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La mirada melancólica de aquel pelinegro era solo para su soledad, aquella que solía acompañarlo en sus momentos más íntimos en aquel lugar donde se despidió de aquel castaño a quien amaba.

Los demás no podían comprender lo que sentía ni lo que estaba viviendo, -es solo un capricho-, -ya se le pasará-, -es un crío-, eso y más solía escuchar, no solo de su madre, sino también de cuanta gente había sabido aquel hecho, ya que aquello se había propagado como un incendio a voz de alguien a quien aún no identificaba.

Todos querían opinar y juraban que era antinatural, una idea muy arraigada en aquel lugar tan conservador, donde no podían comprender lo que él sentía por ese chico y que atribuían a la edad y a la curiosidad, estaba solo en ese camino, no podía hablar abiertamente de sus sentimientos, se sentía vacío e incomprendido, solo le quedaba esa promesa que había hecho, solo le quedaba aquel juramento.

Las lágrimas se las llevaba el viento y desde su partida nada había sido lo mismo, todo había cambiado, el dolor era tan fuerte que solía gritar hasta quedar sin voz en aquel sitio que era solo suyo; a veces, imaginaba que volaba y era libre queriendo lanzarse de aquel acantilado, aquel que fue testigo de aquella promesa, "su lugar", pero aquel trébol lo hacía desistir pues aquel juramento era lo que lo mantenía cuerdo mientras la situación en su escuela empeoraba sin poder decirle a nadie ya que no quería angustiar a su frágil madre, pues ya de por sí suficiente tenía con las burlas e ironía de las demás personas, por lo que no quería darle más problemas, pero ~¿Qué de incorrecto tiene amar?, ¿es acaso que él no tiene permitido amar?~, preguntas que no puede dejar salir, sentimientos que tiene que ocultar con una sonrisa fingiendo que todo está bien y haciendo creer que los demás tienen razón y que pronto se olvidaría del asunto, pero..., lo cierto era que cada vez más aquel sentimiento se consolidaba y se hacía más fuerte....

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Fue en uno de esos días en los que todo su mundo se caía a pedazos cuando encontró a un pequeño Pikachu, estaba herido y tenía un mal temperamento, pero, vió algo en él que lo hizo querer ayudarlo, era algo que le recordaba a Gary y a él mismo, así que lo llevó consigo y cuidó hasta que estuvo mejor, sin embargo, solo estar curado se marchó haciendo que Ash se pusiera melancólico de nueva cuenta, no obstante, después de unos días, aquel Pikachu volvió a su lado dándole más fortaleza y compañía.

Por fin tenía alguien con quien contar, alguien a quien confiarle sus sentimientos, tenía un amigo, un compañero, ya no estaría más tiempo solo y, viendo aquel trébol en sus manos supo que aquel objeto le traería suerte y que también aquel pequeño Pokémon era una señal para no darse por vencido y creer en el futuro, una señal para mantener su convicción y no renunciar a su amor....

Por fin tenía alguien con quien contar, alguien a quien confiarle sus sentimientos, tenía un amigo, un compañero, ya no estaría más tiempo solo y, viendo aquel trébol en sus manos supo que aquel objeto le traería suerte y que también aquel pequeño...

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