LOBA RECHAZADA (Terminada)

Mia

2 días después...

- No... no, dime que no es verdad- dije exaltada las lágrimas habían empezando a salir, mi nana Dulce había llegado llorando me había preocupado y le insistí tanto que me dijera la verdad ahora me arrepiento.

- Lo siento...- no comprendo por que se disculpaba ella no tenía la culpa.

- Nana no te disculpes tu no tienes la culpa de la locura de Mía- me quite las lágrimas por completo ahora no era momento de llorar- sabe por ahora vamos al hospital para estar al tanto de la salud de mi hermana- cuando llegamos al hospital tuve que esperar en la entrada de este ya que toda mi familia se encontraba en el interior y pues ni en sombra me podían ver.

Nana Dulce me había resumido el por qué Mía se encontraba ahí, habían atacado a la manada y pues como no me sorprende los señores López habían sido tan egoístas tanto que sólo les importó su propia vida antes de salvar a su hija menor de 12 años y a su manada (Si lo sé los alfas deberían defender a su manada pero créanme ellos no), Dulce trato de protegerla pero todo fue en vano cuando a Mía se le ocurrió enfrentar a unos de los atacantes.

Nadie salía a darme noticia así que no aguante más y decidí entrar- ¿Qué haces aquí humana?- había dicho con enojo pero todo cambio cuando terminó de hablar pude ver reflejado en su rostro la sorpresa, sabía que se había dado cuenta que ya no era una simple humana.

- A ti no te incumbe Jorge- Jorge era el beta de mi padre, antes no hubiera respondido de esa manera pero ahora yo era un alfa superior a el.

- Claro que si, soy la mano derecha del alfa de la manada que se encuentra aquí, así que tengo autoridad cuando el no está- nunca había usado los elementos pero este hombre me había hecho enojar con su simple voz, queme su brazo derecho con el elemento de fuego tanto que se había desmayado del dolor.

- Rayos...- toque mi estómago del dolor- 'Sara ¿que está pasando?'- no respondió- 'Saraaa'- con esa última llamada sentí que había reaccionado pero ya era tarde estaba punto de desmayar me del dolor yo también, pero antes de perder el conocimiento de todo sentí unos brazos sosteniendo me.

-Esahel- es lo último que dije y pensé.

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