Capítulo 25

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En todo el colegio se corrió la noticia de la chica de Gryffindor petrificada. Todos los profesores estaban devastados, pero intentaban no demostrarlo para darle ánimo a los chicos, sobre todo a los de Gryffindor. Cuando Mia salió de su clase de Herbología, se dispuso a caminar sin rumbo por el castillo.

Estaba atemorizada. Jamás había sentido tanto miedo en su vida. Sentía como cada paso que daba algo aparecería frente suyo o como algo venía sigilosamente tras de ella a atraparla en cualquier momento. Sus amigas de Hufflepuff la habían ayudado a sentirse algo más segura, pero aquel día, simplemente necesitaba estar sola. Caminó por los pasillos solitarios del castillo, observando los hermosos paisajes, pensando en porque el mundo tenía que ser tan cruel e injusto. No comprendía por que tanto énfasis a eliminar a aquellos hijos de muggles. Suspiró, con la cámara en sus manos, tomando fotos de las velas iluminadas cuando caminaba por los sótanos entre las mazmorras de Slytherin y las cocinas de Hufflepuff cuando escuchó un siseo.

Se petrificó en el sitio. No sabía si girar o arrancar a correr. Optó por la segunda. Algo se deslizaba detrás de ella, pero Mia no tenía voz para gritar y pedir ayuda. El pánico se había atascado en su garganta, el sudor frío caía por su frente, el corazón le palpitaba desbocado dentro del pecho y la adrenalina quemaba sus venas. Su visión comenzaba a tornarse borrosa por las lágrimas de miedo que comenzaba a derramar. No se dio cuenta que cruzó en el pasillo que no era, terminando en un pasillo donde lo único que había era una puerta cerrada con llave y una ventana. En un atisbo de valor que Mia no supo de donde salió, giró sobre sus talones, alzó la cámara y tomó una foto, con su flash por un momento extinguió el terror que había entre tanta oscuridad, para luego apagarse y caer al suelo en silencio.

Alicia abrazaba a Pomona mientras ésta se encontraba destrozada viendo a Mia Flemming petrificada con su cámara en las manos en la cama de la enfermería junto a Scarlett Nox. Minerva estaba sentada cerca de ellas, mientras Snape, y los otros profesores estaban haciendo guardia.

-Yo… simplemente...no puedo creerlo…-susurró Pomona entre lágrimas. Alicia la abrazó con más fuerza.

-Van a estar bien, ya verás. -susurró la chica, viendo a Minerva de reojo.

-Es todo como la última vez.- murmuró Minerva y Madame Pomfrey asintió.

-Tan solo esperemos que no consigamos un cadáver esta vez.- dijo la enfermera con un hilo de voz mientras encendía las velas con un movimiento de su varita.

Eric se encontraba en la sección prohibida de la biblioteca esperando a Aleyna con algunos libros que había recolectado. Ambos investigaban día y noche sobre que criatura podría estar en la Cámara de los Secretos que fuese capaz de causar tanto daño. El chico con la tenue luz que salía de su varita, volvía a leer las páginas que ya había ojeado, esperando por Aleyna. Vio su reloj. Doce y cuarto. ¿Donde estaría Aleyna? Habían acordado verse ahí a la medianoche. Suspiró, leyendo de nuevo. Frunció el ceño mientras buscaba una criatura que pudiese petrificar a alguien, pero no había encontrado nada. Comenzaba a frustrarse. Aleyna no llegaba y él corría el riesgo de ser descubierto en aquel lugar. Se iba a ganar el castigo del siglo si era Snape quien lo encontraba. Sobretodo con la situación que se vivía en el castillo. Se apartó un cabello de la frente, echándolo hacia atrás, cuando escuchó un ruido. Alzó la mirada y apagó su varita.

-¿Aleyna?- susurró.

Nadie contestó. Con cuidado, despacio, caminó hacia la separación entre aquella zona y el resto de la biblioteca.

-Alohomora.- susurró, abriendo la puerta y saliendo al área que los alumnos tenían permitido transitar.

-¡¿Aleyna?!- inquirió de nuevo en un susurro.

El mismo resultado. Nadie respondió.

Fue a volver cuando observó de reojo una masa grisácea y al voltear se dio un susto de muerte.

-Helena, casi me matas.- susurró, con una mano en el pecho.

La Señorita Gris se apartó un poco.

-Lo siento, Eric. -susurró el fantasma de la hija de Rowena Ravenclaw. -¿Qué haces aquí?-

Eric suspiró profúndamente.

-Estoy esperando a Aleyna.-

Helena asintió. -Pero no se supone que deban estar aquí.-

Eric ladeó la cabeza, viendo al fantasma.

-Lo se, pero es de suma importancia. Queremos descubrir que criatura ronda por los pasillos.-

Helena lo vió con los ojos abiertos.

-Si llegan a descubrirlo, serán héroes en el colegio, ayudarían a muchos.-

Eric asintió. -Por eso lo hacemos.-

Ambos escucharon un ruido.

-Quédate aquí, iré a ver.- susurró Helena.

-Pero…-

Helena volteó a verlo.

-A mi no pueden matarme. -susurró La Señorita Gris y giró sobre sí misma.

En ese momento, ambos, Eric y ella gritaron, para luego quedar ella estática en el aire y Eric tendido en el suelo.

Snape llamó a Flitwick y a Filch cuando encontraron a Eric en el suelo, petrificado. Entre los tres lo cargaron y lo llevaron a la enfermería, para una nueva noche de desvelo, cuidando de los dos alumnos petrificados que habían encontrado ese día.

Se Siente Bien Volver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora