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En la última semana de Septiembre llegó una nueva alumna a Hogwarts. Alta, esbelta, de un cuerpo escultural, cabellos marrones y largos que brillaban con cada destello que despedían las velas del Gran Comedor. Su piel era algo morena, pero aquello tan solo le agregaba un mayor atractivo a la joven. Era de una sonrisa perlada y unos impactantes ojos ámbares, casi pareciendo amarillos bajo la luz de las velas, y estos tenían un brillo seductor en la mirada que solo la dotaban de mayor belleza y misterio. Delante de ella entró Filch con su torcido caminar, lo que solamente acentuaba la gracia y delicadeza con la que se movía la chica, a pesar de caminar en unos tacones tan altos como los que llevaba. Llevaba un corto vestido azul y un sombrero colocado con delicadeza en su cabeza. Llegó a la hora de la cena, por lo que atrajo la atención de todos, sobretodo la de los chicos.
-¿Quién es esa chica?- susurró un chico de Slytherin con asombro, viéndola sin pestañear.
Aquella era la reacción de todos los chicos ahí presentes.
Draco giró en dirección al resonar de los tacones y observó a la chica de perfil. Sus ojos se quedaron fijos en el rostro de la chica desconocida, que lo único que desprendía era belleza.
-¿Draco?- inquirió Harriet, pero su novio no la escuchó.
-¡Draco!- exclamó golpeándolo suavemente en el hombro. El chico volteó de inmediato a ver a Harriet.
-¿Si, que sucede?-
Harriet alzó una ceja y lo fulminó con la mirada.
-¿Qué se supone que hacías?-
El rubio negó con la cabeza, pasándose una mano por la nuca.
-Sólo quería ver quien era.-
Dumbledore se puso en pie al ver a la chica y cuando ésta llegó a las escaleras frente a los profesores, se detuvo, y el director bajó a recibirla, besando sus dos mejillas.
-¡Chicos y Chicas, escuchen por favor!- comenzó Dumbledore.
La joven paseó su mirada por la habitación, sonriendo de manera melosa. Demasiado melosa.
-Ésta es Melanie Le Rouge. Es primera vez en mucho tiempo que Hogwarts recibe un transferido de otro colegio, la señorita Le Rouge aquí presente, por cuestiones personales, ha sido transferida de la Academia de Magia Beauxbatons para acá. Por lo que hoy, a pesar de ser un poco tarde, la señorita Le Rouge será asignada a una casa como los alumnos de primer año pero entrará en el año correspondiente a su edad, el cual será Sexto Año.-
Una vez Albus terminó de hablar, Minerva se puso en pie con el Sombrero Seleccionador en la mano, acercándose a ella. Albus hizo aparecer un taburete donde la chica se sentó y Minerva dejó el sombrero sobre la cabeza de Melanie.
El sombrero meditó un rato sobre la cabeza de la chica, pero un par de minutos después gritó el nombre de la casa a la que pertenecería ahora:
-¡Slytherin!-
La celebración de la mesa de Slytherin fue tal que parecían haber ganado la Copa de la Quidditch o el Premio a la Casa del Año.
Dumbledore la felicitó y giró, señalando a Snape y diciéndole que él era el Jefe de la Casa de Slytherin. Ella asintió y cometió un gesto que nadie vio. Le guiñó un ojo a Snape. O al menos la chica creyó que nadie la había visto. Alguien si la vio. Y ese alguien era Alicia.
Todos los varones de Sexto Año se ofrecieron a escoltar a la chica a la Sala Común de Slytherin, ayudándola con sus pertenencias. Melanie soltaba suaves risas, se acomodaba los mechones de pelo, le sonreía a las chicas, presentándose, y le daba dos besos en cada mejilla a los varones que se presentaban ante ella. Harriet y Draco seguían al “comité de bienvenida” de cerca, pero Harriet clavaba sus uñas en la mano de Draco que tomaba la suya. Le había molestado la reacción de Draco al ver a la chica, pero ¿No tenía por que estar tan molesta, o si? Al fin y al cabo, ella era su novia, y la otra era una recién llegada, no había ningún tipo de inconveniente. O al menos no debería haberlo.
-¿Así que de Beauxbatons eh?- inquirió a mitad de camino.
Draco asintió y al notar como estaba de tensa su chica y con el tono que hablaba, rió suavemente y besó sus labios en mitad de pasillo.
-Deja los celos, preciosa, que si fuese un chico de Durmstrang entendería que estuvieses sintiendo curiosidad.-
Harriet agradeció el beso pero lo siguiente le cayó como un balde de agua congelada encima. ¿Su novio sentía curiosidad por Melanie? ¿Y de cuando acá Draco sentía “curiosidad” por otras chicas que no fuesen ella? ¿Y si se había fijado en otras y ella no se había dado cuenta? Cuando Draco se dio la vuelta, Harriet se sacudió esos pensamientos de la cabeza.
“Claro, Melanie es francesa, es exótica, por eso siente curiosidad, por nada más.” Y con ese pensamiento se aferró más a la mano de su novio.
-Severus Snape.-
El profesor giró a ver a Alicia, cuyas puntas del cabello comenzaban a verse algo rojas. Snape levantó una ceja al ver aquel detalle y vio sus ojos que de verdes comenzaban a pasar a grises, para luego ponerse rojos pálidos.
-¿Si, Alicia?-
La joven se acercó a él tanto que su aliento caía en su rostro y su perfume perforaba la nariz de Severus.
-¿Tu me quieres explicar que fue eso?- siseó la chica.
La ceja de Snape se elevó aún más.
-Me temo que tendrás que ser más específica, Alicia.-
-¿Más específica? Bien.- su tono sonaba enfurecido y Severus no terminaba de entender el por qué. “¿Qué hice ahora?”pensó.
-¿Me quieres explicar que diablos fue ese guiño de la chica nueva hacia ti?-
En muchos años Snape no había soltado una carcajada tan sonora como la que salió de sus labios en ese momento.
-¿Estás preocupada por que una alumna te quite el puesto, Alicia?-
A Alicia no le causó ni una pizca de gracia aquello.
-Severus, de verdad. ¿Por qué diablos esa francesita te guiñó el ojo?-
Snape se encogió de hombros.
-¿Y yo que voy a saber, Alicia? Además ¿Crees que me interesa? La única chica cuyos guiños me importan son los tuyos.-
Cuando se cercioró que no había nadie más en el Gran Comedor, Snape besó sus labios, atrayéndola hacia él al abrazarla por la cintura. Aquel beso definitivamente calmó a Alicia. La chica se separó luego de corresponder al beso y dejó sus manos apoyadas en el pecho de Snape, soltando un suspiro. Dio un paso atrás, se acomodó un mechón de su cabello, ya enteramente dorado, detrás de la oreja y vio a Snape, clavando sus ojos verdes en los oscuros de él.
-Lo siento, Severus, soy una tonta por ponerme así.-
Snape negó y sonrió, pasando un dedo por la mejilla de Alicia, para luego bajar y tomar su mentón con suavidad.
-Pero si a mi me encanta verte furiosa, leona.-
Alicia alzó una ceja, le dio un suave golpe en el pecho, y comenzó a caminar, saliendo del Gran Comedor con Snape detrás de ella, y las velas se apagaron, dejando solo como fuente de luz, el cielo estrellado en el techo de aquel gran salón.