Confía En Mí

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Necesitan ayuda.

Quién sea por favor que venga a ayudar. El menor solo tenía una semana y media de embarazo, no había podido sentir las primeras náuseas o los antojos de su bebé y ya lo había a perdido.

Sebastián se había callado hace rato, se quedó ronco de tanto gritar por que Alex reaccionara y no obtuvo respuesta el otro alfa solo permanecían petrificado. Miraba a Jean morir. Pronto terminaría, pero ¿Qué más perdería? Perdió un hijo y ahora también perderá a Jean. La vida no podía ser tan cruel.

Varios minutos después, y de la manera que menos hubiera pensado llegó su salvación.

—¡Salgan todos!—se escuchó—¡No puede ser la policía!—eran los compradores que Alex había invitado para la compra de Jean y Sebastián.

Alex reaccionó por fin.

Volteo asustado ¿la policía habían dicho? Nadie venía a su casa por que no conocían su ubicación, entonces era imposible y tenía razón nadie la  conocía así que no era la policia era algo mucho peor.

Era Diego. (amigo de Sebastián por si no lo recuerdan :v)

Diego no se quedaría de brazos cruzados sabiendo que su mejor amigo estaba en problemas; por eso, cuando no encontró a Sebastián en su casa, en el trabajo o en el frecuente bar se dio a la tarea de buscarlo y Diego busca hasta por debajo de las piedras. Además no estaba solo, había llevado consigo a varios hombres armados dispuestos a pelear si se les ordenaba. Terminaría con aquel que se atrevió a secuestrar a su compañero de copas antiguo.

—¿Escuchaste Alex? Es la policía—intentar persuadirlo todavía podía funcionar—apresurate y vete.

—No lo haré. —No escuchaba razones.

—mph~—Jean estaba despertando—S-Sebastián... Ayudame—pidio el menor su voz era dolida.

—Estoy aquí cariño, no voy a dejarte... Te amo—declaró.

El otro alfa rubio se hallaba solo como espectador. Sabía que era su culpa y no se lo perdonaría. Jacob podría estar igual y él no lo sabe—Yo... Yo lo siento—dijo Alex—Jean perdoname—se agacho rápido hasta el omega y lo tomo en brazos—vas a salir de aquí. Estarás bien te lo prometo.— lo apretó sobre su pecho, estaba sollozando.

—¡Alto ahí!—Diego, Alex había dejado la puerta abierta—¡Sebastián! Hey aquí necesito ayuda—hizo señas con las manos y algunos hombres se acercaron a ayudar, con una llave maestra liberaron a Sebastián.—Oye tú, aléjate de él—apuntó al otro alfa rubio.

El azabache por su parte una vez liberado pidió con la mirada que no le apuntará, un esta bien, salió de entre sus labios más fue él quien se aproximó tomando a Jean de los brazos de Alex, este no se opuso.

Alex se largo a llorar cubrió su rostro y lloró.

Lloró y lloró parecía que nunca antes había llorado así. Daba hasta pena a los que estaban observando la escena.

—en verdad lo lamento. Por favor perdónenme, lo siento Jean.

Jean escucho y con las pocas fuerzas que aún tenia dijo—Y-yo también—hizo muecas de dolor y arrugó su ropa con la mano, se notaba el dolor que sentía— lo siento Alex—su alfa lo cargaba en brazos pero en leves movimientos dolía mucho.

Salieron del lugar dejando atrás a Alex, los hombres de Diego se encargarían de él.

.

La casa era muy grande así que con ayuda de su amigo estaban camino a la salida. Todo parecía ir bien hasta que alguien grito.—¡Fuego! —entonces se escucharon disparos desde donde se había quedado Alex. Maldición, pensó Sebastián.

—¿Qué está pasando Diego? —él no respondió le entregó un arma al azabache la cual coloco dentro de su pantalón en un costado y se fue en dirección a los disparos.—Diablos ¿cómo se supone que vamos a salir de aquí?—en medio de sus pensamientos escucho otros lamentos, no eran del Jean en sus brazos. Venía de otro lado, venía de uno de los cuartos. Jean se removió y habló.

—S-sebastián, por favor debes entrar ahí.—señalo uno de los cuartos próximos—ayudalos, ayudalos por favor.

Entonces entendió, Jean estaba mirando dentro del cuarto, donde no había solo una persona, sino varias, muchas personas encerradas igual que ellos hace unos minutos, con cadenas y otras desamayadas o muertas.

¿Qué debía hacer? Jean estaba muy débil, el lugar se está incendiando y ahora hay personas que necesitan más de su ayuda por que los hombres de Diego no están cerca y el fuego se empieza a sentir a lo lejos.

La situación solo está empeorando.

...

Alex se había vuelto loco por completo. Cuando ya parecía calmado todo cambió, Alex atacó a los hombres que lo escoltaban, los mato y poco faltó para matar a Diego quien había llegado para ver que pasaba.

—No hagas esto—ahora Alex se encontraba encima del otro alfa con el arma muy cerca de su rostro.

—¿Acaso crees que voy a dejarte libre cuando se que vas a matarme?

—Puedo ayudarte, si me matas no volverás a ver a Jacob— esas palabras dejaron al rubio entre sorprendido y enojado así que apretó más su agarre —agh así es, y-yo lo tengo—el aire se acababa, Alex apretaba mucho.

—Maldito ¡¿Cómo sabes de el?! ¡¿Dónde esta?! ¡¡¡Voy a matarme si le haces algo!!!—Diego logró su propósito, toco un punto sensible en su oponente, su omega, aprovecho y empujó su cuerpo haciendo que suelte su arma.

—Ya basta, dejemos esto—pateo el arma lo más lejos posible parándose en frente— si quieres ver a Jacob otra vez harás lo que yo diga.

...

—Jean tu estas muy mal debemos irnos cuanto antes—dijo Sebastián pero el omega en sus brazos se removió inquietó—por favor, sé que quieres ayudarlos.

Habían entrado a la habitación de donde provenían los lamentos, dentro habían muchas personas, betas, omegas y algunos alfas pequeños que lloraban aferrados a sus madres.

—T-toda esta gente ¿por que están aquí?—Jean apenas hablaba.

—Alex es traficante, él los vende. Por favor te prometo que mandare a otros hombres por ellos. Vámonos—por más que Sebastián rogara Jean no haría caso.

—No podemos Sebastián—el nombrado lo acostó en el suelo su peso era considerable y el alfa estaba muy débil también, llevó muchos dias sin comer ni beber —No podría vivir sabiendo que no los ayude.—cruzaron miradas—Morirán si no los ayudam-

—¡¡¡Pero tu también puedes morir —interrumpió—Jean no voy a permitirlo nos iremos de aquí!!!—hizo el intento de volver a cargarlo pero el menor se resistió. Puede que le esté doliendo como el infierno, puede que termine por desangrarse ahí mismo, pero Jean no va desistir. Así tenga que hacerlo solo.

— No voy a irme.

Sebastián apretó los puños contra el suelo, el calor se sentía más cerca, el tiempo se acaba. No tiene opción.

—Sebastián... Confía en mi.

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