17. La despedida

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Las partes escritas en cursiva sonflashbacks. 


***


Octubre de 1510

-No te lo perdonaré.

-Enara, por favor.

Shanks se tapó el rostro con ambas manos, intentando serenarse. Podía escuchar los sollozos de Enara; la imagen de sus mejillas rojas empapadas en lágrimas se proyectaba en el interior de sus párpados.

-Sabías que este día iba a llegar – susurró.

-¡¿Cómo te atreves a decir eso?!

La niña apretó los puños; y los dientes. Le temblaban los brazos y la cabeza le palpitaba. Escuchaba el aire arañar sus pulmones, el latido de su corazón retumbar en sus sienes, la ira volando por sus venas.

-Te he cuidado cuatro años. Ahora tienes trece, eres toda una mujer. Sé que estarás bien sin mí.

-Quiero que lo digas.

-¿El qué? – el pelirrojo se quitó las manos de la cara y abrió los ojos desmesuradamente.

-¡Quiero que digas la verdadera razón por la que te vas!

-¡¿Y cuál es?! ¿Eh? ¡Dímero, tú que lo sabes todo!

-¡Que te importa más la piratería que yo! ¡Y que mamá! ¡Y que siempre ha sido así!

-Eso no es verdad.

Shanks extendió las manos hacia delante, intentado tocar el hombro de Enara. Pero ella dio un paso atrás y se giró, dándole la espalda. Podía sentir el suelo temblar con ella, el aire romperse con ella. Echó la cabeza atrás, sintiendo una gran energía crecer en su interior. Abrió los ojos; todo lo veía rojo.

-¿Enara?

Shanks se puso de pie y posó una mano sobre el brazo de la niña. Podía sentir el torrente de energía que emanaba de ella. No podía ser. Solo tenía trece años. Si sus enemigos se enteraban, podrían relacionarla con él.

Y entonces Enara estaría en grave peligro.

-Márchate si quieres. Pero si lo haces, no vuelvas nunca.

El pelirrojo dejó caer el brazo a su costado y suspiró pesadamente. Se acercó a la mesa y se echó el saco con sus cosas al hombro. Miró a Enara una última vez, todavía dándole la espalda. Deseaba ver su rostro una última vez; jamás se perdonaría a sí mismo si algo le pasara y hubiera perdido su última oportunidad de contemplar sus ojos marrones. Sus pecas. Su hoyuelo.

-Querría pedirte un último favor – Enara chistó, pero Shanks continuó hablando – Por favor, date la vuelta. Quiero verte antes de irme.

La niña cumplió sus deseos, y giró sobre su propio eje antes de clavar su mirada en él.

Y Shanks deseó no haberle pedido nunca ese favor.

Porque esos no parecían los ojos de Enara.


***


Agosto de 1522

-No pienso marcharme – Enara sentía los ojos llenos de lágrimas, a punto de desbordarse. No podía permitirse llorar delante de todos esos piratas – Dejadme un bote que me acerque hasta la playa.

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