con las sobras de la clase. Bueno, en realidad no. Byron me dice que me ponga en su grupo. Pero, obviamente, eso incluye estar con él y con Claude, desgraciadamente. Nuestro cuarto miembro es Akari. En el grupo de chicas que estaba Kohaku no había sitio para ella, así que se ha resignado a nuestro grupo de las sobras humanas de la clase.

Intentamos ponernos de acuerdo en lo máximo posible sobre el orden de correr para hacer una buena estrategia. Decidimos que comience Akari, ya que admite que aunque tenga mucho resistencia y aguante para estar mucho tiempo corriendo, no rápida. Después Claude, que alega que no ha dormido bien y que no quiere hacer mucho. Me pregunto si seré yo una de las culpables de que no haya dormido bien. Luego yo, que me da igual el orden. Y finalmente Byron, que dice que está animado y que va a hacer un gran sprint.

El primero de cada grupo se pone en la línea de salida.

La carrera comienza y vemos salir a Akari de la salida. Mientras la veo correr, pienso en los problemas que tengo que solucionar.

El piso, conseguir dinero, ropa, utensilios de higiene del día a día... No es é sta la primera vez que los del Observatorio me han mandado a hacer cambios, ni tampoco creo que sea la última. Pero se han pasado con eso de no disponer ni un sitio para dormir ni nada. Sí es verdad que otras veces he tenido que estar en sitios rurales y bosques, y ya estoy acostumbrada. ¡Pero estamos en una ciudad!

Veo que Claude coge el testigo y comienza a correr la vuelta. Veo que se acerca a mí a mucha velocidad. Realmente es muy veloz. Nunca lo había visto correr de esta manera, sólo lo he visto una vez jugar al fútbol, y usó el juego aéreo.

Mientras se acerca a mí corriendo, veo que le lanza miradas terroríficas a los de al lado. No está dispuesto a perder... Igual que yo y la revolución del Observatorio. Qué recuerdos. Fue hace tan poco... Estuvimos tan cerca...

Y como estoy en mi mundo, no me doy cuenta de que me toca coger el testigo. En un auto-reflejo, al ver a Claude acercarse a mí a una gran velocidad, me entra un sensación rara de sentirme perseguida, así que comienzo a correr, sin esperar a que me pase el testigo. Claude, al verme reaccionar así comienza a acercarse a mí cada vez a más velocidad y comienza a gritarme:

—¡¡¡TÚUUUU!!! ¡¡¡MIAAAAA!!! ¡¡¡Desgraciada!!! ¡¡¡Pero que tienes que coger el testigo!!! —me grita resoplando mientras me persigue.

Pero yo hago oídos sordos y sigo corriendo, él también sigue corriendo, persiguiéndome para que coja el testigo, y como sigue detrás de mí, corriendo, mis piernas cada vez corren más y más.

—¡¡¡Pero déjame en paz, Claude!!! ¡¡No me sigas, perturbado!! —le grito—. ¡¡No te pongas como ayer que intentaste lanzarte a mi yugular!!

Al final me doy cuenta de que hemos dado la vuelta corriendo, gracias a ver a Byron en su puesto, y que esto es una carrera de relevos; así que vuelvo sobre mis pasos corriendo a donde está Claude (no muy lejos de mí), le cojo el testigo y se lo paso a Byron corriendo.

Veo a todo el mundo reírse de lo que hemos hecho y seguidamente deseo que la tierra me trague.

Cuando Claude y yo llegamos y nos sentamos en el suelo para descansar, después de que Byron haya salido, Claude me da un golpe en la cabeza.

—¡Idiota! Por tu culpa he tenido que correr dos vueltas —y vuelve a darme otro golpe—. Esta noche no cenas. Estás castigada. Y recuerda tus servicios de sirvienta personal.

—Sí, bwana (nota de autora: amo o señor). Lo que usted diga bwana —me toco el lugar donde me ha golpeado, duele—. Auch, podrías haberte ahorrado eso. Ya te he dicho tres veces que lo siento.

Claude se gira hacia mí y enarca una ceja.

—¿Tres veces, dices? No me lo has dicho ni media.

—Claude tiene razón, no te has disculpado aún —Akari comienza a reírse de nuevo indiscretamente y contagia a los demás compañeros la risa—. Pero ha sido muy divertido, como para grabarlo. Era muy gracioso, ahí los dos corriendo, parecía que huías de Claude, jajaja.

Me encojo de hombros y me hundo un poco sobre mí misma de la vergüenza.

—Lo siento, Claude. Es que estaba pensando, y cuando te he visto, mi cuerpo ha reaccionado solo. Al menos admite que ha sido divertido, después de todo —le digo con un guiño.

—Pff... Gracioso para ti, que sólo has corrido una vez —y como siempre hace, pone sus manos en su cabeza y se aleja dignamente—. Y es tan agradable saber que alguien huye de ti...

—Ya te he dicho que luego te compensaría por todo tu valioso y caro tiempo —le replico.

—Que así sea —responde.

—¿Recompensar? ¿De qué habláis chicos? —se une Byron.

Inazuma Eleven - Amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora