¿Cuál es tu nombre?

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Narra escritora

Habían pasado tres días desde que Gon había llevado a una muchacha albina a su casa. Cada una hora cambiaban los paños mojados por unos nuevos para que la fiebre bajase. Se turnaban ya que se debía mantener el orden en la tienda. Pero obviamente, Gon solo podía cambiar los paños que  estaban en la frente y los brazos, ya que su tía le decía que las otras zonas solo las podía ver su abuela y ella.  Algo que para el inocente de Gon, no comprendía.

Con el tiempo la fiebre disminuyó una gran cantidad, gracias a los cuidados y los remedios que compraron para esta ocasión. Gon estaba feliz para poder al fin ver si la albina despertaba, lo cual sucedió en la tarde cuando el sol empezaba a ocultarse.

-Mmmm...

- ¡Oh! ¡Está despertando! ¡Mito-san! ¡Abe-san! ¡Está despertando! - el chiquillo salió literalmente corriendo a toda velocidad de la habitación causando un estruendo por donde pasaba.

-Gon cálmate, cálmate. -decía Mito-san la cual era arrastrada por el suelo.

- ¡Es que ya despertó Mito-san! ¡Mira! - apuntó con el índice donde se hallaba la muchacha. 

Sin más, la albina se encontraba apoyada en el respaldo de la cama, pero con los ojos extrañamente cerrados. A sus adentros, la chiquilla pensaba que era mejor no mirar lo que estaba pasando. Estaba insegura y desconfiada de todo y cada una de las personas que estaban en el mismo lugar que ella. Incluso cuando tomo conciencia de sí misma, y buscó en su memoria en donde estaba, como había llegado a ese lugar, quien era en realidad, etc, etc... La dejó mas asustada de lo normal.

No recordaba su pasado.

-Hola. -Una voz suave se escuchó al lado derecho de la albina. -Mi nombre es Mito-san. ¿Cómo te llamas?

La muchacha seguía con los ojos cerrados, no hizo ningún gesto visible. Estaba seria aunque con un temblor casi no perceptible. Eso sí, supo de inmediato que la persona que acababa de hablar se dirigía a ella específicamente. La voz era dulce y calmada, algo que  causo en ella un estado de confort y serenidad. Lo que al fin y al cabo, causo que ese leve temblor en su cuerpo cesara y se relajara, haciendo que un hilo de voz saliera de su boca.

-Eeeh...

-Tranquila, si no quieres decirme tu nombre es normal. No nos conoces. -dijo calmada la mujer.

-L-lo siento no es eso. - dijo nerviosa la chica. -  Es... es solo que... no estoy segura si es mi nombre lo que se me viene a la cabeza. -dijo tímidamente la albina bajando la cabeza.

- ¿No estás segura de que sea tu nombre? - dijo esta vez la voz proveniente de un niño.

La chiquilla se sobresalto por la otra voz. Se le había olvidado que había otras personas más con la que estaba entablando una conversación. Negó dejando a todos los presentes en la habitación sorprendidos por su respuesta.

-Pero bueno muchachita, dinos la palabra que se te viene en la mente y puede que nosotros te confirmemos si es tu nombre. -dijo esta vez la anciana amablemente con un tono de preocupación.

-Bueno, creo que es algo como... ¿Kumi? Y también se me viene... ¿Kuroshiro? -doblo su cabeza a un costado y se colocó una mano en la barbilla mientras la masajeaba suavemente.

-Mmm... Kumi y Kuroshiro. Ese debe ser tu nombre niña. Sí, definitivamente. -dijo la anciana en un tono alegre.

- ¡¿Es así cómo te llamas?! -dijo emocionado el chico. - ¡Tienes un bonito nombre! Tiene todo el sentido.

- ¿Eh? ¿Por qué? - dijo extrañada la joven.

-Pues porque eres muy bella niña. ¿Crees que puedas abrir los ojos? Tal así puedas confirmar lo que te decimos.

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