14. El tornado

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Las partes escritas en cursiva sonflashbacks.


***


Febrero de 1509.

-Feliz doceavo cumpleaños.

-¡Pero si ha pasado más de un mes!

-Es que tenía que terminar tu regalo - se excusó Shanks, rascándose la nuca

La niña dio vueltas al paquete entre sus manos, sopesándolo. Era largo y estaba envuelto en una vieja camiseta del pelirrojo. No pesaba prácticamente nada.

-Venga, ábrelo - le apremió Shanks.

Enara retiró la tela que cubría su regalo, descubriendo los finos palitos de madera que escondía. La mayoría tenían tallada una pequeña punta en uno de sus extremos, pero ella decidió coger el más grueso y dejar el resto sobre la mesa del comedor.

Era de madera oscura, lijada pero sin barnizar, y pesaba menos que las botas de Shanks. El fino listón estaba curvado en forma de media luna, y ambos extremos se unían gracias a una cuerda que, a simple vista, parecía ligeramente elástica.

-¿Qué es? - pregunto la niña, dándole vueltas al regalo entre sus manos.

-Un arco - contestó Shanks - Y ahí tienes flechas - Le explicó con orgullo señalando el paquete que ella misma había dejado sobre la mesa.

-¿Y para qué quiero un arco?

-Con un simple "gracias Shanks por el regalo" me habría bastado - respondió el hombre poniendo los ojos en blanco.

Enara giró el rostro hacia el pelirrojo y observó con el entrecejo fruncido su pose burlona. La sonrisa del hombre titubeó cuando se dio cuenta de lo fuertemente apretados que tenía los labios la niña.

-¿No te ha gustado?

-Hace poco más de un año me enseñaste a pelear con espada. Y ahora me regalas un arco - bajó la cabeza y deslizó el dedo índice por la cuerda, tensándola y observando cómo el hilo se hundía en su piel - Pareces empeñado en querer enseñarme a pelear.

-No viene mal saber defenderse, ¿no crees? - le preguntó Shanks en voz baja, retorciéndose las manos.

-En Oria nunca pasa nada.

-Pero quizás cuando pasen unos años y seas mayor no quieras seguir en esta isla.

La niña se acercó a la mesa y cogió los palitos que Shanks había convertido en flechas. Si el pelirrojo quería que aprendiera a usar el arco lo haría, pero no para defenderse, sino para cazar y sobrevivir en su pueblo.

Con un par de firmes zancadas llegó hasta la puerta de la vivienda, cogió el pomo y la abrió de un tirón. La luz que entró recortó su silueta y hasta Shanks llegaron sus palabras, lanzadas a él como dagas.

-Nunca dejaré esta isla. Mamá está enterrada aquí. No la voy a abandonar.


***


Agosto de 1522.

-¡Busca una cueva! - gritó Enara.

Marco volaba por encima de ella, inspeccionando la montaña que se extendía sobre sus cabezas en busca de un lugar donde refugiarse.

Minutos antes estaban sentados alrededor de la hoguera, hablando con Jozu por el caracolófono y festejando que en unas horas sus compañeros llegarían a Negu, la isla en la que se encontraban.

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