Venganza

20. La compra

Las partes escritas en cursiva son flashbacks.

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Julio de 1509

El calor ese verano resultaba insoportable.

Shanks y Enara se bañaban en el lago todos los días para refrescarse, en ocasiones hasta dos veces en menos de veinticuatro horas. Afortunadamente la niña había aprendido a nadar el año anterior, y disfrutaba de esos minutos de paz en los que el cuerpo no le pesaba y toda ella se convertía en agua, flotando junto a las hojas caídas de los árboles.

A la caída del Sol , y solo si habían terminado todas las tareas que tenían pendiente para ese día, se sentaban delante de su casa buscando una corriente de aire, con la espalda apoyada contra el muro de madera y las piernas, llenas de polvo, extendidas en el suelo.

En ocasiones les acompañaban sus vecinos y, después de que Ibar se sentara muy cerca -demasiado según la opinión de Shanks- de Enara, el pelirrojo les contaba historias del mar. De la piratería. Del mundo que se extendía más allá de Oria.

Elaia les observaba desde la ventana de su casa, con la pincelada de una sonrisa en el rostro, mientras remendaba ropa vieja.

Las historias que más le gustaban a Enara eran las de las frutas del diablo, especialmente las tipo logia. Le parecía asombroso poseer la habilidad de transformarse en un elemento. Se imaginaba a sí misma siendo viento, volando entre los árboles del bosque de Oria.

En una ocasión en que verbalizó su sueño, Eder le dijo que jamás se le ocurriera convertirse en viento; le daba miedo que la niña se pudiera perder.

-¿Si te comes una fruta del diablo te haces inmortal? – preguntó Silbán.

-No – explicó Shanks – pero te haces más fuerte, y resulta muy complicado herirte. A menos que... - dijo en tono de suspense.

Los cuatro niños se inclinaron hacia delante, esperando a que el pirata concluyera la explicación. El pelirrojo ocultó una sonrisa y se recostó contra la pared de la casa.

-A menos que, ¿qué? – insistió Ibar.

-A menos que tengas un arma hecha con kairoseki.

-¿Qué es el "karoseki"? – cuestionó Enara, preguntándose a sí misma si sería conveniente conseguir un poco. Por si acaso. Solo por si acaso.

-Se dice kairoseki – le corrigió el hombre – Es una sustancia que debilita a los usuarios; les quita su poder, por decirlo de alguna manera.

-¿Aunque seas viento? – preguntó la niña con el entrecejo fruncido, sin terminar de creérselo.

-Aunque seas viento – aseguró Shanks.

***

Septiembre de 1522

Enara salió a cubierta cuando escuchó a los hombres gritar. Colocó una mano sobre sus ojos a modo de visera y observó, con los pies enraizados sobre las tablas de madera, a la tripulación correr de un lado a otro con jolgorio.