39. No basta con sentirlo

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—Yo en tu lugar tendría tanta vergüenza por lo que ha pasado que no me atrevería a aparecer por aquí ni a acercarme a Claude ni a mí —le digo cortantemente.

—Lo sé, Mia —responde Byron con cara de afligido y se sienta a mi lado en la silla—. Y de verdad que lo siento mucho.

Me levanto de la silla de la sala de espera para evitar estar cerca de él y me acerco a la venta. Noto que se me humedecen los ojos.

—No basta con sentirlo, Byron. No basta con eso —derramo unas lágrimas, después de la tensión que he pasado en tan poco tiempo. Pensaba que todo iba a terminar, que moriría, y que lo último que pensaría iba a ser que Claude y Byron eran idiotas—. Creía que eras diferente, ¿sabes? Pero veo que no. Eres un jodido egoísta. Tus actos hablan por ti.

—Entiendo que me odies, Mia. Y tienes razón —baja la mirada y se centra en retorcerse las manos para ocultar su nerviosismo—. Nunca debería de haberte empujado —se levanta y se acerca a mí con la cabeza gacha.

—Lo más repugnante de ti son tus palabras —le espeto cruzándome de brazos—. Lo que no deberías de haber hecho era haberte entrometido. ¿Tanto te molestaba vernos a mí y a Claude juntos? ¿En serio tenías que separarnos?

Se apoya en la ventana junto a mí y suspira echándose su melena a la espalda..

—¿Nunca has estado enamorada, Mia? Es una sensación extraña. Quieres hacer lo que sea por estar con quien tú en realidad quieres... y te duele en lo más profundo ver a esa persona con otra que no seas tú.

Le corto mientras habla poniéndole delante de él una mano.

—¿Crees que no lo sé? —suspiro y me vuelvo a sentar en una de las sillas que hay—. No tienes ni idea, Byron. Es mejor que no hables, de verdad. Mantente callado y lo más alejado posible de Claude. No quiero que se produzca de nuevo un accidente como el de esta vez.

—Al menos me dejarás entrar a verlo ahora, ¿no? —me pregunta con voz de súplica.

Lo miro de reojo.

—No sé qué te hace pensar eso —le espeto con furia.

—Pues que en realidad no eres más que un cacho pan —responde con una sonrisa bobalicona mientras coge un mechón que se me ha salido de la coleta.

—No tienes ningún derecho en estos momentos a entrar ahí.

De repente, la puerta de la consulta médica se abre. Byron suelta rápidamente el mechón que había cogido y se acerca a la puerta de la consulta. Yo lo sigo y entramos juntos, para ver a Claude.

—Hola, chicos —nos saluda el doctor mientras termina de escribir algo en una agenda grande—. Ya veo que venís a ver qué tal está vuestro amigo, ¿eh? Estará muy contento por teneros a ambos.

—Sí, sobre todo a este rubio —comento con sorna mientras me acerco a la camilla donde Claude está tumbado. Miro al doctor y en cuanto me fijo en él doy un bote donde estoy por el susto y me quedo de piedra. No puede ser, es Ceres. ¿Qué hace él aquí? ¿A él también lo han enviado ahora? Aun así, no digo nada y continúo acercándome a Claude, mientras Byron me sigue.

Tiene varias heridas en la frente y un ojo morado, también tiene marcas de varios golpes y heridas en los brazos y piernas; pero, por lo demás, no parece muy grave.

—Bueno —suspiro con alivio—, pues parece que está bien bastante bien, al fin y al cabo. No es tan grave como yo creía. 

—Tiene un par de costillas rotas —explica el doctor levantándose de la silla y colocándose a mi lado—, una mano rota y un pie esguinzado. No sé si te parece suficiente, Mia.

Me quedo de piedra al oír eso. No me podía creer que la pelea entre Byron y él hubiese llegado tan lejos. Me siento con tranquilidad en la camilla junto a Claude y le acaricio el pelo.

—Y eso todo... ¿se lo has hecho tú, Byron? —le pregunto sin dirigirle la mirada. Noto que se tensa.

—Bueno, todo no... —responde él llevándose la mano a la cabeza—. El esguince del pie se lo hizo él mismo al tropezar en la pelea, y hay algunas heridas que se las hizo al caer... —intenta justificarse.

—¿Vas a intentar justificarte aun en estas condiciones?

No responde, así que le pido que se vaya para dejarnos a solas. Byron suspira, pero asiente. Sé que no es un idiota, y sabe que lo mejor en estos momentos es desaparecer cuanto antes, para no empeorar la situación. En cuanto se va le pregunto a Ceres qué hace aquí.

—Me han enviado los del Observatorio —responde evitando mi mirada—. Te juro que no ha sido cosa mía, quieren que te vigile en tu misión. No te van a prohibir estar con Claude, pero no quieren que te desconcentres de la misión, ¿de acuerdo? Además, si tienes cualquier problema más, como lo que ha hecho ese chaval, me tendrás a mí.

—Muchas gracias, Ceres —le sonrío ampliamente—. Siempre piensas en mí —dirijo la mirada a Claude. Veo que tiene la frente brillante de sudor y que frunce el ceño, como si tuviese una pesadilla.

—Bueno, creo que mejor te dejo con él. Necesita recuperarse, y qué menos que disfrutar de tu compañía —se dirige a la puerta mientras se encoge de hombros.

—Gracias, Ceres. Siempre estás ahí para mí.

Se va de la habitación y me deja a solas con Claude. Me tumbo junto a él, y estando apoyada en un codo, le acaricio el pelo y le canto al oído nuestra melodía. Se le relaja el rostro y le doy un suave beso.


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Holaaa^^

Siento mucho haber tardado tanto en publicar. No me encontraba con ganas, entre el comienzo del curso, y que he cogido catarro por desgracia...

Espero que os guste, y muchas gracias por leer la historiaaa ;))

Inazuma Eleven - Amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora