Capítulo 50: Mereces el mundo.

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Narra _____:

Estaba mareada de escuchar las palabras del hombre ingenuo, de verdad, altamente harta. Su verborragía tanto altamente sorprendente como irritante, merecía cerditos; era palabras tras palabra. Lo hubiera valorado viniendo de otra persona, lo sé es, algo hipócrita de mi parte... pero no puedo evitarlo.

Quiero encerrar a este mal suegro, doce años... en Azkaban.

- ... Niña.

- ¿Perdón?

Él se río de manera triunfante. Ya veo, ese era su plan; aburrirme y luego echarmelo en cara.

- Parece que no eres buena escuchando.

- De hecho sí lo soy, pero no quiero escucharlo a usted en específico-. Y este es mi plan, ser grosera en un nivel Chloé.

- Tu amabilidad me sorprende- dijo sarcástico.

- ¿Verdad?- dije igual de sarcástica- Lo sé, soy la persona más amable que existe. Me dicen Madre _________.

- ¿De verdad lo crees?

- Pues más que usted sí- sonreí-. Pero, me parece curioso de que entre tantas palabras incoherentes saliendo de su boca-. Él me miró algo confundido y pude ver que sus hombros tensaron un poco- Cuénteme el porque trata tan mal a su hijo.

Él se tensó, ya estaba tenso, pero ahora ni siquiera se molestó en dismularlo.

- No lo trato mal...

- Oh, para usted crear un estigma en su casa hasta el punto en el que su hijo de en ese entonces... ¿cuántos años tenía? ¿7 u 8? Bueno, como sea; para que su hijo de 7 años le rogara a su madre para que le tiñera el cabello.

- Eso no sucedió así...

- ¿Cómo sucedió, entonces?

- Yo solo...

- Insinuó que lo hacía parecer niña, ¿o me equivoco?

- Tal vez haya pasado algo similar. Pero yo no he tratado mal a mí hijo en ninguna ocasión.

Esta vez si logró enfurecerme.-¡¿Y usted de verdad cree eso?!- él le dio un golpe a la mesa y se puso de pie de forma brusca.

- Lo crea o no, no es de tu incumbencia-. Lo miré desde la silla, hasta ese momento vi lo alto que era, es gracioso como cuando una persona que se creía fija como un roble pierda la fuerza de voluntad convirtiéndose en una hoja volátil.

- ¿No lo es?- me reí- Pues déjeme decirle, señor; que sí me incumbe ya que al que lástima es mi novio, mejor amigo y el mejor chico que he conocido aparte de mi hermano. Podría ser su padre, pero eso no le da el derecho a patear sus sentimientos y sueños.

Él me miró sorprendido, trató de hablar, pero solamente balbuceó. Se dejó caer en la silla, tomó su cabeza entre sus manos apoyando sus codos en sus piernas.

- ¿Yo soy la que los patea? ¿Segura? Porque yo no soy una mocosa que viene a hablar sobre la familia que no le corresponde...

- Tal vez, pero esta "mocosa" ha logrado poner tenso a un veterano solo con palabras. No creo que esa "mocosa" sea tan inútil como lo parezca.

- ¿Te crees la reina?

- Tal vez, al menos yo si puedo argumentar con fluidez sin pensar tanto en que decir.

Él me miró muy molesto, pasó la mano por el escaso cabello que poseía y gruñó de nuevo.

- Eres la peor novia que mi hijo podría tener...

Elígeme a mi. Nathaniel y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora