Prologó.

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MATT.

Cuando la alarma sonó esta mañana sentí como si mil cuchillas se estuvieran clavando en mi. Gemí internamente al escuchar el insistente sonido sonar con fuerza cada vez más. Me quedé por un momento recostado aún en mi cómoda cama, sin ser capaz de incorporarme. Joder, tengo que ir a la universidad. Pensé con molestia. Abrí los ojos mientras bostezaba y comenzaba a levantarme. Estaba en eso cuando de pronto la puerta de mi habitación se abría de repente.

-Ya está el desayuno listo en el comedor. Arréglate rápido Matthew, se te hará tarde para tus clases.- Ordenó mi madre mientras volvía a cerrar la puerta y se retiraba. Gruñí. Odiaba cuando hacía ese tipo de cosas. ¿Le era tan difícil tocar antes de entrar?.

El baño fue relajante. El agua caliente hizo que mi cuerpo se relajara, y aunque mi madre me había dicho que no tardara tanto, yo me tomé mi tiempo para disfrutar el único momento de paz que tenía por las mañanas. Después de esto todo se tornaba aburrido y monótono.

Después de salir de la ducha me puse mi ropa, tome mi mochila junto con mi celular y baje a la planta baja. Mi madre se encontraba ya sentada desayunando, mientras el lugar de mi padre estaba vacío. Casi nunca lo veía por las mañanas para el desayuno, él tenía que llegar más temprano a la empresa.

-¿Qué tanto hacías arriba?. Te tardaste demasiado.- Me regaño mientras me pasaba el jugo de naranja. Me senté en mi asiento habitual y comencé a comer.

-No puedo creer que ahora hasta parece que tomas el tiempo de cuanto duro en la ducha.

-No seas exagerado, Matt. Es solo que no quiero que llegues tarde a la universidad.- Rodé los ojos. Mi madre me miró mal.- No hagas eso, es grosero. Hablando de la universidad, ¿qué tal va todo?.

Me quedé en silencio, pensando en lo que estaba diciendo. ¿Cómo iba todo?, jodidamente mal. Odiaba estudiar administración, lo odiaba con toda mi vida. No era algo que me interesara, y cada clase era una especie de aburrimiento del cual no podía evitar dormirme a mitad de clase. Iba en mi segundo año, y aún así aún no podía adaptarme a la carrera que eligieron mis padres.

-Todo está bien.- Me limité a decir. Muchas veces, en el pasado, les había reprochado una y otra vez que me hicieran estudiar algo que yo no quería. Poco les importo.

Mi abuelo fue fundador de una empresa de comercios tecnológicos. Empezó de cero, y poco a poco la fue levantando hasta convertirse en una de las mejores de Nueva York. Después de eso, cuando mi abuelo fue diagnosticado con Parkinson, él decidió que ya era momento de retirarse del negocio, dejándolo todo a mi padre. Y ese legado iba a ser mío, y según por las propias palabras de mis padres, tenía que prepararme para eso.

Cómo si me importara el manejar una empresa.

-Sé que tú no querías esto, Matthew, pero es lo mejor para ti, hijo. Tú futuro está asegurado, y harás un buen trabajo en la empresa.- La voz de mamá me sacó de mis tormentosos pensamientos. La miré con seriedad. Ella no entendía nada de mí, no entendía que está era mi maldita vida, y yo necesitaba seguir mi propio camino. No quería ser mi abuelo, no quería ser mi padre. Yo solo soy Matt, un tipo al que le gusta la música y dibujar. Solo eso.

Después de eso todo quedó en silencio. Mamá fue la primera en irse ya que tenía una cita para tomar un té con sus amigas de la iglesia. Yo me quedé quince minutos más, mirando el vacío mientras escuchaba el ligero tick tack que hacía el reloj de fondo.

A las nueve quince salí de mi casa con mi mochila colgando mientras caminaba directo a mi camioneta. Puse la radio, y mientras conducía Ready To Start de Arcade Fire sonaba con fuerza.

Matt y Charles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora