Los gritos de placer se escuchaban por toda la casa, los sirvientes incluidos Beatriz recibieron órdenes estrictas de retirarse de la mansión y solo permanecía la seguridad a los alrededores.
Jean gemía y gemía al compás de las embestidas de Sebastián, se sentía en las nubes. El mayor sostenía al omega de las caderas en una posición de cuatro mientras penetraba con ímpetu y el sonido del roce entre sus cuerpos resonaba al unísono con los gritos de placer. Jean se estremecía debajo del azabache, apretaba las sábanas, mordía sus labios y trataba de mantener su fruición dentro de su boca y de sí mismo pero no podía.
— ¡Ah! —vocifero Sebastián—, maldición estas... ¡Ah! Jean di mi nombre, hazlo gime—. El mayor embistió más fuerte.
— ¡Ah... ah! —Respondía Jean a sus peticiones—. Sebastián esto es... increíble, ¡ah! —El alfa dejó la entrada dilatada de Jean por un momento notando una mueca de disgusto en el menor, pero no importaba ya le daría de probar su falo nuevamente, lo volteo para poder admirar sus hermosas expresiones con cada nueva embestida.
Es verdad que Jean estaba muy nervioso al principio, las luces se apagaron y solo sentía las enormes manos del azabache por su cuerpo explorando, adentrando su gran miembro con la mayor de las delicadezas. Le daba pavor experimentar todo eso por primera vez con una persona que no conoce del todo y que lo ha comprado cual mercancía, pero su celo habia opacado todo eso con corrientes placenteras en cada vaivén de la cadera del mayor y a cada beso que se daban. Parecía que se conocían de toda la vida, como si se pudieran hablar con el pensamiento o... con el cuerpo.
El clímax estaba cerca y Sebastián no iba perder la oportunidad de marcar el lindo cuello del omega, sus dientes ya picaban y sus manos no dejaban de recorrer el torso desnudo del menor.
Levantó sus piernas en un intento de "gran v" para penetrarlo con más fuerza.
—Sebastián, se siente mejor justo ahí —dijo el menor demasiado perdido.
—Eres un omega pervertido y pensar que esta —se interrumpió con su mismo gemido—, es tu primera vez.
Cambiaron de posición otra vez, ahora Jean estaba completamente boca abajo extendido, el pelinegro tomó una almohada y la metió debajo de su cadera para levantar un poco su entrada y que no sintiera tanto dolor. Todo era muy nuevo.
Sebastián embistió de nuevo, apoyándose sobre la espalda del menor y acariciando el dorso más lindo que alguna vez haya visto, la piel tan suave y los sonidos que soltaba la boca de ese omega era la melodía del siglo para él, quien daba vaivenes fuertes y seguidos, le haría ver las estrellas en un clímax majestuoso. Era un alfa con mucha experiencia en el sexo cabe decir y si tenía que hacer sentir al omega debajo suyo los mejor de los deleites carnales lo haría.
Se había propuesto darle el mejor coito en su primera vez, enseñarle lo bueno que puede ser el sexo y lo bien que lo pasaría en todos y cada uno de sus celos para que el castaño se diera cuenta de los beneficios que conseguiría si se quedaba con él de a buenas, pero ni él daba crédito a la gentileza que estaba teniendo con ese chico. En otras ocasiones habría follado sin parar como conejo en celo de primavera y habría importado poco el disfrute del pasivo, ahora rogaba porque le gustando a su compañero de cama.
— ¡ah! Voy... voy... siento que —el pelinegro coloco su dedo pulgar en la cabeza de su miembro, no pudo llegar al tan ansiado clímax—. ¿Qué haces? ¡Déjame! —Exclamó Jean extrañado por aquel acto—. Necesito esto...
Ni él sabía que necesitaba, todo lo que conocía del sexo lo había escuchado o visto en algún video porno pero no más, quizás una que otra masturbación.
Las manos del alfa se apoyaron en el dorso del castaño, estaba a punto de llegar, penetro más y más fuerte, el sonido de sus caderas golpeando era más audible, los ojos de Jean se tornaron blancos ya no cabía en sí mismo. Hundía su rostro en la almohada para dejar de gritar como un loco. Era demasiado placer, moriría de no llegar al clímax nuevamente.
Entonces como regalo de la vida Sebastián puso algo de fuerza rodeando su cuello con su brazo atrayendo el cuerpo tensado del menor sin salir de él, ahora ambos estaban arrodillados, la espalda de Jean pegada al torso desnudo y marcado de su alfa, porque si, a partir de ahora sería su omega y él su alfa.
—Prepárate para el mejor primer clímax de tu vida —dijo y embistió—. Te voy a marcar —embistió—, y todos sabrán que eres mío —volvió a embestir más rápido—, pequeño y lindo omega
— ¡Ah! ¡Hazlo! —vocifero. No pensaba bien, si, se encontraba en celo. No solo podía marcarlo sino también embarazarlo.
Sebastián tomó la hombría del castaño con su enorme mano, subía y bajaba, subía y bajaba más rápido como si su vida dependiera de ello. Esa fue la gota que derramó el vaso, el chico de ojos verdes explotó con un fuerte alarido ensuciando las sábanas y Sebastián al sentir las paredes del menor contraerse no pudo evitarlo y se corrió en el interior del omega también apretando su cuerpo con el brazo posado a su alrededor, mordió el cuello del omega quien aún tenía espasmos del reciente orgasmo pero aun así salto un suspiro y llevo sus manos a la cabellera oscura del mayor acariciando está y dándole el mayor espacio posible a su cuello—una mordida no consentida es muy dolorosa para los omegas pero una llena de sentimientos mutuos puede ser hasta un segundo orgasmo—, el alfa lamio la nueva y fresca mordida provocada para que curará más rápido. En ese pequeño momento Jean noto algo en su nalgas...más bien dentro de ellas, se había formado el famoso nudo, se asustó he intento removerse para quitarlo, había oído que ese nudo era el causante de cachorros.
— ¡No! —exclamó Sebastián— No te muevas, nos lastimaras a los dos —detuvo la inquietud del castaño y con cuidado lo recostó sin salir del él—. Cuando esto pase no debes intentar deshacerlo a la fuerza, puede ser malo para ambos, pronto bajara y podré salir de ti, solo relájate.
—Pero —el menor dudó—, me voy... es decir yo... —no formulaba su frase de forma coherente—. ¿Quedare embarazado? —preocupado el celo se despejó después del orgasmo y ahora ¿bebés? No, no podía tener bebes tan pronto.
—tranquilízate, como te dije esto va a pasar y todo estará bien, tu celo aún no ha terminado ¿vale? —lanzo una mirada provocativa parecía no entender el miedo de Jean.
— ¿Qué? —el alfa intento besarlo pero Jean lo evito—. Tengo miedo, me deje llevar por las hormonas, no sé qué va pasar ahora, dime ¿tendré... tendremos bebes? —se corrigió sentía que debía tomar en cuenta al pelinegro.
—Bueno por eso no te preocupes ahora —hablo el mayor con aire despreocupado—. Existen pastillas para evitar el embarazo en caso de que no te ciudades en el momento —dijo y los ojos del menor se abrieron lentamente.
— ¿Entonces no hay problema? —Inquirió y Sebastián negó—, siento que me arrepentiré después —confesó mientras se removía quitando el miembro de Sebastián de su interior, el nudo ya se había deshecho—. Señor Sebastián yo no sé que estoy haciendo... Tú, tú me compraste y yo... —Estaba nervioso.
—Jean sé que te —se interrumpió y subió su mirada azabache a la verde de su omega—, compre —farfullo—, pero lo que sentí ahora contigo es algo que no sentí con otros omegas. No te voy a lastimar confía en mi cómo te dije puedo ser mejor que aquellos alfas de la subasta.
— ¡Tú también estabas en esa subasta, no sigas <<como aquellos alfas>>! —Exclamó al instante—. ¡T-tú me compraste, a mí, esto es lo que querías, tenerme en tu cama aprovechando del primer celo que tuviera para tomarme! —el ambiente se estaba poniendo tenso. El castaño se levantó de golpe de la cama cubriéndose con una de las sábanas—. ¿Ahora que pasara conmigo? te aburrirás de mí y también me venderás y se me embarazo me abandonaras con todo y cachorro yo...
— ¡Jean ya basta! —Rugió Sebastián—. Te traeré supresores, las hormonas te están afectando —el mayor no tenía tiempo de lidiar con un chico bipolar. Primero gemía como si no hubiera un mañana y ahora reclamaba, es que está loco pensaba.
Salió del cuarto apresurado dejando a Jean con las palabras en la boca.
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UN OMEGA ESPECIAL
Historia CortaJean huyó de su casa cuando su padre intentó prostituirlo, lamentablemente cayó en manos de traficantes quienes no dudaron en ofrecerlo como mercancía fresca. Jean terminó expuesto en una subasta donde es encontrado por Sebastián, un alfa adinerado...