v e i n t i d ó s

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Después de volver al hospital, el doctor Kim les anunció que la cirugía de reducción la llevarían a cabo esa misma semana, lo más rápido posible, para poder permitir que Yoon Gi regresase a casa. Ha Neul regresó a su rutina diaria ese mismo martes, asistiendo a la universidad por la mañana, a sus prácticas en el hospital – el mismo donde estaba internado el pelinegro, afortunadamente -, trabajaba sus horas libres con Dae Ho, e incluso, por insistencia de Ji Min para que se distrajera, trataba de ir a las prácticas de baloncesto que habían comenzado por esa temporada de primavera. El resto del tiempo, por supuesto, lo pasaba con Yoon Gi. Le habían asignado una habitación individual, la cual la muchacha se encargó de llenar con pertenencias de él e impregnarla con aromas y sonidos que no lo hiciesen sentir encerrado y solo en su ausencia. Debido a la dieta antes de la cirugía, no podía llevarle comida, pero aun así lo visitaba a la hora del almuerzo durante sus prácticas y todas las noches en la cena. Había comprado también un portarretrato para la fotografía de ambos, ya que no quería pegarla en la pared con cinta en caso de que las enfermeras se molestasen. Yoon Gi, por su lado, cuando la vio reposar la foto, esbozó una sonrisa que mostró sus encías. Seok Jin, Ho Seok, Nam Joon, Ji Min y Jung Kook lo visitaban también tanto como les fuese posible, lo ponían al tanto de las noticias del exterior y, por parte de Nam Joon, le servía como mediador entre el trabajo y la discografía. Su presentación el sábado había sido un éxito, sin importar cómo hubiese terminado, y esperaban poder seguir haciendo espectáculos cuando se recuperase.

Al menos se mantiene ocupado, era el pensamiento de Ha Neul todos los días cuando entraba en la habitación y lo encontraba trabajando en la computadora, con sus cascos y con su cuaderno de canciones a un costado; sin embargo, eso también significó que se diese poco a poco cuenta de cómo perdía la capacidad de sostener objetos entre sus dedos. Con el paso de los días, ella distinguía la manera en que empeoraban sus manos al temblar por sólo sostener un lápiz, o cuando usaba los palillos en las comidas. Las enfermeras tuvieron que comenzar a entregarle cubiertos normales porque se negaba a ser asistido para comer. Su orgullo lo convertía en un peligro para sí mismo. Ha Neul sabía que pronto no sería capaz de usar sus brazos ni sus piernas y él, por orgullo, no dejaría que nadie lo ayudase porque se negaba a ser considerado un inválido. ¿Cómo le haría entender, cuando el momento llegase, que no había nada malo en necesitar ayuda? Podía ver su expresión furibunda todos los días al escuchar a las enfermeras ofreciéndose ponerlo de pie y acompañarlo al cuarto de baño, o a veces el doctor le daba la opción de andar en silla de ruedas si sus piernas estaban débiles. Jamás se permitirá terminar así, reconocía ella.

Por esa razón, Ha Neul se esforzaba en ser quien lo ayudase a relajarse, contándole historias sobre lo que había hecho en el día, acerca de lo que había aprendido o sobre alguna anécdota divertida junto a los muchachos o Dae Ho. ¡Cómo se aceleraba su corazón cuando lo escuchaba reír! Con el encierro al que estaba sometido, su piel lucía más grisácea que blanca, su pelo estaba empezando a crecer y la inactividad lo volvía loco. Le habría gustado acompañarlo al balcón del hospital, o dar un paseo por los pasillos, pero él se habría negado para que no tuviese que verlo tropezar por la torpeza de sus pies sosteniéndose a su suero, como un anciano. En lugar de eso, pasaban las horas tirados en la cama, riendo a carcajadas, mirando televisión o alguna película en la laptop, con las manos entrelazadas y susurrándose palabras de amor. Si soy positiva, se decía a sí misma, Yoon Gi se sentirá mejor. Y era un hecho. Todos los días, sin importar la cantidad de veces que cruzase esa puerta, el muchacho siempre sonreía al reconocerla.

Y ese viernes no fue la excepción, ni siquiera siendo el día de la cirugía.

En cuanto se liberó de su entrenamiento de la tarde, Ha Neul se dirigió directamente al hospital con una muda de ropa que llevaba siempre encima para ducharse en el baño de la habitación de Yoon Gi. Las enfermeras le habían tomado cariño así que no se molestaban por su intrusión. Saludó a todos los rostros conocidos a medida que cruzaba la entrada, subía el elevador y corría por el pasillo del departamento de oncología. Se detuvo súbitamente al estar frente de la placa con el nombre de Yoon Gi, se pellizcó las mejillas para darles algo de color, peinó su cabello y deslizó la puerta hacia un costado. Como esperaba, el pelinegro levantó la vista con las gafas puestas al teclear en el ordenador y le sonrió abiertamente. Nunca dejes de sonreír así. Se impulsó en su dirección sin preocuparse por ser discreta, dejó caer su mochila a un costado y se arrojó a sus brazos, que la esperaban abiertos. Quedaron fundidos en ese abrazo por unos segundos antes de separarse unos centímetros, susurrarse un "hola" y luego besarse con las ansias de todos los días. Después de la noche que pasaron en su apartamento, no tuvieron oportunidad de volver a repetirlo debido a su estadía en el hospital. Aunque, a juzgar por cómo ambos se separaron con las respiraciones aceleradas como si hubiesen corrido una maratón, intuían que eso no los detendría por mucho tiempo.

Because It's You  [Yoon Gi - BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora