CAPÍTULO SIETE

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Estimados lectores:

Antes de dejarlos con este capítulo, quisiera decir algunas cosas. Hasta el momento he evitado decir nada por este medio y solo me he dedicado a escribir y exponerles la historia. La mayoría del tiempo lo hice porque creo que cualquier explicación sobra y que lo importante es lo que digan los personajes, no yo. Casi todo el resto del tiempo, me dije que bastaba con responder sus comentarios y ya. Pero en el fondo, no quise "hablar" con ustedes porque me daba miedo hacerlo. 

Lo que pasa es que mi aproximación a Cadáver sin nombre ha sido muy extraña. Como continuación de El Club, esta novela tenía o tiene un gran lugar que ocupar, para ustedes, pero sobre todo para mí. Y por eso tuve siempre miedo de no ser capaz de escribirla como se merece. No es que ahora me sienta lista, pero sí me siento llena de ganas. Ya alcancé el punto en que no puedo hacer otra cosa que pensar en ella, en darle vuelta a las escenas, en meterme en los personajes y padecerlos como si sus dolores fueran los míos. Este capítulo en particular ha sido especialmente duro, porque me enfrenté a cosas que siempre supe que pasaban por la mente de ellos, pero que no había tenido la necesidad de escribir. En su momento quise que Cadáver sin nombre fuera más independiente, que subsistiera por sí sola, sin tanto recuerdo y melancolía. Supongo que hay historias que son más difíciles de abandonar y que El Club es una de ellas. 

No quiero que piensen que soy solo ese ser sin corazón que cuando ustedes sufren les responde con una carita. La verdad es que cuando ustedes leen los capítulos yo recién me estoy recuperando de ellos. Si me lo tomo con humor, aparentemente, es porque soy un poco Daniel para mis cosas y no sé hacer frente a la pena como una persona normal. 

Así que no me odien. 

PD: no se acostumbren a este ritmo de publicación. Si les di dos seguidos es porque a veces la escritura me posee y ya no puedo parar. Mi compromiso de momento es publicar los jueves, es decir, una vez a la semana. 

Sin más que decir, adiós. 

:)

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Vicente colgó el teléfono con lentitud, rompiendo el silencio espeso que quedó en la habitación tras su charla con Manuel. El joven había dicho lo justo y necesario para que todos los miedos del abogado se reavivaran y, peor aún, se confirmaran. Si Hugo había llamado por teléfono no era porque de repente deseara contarle algo referente a Ramiro, mucho menos compartir el paradero de este; no lo había hecho en tres meses, no tenía por qué hacerlo ahora. Si el detective tenía que comunicarle algo debía ser referente al paradero de Daniel Martínez, Vicente estaba seguro de ello.

—Lo encontraron— murmuró—. Lo encontraron...

Se pasó la mano por la cara al tiempo que se sentaba en la cama ubicada en el centro de la habitación del hotel. Aparte de ella, el mobiliario consistía en dos veladores, dos lámparas y un aparador junto a la puerta que era donde estaba el teléfono. Ya sentado, apoyó las manos en las rodillas y se concentró en respirar con calma. Tenía que pensar bien qué hacer a continuación. Pero para lo único que le sirvió esa pausa fue para que el presentimiento se terminara de posicionar en su cerebro.

Porque estaba claro: habían encontrado a Daniel y si según Hugo Farías era tan urgente su regreso a Santiago, solo podía ser que no lo habían encontrado en las mejores condiciones. Es más, el tono de Manuel indicaba que Daniel estaba...

—No, no... No es eso... Cálmate.

Volvió a ponerse de pie y recorrió la corta distancia que mediaba entre la cama y la pared. Sentía las piernas pesadas y el sudor frío que venía siendo su compañero desde que todo aquello había comenzado le cubrió otra vez. Se apretó las manos húmedas con nerviosismo mientras miraba el teléfono.

Cadáver sin nombre (Saga de los Seres Abisales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora