CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE

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Antes de lanzarme con el capítulo, quisiera que habláramos un momento. 

Lo primero que me gustaría tratar es un tema que me viene carcomiendo desde hace un tiempo. Como bien sabemos ustedes y yo, esta novela trata temas muy duros. Siempre he tratado de tener un cuidado especial al describir ciertas escenas, evitando el morbo excesivo, pero tampoco haciéndole el quite a dejar muy claro en qué consisten las situaciones descritas. Sinceramente, he sufrido mucho escribiendo esas partes. A algunas de ustedes les he comentado de forma más personal, pero realmente lo paso mal. Y, por supuesto, noto que ustedes también la pasan mal leyéndolas. A pesar de las dificultades, me siento muy agradecida por los lectores que tengo. Una parte de mí, piensa que no son necesarios trigger warnings porque todos ya sabemos a esta altura de lo que se está hablando aquí y porque nunca he tenido ninguna situación que me haga sentir que alguien se lo pudo haber tomado mal. Sin embargo, otra parte de mí se pregunta si será necesario, cuando el capítulo lo amerite, poner advertencias. Lo digo sobre todo por el último capítulo que, a pesar de no tener ninguna escena fuertemente explícitas, a muchos se les hizo cuesta arriba (cosa que entiendo perfectamente). Díganme qué piensan al respecto, quizás no solo por ustedes, sino por los que lectores que hipotéticamente llegarán con el tiempo. No está demás decir que no es mi intención subir el tono de dichas escenas. Como ya les dije, lo último que quiero es abusar del morbo, ni hacerles pasar peor (o pasarlo peor yo) de lo que ya lo han pasado aquí. Pero se vienen más escenas que pueden ser fuertes y no quiero pasar a llevar a nadie. 

Segundo y aunque ya lo he hecho antes, aprovecho para agradecerles por seguir aquí. Sé muy bien que sufren, que esta novela no es precisamente feliz (ni de cerca). Sin duda, ha sido lo más difícil que me ha tocado escribir y a veces lo único que quiero es mandar todo a la mierda (a veces, en mis peores días, lo reconozco, me parezco un poco a Ramiro). Ustedes me hacen el camino mucho más llevadero. Y por eso les agradezco. Por el apoyo incondicional. Muchas, muchas gracias. 

Y para finalizar... ¡Feliz cumpleaños, Francisca! (Un poco atrasado, lo sé).

Ahora sí, vamos con el capítulo. 


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Gabriela escuchó que su tío se sentaba en la cama, ubicada a la izquierda de la suya. El hombre no podía dormir, lo había notado en su respiración leve y algo agitada, así como también en lo mucho que se removía entre las mantas. Ella tampoco podía dormir, pero creía estar simulando bien que ya estaba sumergida en un profundo sueño. Después de todo, tenía experiencia haciéndolo desde los siete u ocho años, para que su madre no se diera cuenta que había estado leyendo hasta segundos antes de que ella despertara. 

Frank, cediendo por fin al insomnio, se sentó en la cama y prendió la lámpara de pantalla rosada (como todo lo que había en la habitación). Pasaron un par de minutos en completo silencio, durante los cuales Gabriela se concentró en respirar muy hondo y pausado. Conocía a su tío; debía estar comprobando que estuviera realmente dormida. 

Cuando su actuación lo convenció, el hombre rebuscó algo en su bolso, que tenía a un costado de la cama. Gabriela por poco contiene el aliento por la expectación. Se dijo a sí misma que era probable que su tío se pusiera a escribir, como hacía veces, con expresión concentrada y distante, casi en trance. A veces, en medio de la noche, podía escuchar el rasgueo de su vieja pluma sobre las páginas de la libreta. También lo había escuchado murmurar entre dientes, tan inmerso en lo que tenía en la cabeza que lo repetía sin darse cuenta. Aquella noche, sin embargo, no fue eso lo que oyó. El sonido que rompió la quietud nocturna fue el de un libro al ser abierto, luego el pasar de las páginas y el suspiro quedo antes de comenzar a leer. 

Cadáver sin nombre (Saga de los Seres Abisales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora