Sweet Dreams ✿Yoonmin, omegaverse

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Sweet Dreams es un lugar en donde los niños podían desenvolverse completamente, descubrir y explorar sus interiores, la mayoría de las veces dando a conocer si serían alfas, omegas o betas.

Por ello, todos los cuidadores y limpiadoras eran omegas, ya que a veces el imponente olor de un alfa podía asustarlos o aturdirlos, en especial cuando no eran de confianza. Hasta el vigilante era beta.

Y ahora que un alfa estaba en la entrada del jardín de niños, los pequeños del salón cercano querían ver quién era aquel que olía de esa forma, era como los bosques donde iban a corretear con sus padres y sus lobos, también un ligero olor a té verde, como el que sus madres deseaban beber por el frío.

―Hyung ¿Por qué huele así? ―preguntó el pequeño Chan mientras entregaba su página recién coloreada, donde una tortuga azul relucía.

― ¿Cómo, mi cielo? ―olfateó el aire y un ligero olor a bosque y té verde llegó a su nariz, aturdiendo sus sentidos.

Alfa, alfa, alfa.

Ignoró a su lobo, quien estaba saltando y rasguñando en su interior por seguir ese delicioso olor. Se extrañó al sentir ese aroma de la nada, antes no había sentido aquello y por lo que su nariz sentía, el olor no estaba tan lejos.

Se levantó del asiento y comenzó a olfatear a todos los niños, por si alguno de ellos traía el olor de sus padres en ellos. Vainilla, menta, algodón de azúcar... eran olores muy suaves que detonaban que no eran propios, así que le llamó a Suran para que viera a los niños mientras inspeccionaba aquel olor.

―Noona ¿Sientes ese olor? ―Suran comenzó a olisquear el aire y abrió los ojos al sentir aquel aroma, detonaba un olor a alfa.

―Sí ¿Irás a ver de dónde proviene? ―Jimin asintió y caminó hacia la repisa de los libros, sacando el cuento de Caperucita Roja.

―Muy bien niños, me iré un momento y Suran noona se quedará con ustedes―los niños prestaron atención, al menos la mayoría, otros prefirieron seguir coloreando, después les preguntarían a sus amigos―Si se portan bien, les leeré el cuento ¿Les parece?

Como que si les hubiesen ofrecido el mayor premio del universo, los niños se sentaron correctamente y siguieron con sus tareas, los que ya habían terminado comenzaron a jugar con arcilla moldeable de colores, haciendo gusanitos y animales deformes.

Jimin sonrió cuando los pequeños le obedecieron, dejando el libro en su escritorio por el momento.

Salió del salón y comenzó a seguir el olor, se extrañó cuando su olfato le guió hacia ese chico que se había perdido, quien ahora estaba parado en la puerta.

Pensé que era un beta, no sentí su aroma antes.

Luego pensó en que probablemente usaba inhibidores, ya que él mismo los usaba por el fin de su celo.

Se acercó un poco más y su lobo aullaba por salir, quería lanzarse sobre el chico y olfatearlo más de cerca. Frunció el ceño, pero su mueca cambió a una sonrisa cuando vio detrás de él a Namjoon, ese alfa que había conocido hace muchos años ya.

― ¡Namie hyung! ―Jimin corrió hacia el moreno y le abrazó por el torso, sonriendo cuando sitió su cabello ser alborotado.

―Jiminie ¿Dónde quedaron las galletas recién horneadas?―preguntó, refiriéndose a su aroma, el cual no se sentía por los inhibidores.

―Acabo de terminar mi celo y cuando vengo con el olor muy fuerte los niños se ponen muy inquietos―respondió al separarse del abrazo― ¿Cómo está Jin hyung? ―cambió el tema, viendo cómo el chico pálido olfateaba el aire disimuladamente.