8. La travesía

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Las partes escritas en cursiva sonflashbacks. 


***    


Noviembre de 1509.

La niña estaba recostada sobre la mesa, con la barbilla apoyada sobre los antebrazos.

Observaba con el entrecejo fruncido al hombre pelirrojo pasar las páginas del periódico y deslizar sus ojos por las palabras; rara vez le había visto tan concentrado en algo. Las cejas, también del color del fuego, se acercaban la una a la otra, moviéndose de arriba abajo en un baile marcado por la gravedad de las noticias que leía.

-¿Desde cuándo tienes ese sombrero?

Shanks levantó la vista del papel y observó a Enara. Se había dejado caer sobre la mesa y sus grandes ojos marrones desbordaban aburrimiento.

-Me lo dio mi capitán hace unos años.

-¿Él ya no lo quería? – preguntó la niña, contenta al recibir un poco de atención.

-En realidad era muy importante para él – el hombre titubeó – Me lo dio para que se lo cuidara. Era su tesoro.

-Pero es solo un sombrero – dijo haciendo un puchero - ¿Puede un sombrero ser un tesoro?

-Todo lo que sea importante para una persona puede ser un tesoro.

-¿Me dejas que lo vea? – preguntó ella con un brillo pícaro en los ojos.

Shanks se llevó la mano a la cabeza y extendió el brazo sobre la mesa para que Enara lo pudiera coger.

Ella lo cogió con delicadeza -al fin y al cabo, era un tesoro- y le dio vueltas entre las manos. Era de paja, con una cinta roja atada alrededor; no pesaba prácticamente nada, pero Enara podía sentir a la gravedad tirando con fuerza de él.

Quería probárselo, pero no se atrevió.

-Para ti también es un tesoro, ¿verdad? – preguntó en un susurro.

-Sí.

La niña se deslizó sobre la silla hasta que sus pies tocaron el suelo y dio la vuelta a la mesa hasta colocarse junto a Shanks. Levantó los brazos y el hombre, comprendiendo sus intenciones, agachó la cabeza.

Enara le puso el sombrero con reverencia, casi nerviosa, sintiendo que acababa de vivir algo muy importante e íntimo con el pelirrojo.

Shanks levantó la cabeza y le miró con una sonrisa: el pelo recogido detrás de las orejas y un puñado de pecas esparcidas por sus mejillas; parecía un rayo de Sol.

-Pero mi mayor tesoro eres tú.


***


Julio de 1522.

Enara se despidió de Eder e Ibar agitando la mano efusivamente en el aire mientras Marco ponía los ojos en blanco.

Finalmente habían montado en el barco del señor Eako, quien les había asegurado que en unas pocas horas llegarían a Haize. Les había dicho que al día siguiente emprenderían el camino contrario, y que si les esperaban en la isla les llevarían de vuelta a Oria por unas cuantas monedas más.

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