18. La venganza

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Las partes escritas en cursiva sonflashbacks. 


***


Noviembre de 1507

Shanks acarició el pelo de Enara y suspiró.

La niña había caído rendida tras un día intenso de trabajo y entrenamiento.

Nada más levantarse, y con el estómago todavía vacío, habían comenzado a varear los olivos que crecían en el bosque para recoger su aceituna. Era recomendable esperar un mes más para hacerlo, pero esos árboles no pertenecían a nadie, y el pelirrojo temía que si aguardaba unas semanas más alguien del pueblo se les adelantaría.

Luego habían caminado hasta las tierras de Gaia, donde podaron parte de sus almendros a cambio de un saco de harina. El pelirrojo coció un pan y ese mismo medio día dieron buena cuenta de él y de una cuña de queso.

Por la tarde Enara había insistido en que quería volver a entrenar con la espada. El pelirrojo había dudado, dado que el día había sido duro ya de por sí, pero la niña estaba encerrada en la idea de practicar y al final él había cedido.

Ya no se quejaba por estar cansada como hacía dos meses atrás. Ahora apretaba los dientes, asía el mango de la espada con fuerza, y golpeaba con rabia el tronco del árbol. La hoja estaba mellada, y de la corteza del árbol mejor no hablamos.

Sus mejillas tenían cada vez más pecas, tantas eran las horas que pasaban bajo el Sol. Sus brazos y sus piernas se habían fortalecido, y ya no le pedía ayuda cuando había que cargar con sacos o con cubos de agua.

A veces se despertaba de madrugada y cuando Shanks salía a buscarla se la encontraba sola arando el bancal, encerrada en sus pensamientos. Podía ver sus ojos oscurecerse un poco más cada día y solo la escuchaba reír cuando salía a jugar con sus vecinos.

El hombre se levantó de la cama de Enara y salió de la habitación cerrando la puerta tras él.

Siempre habían sido su madre y ella contra el mundo.

Y ahora el mundo había vencido a su madre.


***


Agosto de 1522

Marco y Enara trataron a Ibar de forma frenética y sin descanso.

El pirata ordenó a sus camaradas que fueran al barco a buscar su botiquín y unos trapos mientras ella inspeccionaba el cuerpo del muchacho.

Enara recorrió su rostro sucio con las manos. Echó su cabeza atrás, hiperextendiendo su cuello y le abrió la boca. Tras comprobar que respiraba deslizó sus manos por su cuello, palpando su pulso carotídeo.

Pasó a su pecho, donde Marco le vio apoyar la cabeza, escuchando su corazón y sus pulmones. Él mismo temía que pudiera tener fracturadas varias costillas, lo cual pondría en peligro sus pulmones, pero suspiró con alivio al ver que la joven pasaba de inspeccionar su pecho a sus extremidades.

Los brazos estaban bien, pero su pierna izquierda había quedado atrapada bajo una pesada viga de madera. Estaba aplastada y fracturada y, dado que habían tardado días en llegar desde que Teach pasó por Oria, probablemente infectada.

-Vamos a tener que amputarla – dijo Marco en voz baja.

Enara asintió y se puso de pie. Cogió una tabla de madera que antiguamente pertenecía a una de las paredes de la casa de sus vecinos y la colocó bajo la pierna de Ibar. De esta manera elevó la pierna y le ordenó a uno de los piratas que la sujetara de esa forma.

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