BONUS: Drarriet Cuento Corto

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Finales de Junio de 1999

 

Harriet Dukes se encontraba en el dormitorio que compartía con las otras chicas de Slytherin arreglándose para la ocasión. No podía creer todo lo que había pasado en tan solo un año. Un año. Tanto tiempo y tan poco a la vez. Hace un año había ocurrido la Batalla de Hogwarts. Hace un año se había enterado que su novio era un mortífago. Hace un año perdió a uno de sus mejores amigos, Fred Weasley. Hace un año Voldemort había muerto. Hace un año, había estado a punto de morir, de no haber sido por la profesora Alicia Van Halen, quien se quitó la máscara de mortífaga frente a ella y atacó a Fenrir Greyback antes de que este pudiese poner sus garras sobre la chica. Hace un año fue el final de una Era de Terror, y el comienzo de una nueva calma.

 

Su mirada revoloteó por la habitación. Eran pocas chicas ahora, pues muchos habían recibido la invitación de volver a Hogwarts a culminar sus estudios, pero pocas habían aceptado y otras… simplemente no iban a volver jamás. Suspiró profundamente y se observó en el espejo. Llevaba un hermoso vestido verde oscuro de encaje, corto, unas medias pantys negras y unos tacones verdes. Su cabello caía liso y suelto sobre sus hombros, alrededor de su cuello había un hermoso collar de plata con un dije de una gema verde que reposaba en el punto medio entre sus clavículas. Sonrió al verlo, Draco se lo había regalado. Se colocó su túnica del uniforme de Slytherin y bajó las escaleras con los demás hacia el Gran Comedor.

 

El Gran Comedor estaba decorado de una manera muy elegante y formal, pero a la vez acogedora. Las banderas que caían del techo eran del lado izquierdo Slytherin, Ravenclaw y una negra con una H plateada en el centro, y el lado derecho, Gryffindor, Hufflepuff y la misma bandera negra con la H plateada. Las mesas que servían de comedor habían desaparecido y los bancos estaban puestos a lo largo de toda la sala con un pasillo en el centro, para que los alumnos se sentaran donde quisieran. En la mesa de los profesores, estaban sentados todos los miembros del profesorado, a excepción de 5 profesores, quienes estaban de pie más adelante, bajo cada bandera de cada casa. Pomona Sprout bajo la bandera de Hufflepuff, Filius Flitwick bajo la bandera de Ravenclaw, del lado izquierdo. En el centro Minerva McGonagall bajo la bandera negra con la H plateada, ahora siendo la directora del colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería. A la derecha, Horace Slughorn bajo la bandera de Slytherin y Alicia Van Halen bajo la bandera de Gryffindor.

 

Al entrar, Harriet se sentó al lado de Draco, fijándose en los profesores y en todo el decorado. Sonrió inconscientemente al observar a Alicia, pero fue con cierta tristeza. La joven profesora iba con su radiante cabello dorado en un elegante moño, su rostro delicadamente maquillado. Llevaba una traje de pies a cabeza de cuero negro y una capa de terciopelo con un león en rojo y dorado. Lo que hizo que el corazón de Harriet se encogiera era ver un anillo de compromiso aún en el dedo de Alicia, a pesar de que Severus Snape había muerto hace un año.

La profesora McGonagall dio un alentador discurso de como la vida nos hacía caer a veces en situaciones de dolor, de sufrimiento, de tristeza y de oscuridad, pero, citando al difunto Albus Dumbledore, le dijo a los alumnos que siempre en la oscuridad había esperanza, solo si uno sabía encender la luz. Los incentivó a seguir adelante, a siempre ir con la cabeza en alto, a levantarse cuando se cayeran, a superar la muerte de los caídos, pero jamás olvidarlos. Cada Jefe dio un discurso dirigido a su respectiva casa, y luego entregó los diplomas de graduación a cada miembro de la casa que estuviese presente en aquella ceremonia. Harriet no dijo nada, pero a pesar de ser Slytherin, prefirió mil veces más el discurso que Alicia dió al que dijo el profesor Slughorn. Una vez acabada la ceremonia, los alumnos entre celebraciones salieron corriendo al patio principal, siendo observados por todos los demás alumnos desde otros pasillos, ventanas y balcones. Los profesores los acompañaron afuera y comenzaron las despedidas entre lágrimas de amor que uno jamás sabría definir si eran de alegría o de tristeza, y los corazones hinchados y desbocados en los pechos de todos por tanta emoción. Harriet al vislumbrar una capa de un león entre la multitud, corrió hacia ella y abrazó con fuerza a Alicia. La profesora soltó una carcajada y la abrazó con fuerza, acunándola en sus brazos.

Se Siente Bien Volver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora