Because It's You [Yoon Gi - BTS]

v e i n t i c i n c o

- El diamante no se hará más grande sin importar cuánto lo mires.

Ha Neul se había escapado algunos minutos atrás de la fiesta de celebración que sus amigos organizaron, asegurándole a Yoon Gi que sólo saldría a tomar aire y sintiendo sus ojos pegados en su espalda. Era imposible escaparse de su mirada de halcón, como si no quisiese perderla de vista ni un solo segundo por miedo a que pudiese desvanecerse en el aire. Nunca creyó que tendría la suerte de que alguien la vería del modo en que él lo hacía desde el instante en que aceptó ser su esposa. Y, sin embargo, allí estaba, apareciéndose en la oscuridad de la noche y con sus ojos oscuros destellantes de felicidad contenida. Ella le hizo lugar en el tronco caído donde había tomado lugar, cruzada de piernas y con el brazo izquierdo estirado hacia adelante con la mano abierta. ¿Cuánto tiempo llevaba mirando al hermoso anillo en su dedo? La belleza de aquella sortija seguía dejándola sin aliento como cuando la vio por primera vez.

- No quisiera cambiarlo – aseguró mientras Yoon Gi se ubicaba a su lado y dejaba las muletillas en el suelo. La muchacha se apoyó en su hombro todavía con el brazo estirado. – Es perfecto.

- ¿Por qué estás triste, entonces?

Es como si pudiese leer mi mente, pensó para sus adentros.

- No estoy triste – trató de convencerlo -, sólo algo preocupada.

- ¿De qué?

- ¿De qué no estaría preocupada estos días? – manifestó en cambio pero, por el silencio del pelinegro, supo que seguía esperando una respuesta – No es por nada en especial, son pensamientos que tengo a veces que me asustan un poco.

- Cuéntame, por favor.

Ella se abrazó al joven al mismo tiempo que recibían un suave golpe de viento frío y el cielo comenzaba a teñirse de celeste, reflejando el próximo amanecer.

- Estoy preocupada de que puedas rendirte y dejarme antes de tiempo – confesó en un susurro.

- ¿No confías en mí?

Supo que lo había ofendido por el tono de su voz.

- Ani, no es eso.

- Es lo que acabas de decir. – La tomó por los hombros para alejarla y quedar enfrentados cara a cara sobre el tronco. – Nadie me alejará de ti si puedo evitarlo. Ne, estoy cansado. Ne, quiero que este sufrimiento termine. Pero pasaría por esto mil veces antes de separarme de ti... - Con una mano le corrió un mechón suelto y lo acomodó detrás de una de sus orejas, mostrándole una sonrisa. - Especialmente con todo el trabajo que me costó volver a encontrarte y lograr que me aceptaras.

Yoon Gi la besó en los labios por unos segundos y luego lo abrazó contra su pecho.

- ¿Wae? – articuló ella con la voz congestionada por las lágrimas, aferrándose a su espalda con la sensación de que, si lo soltaba, terminaría por caer en un pozo oscuro sin fin - ¿Por qué me haces ser de esta manera? ¿Tienes idea de la persona en que me convertiste? Alguien tan dependiente que ya no es capaz de estar sin ti.

Se quedaron observando el amanecer en esas mismas posiciones, temiendo que la paz que los había absorbido se rompiese si se atrevían a moverse. Fue el ruido del despertador automático del teléfono de Yoon Gi el que los hizo soltarse, estirar los músculos tensos y regresar a paso lento al interior de la casa, en donde Ho Seok, Ji Min y Jung Kook dormían sobre los sillones mientras Seok Jin y Nam Joon conversaban con una botella de cerveza en la mano de cada uno. El mayor se puso de pie en cuanto los vio entrar y se ofreció en llevarlos a casa pero, al darse cuenta de los movimientos lentos y toscos debido al alcohol, le informaron que llamarían a un taxi. Era mejor si ellos se quedaban a dormir, aprovechando que se trataba de un feriado y no deberían ir a trabajar. Antes de que su transporte les hiciese saber que estaba en frente, Ha Neul se encargó de prepararles una jarra de café que calentarían luego, los saludó con un movimiento de mano y se subió al taxi junto a Yoon Gi. Abrazados en la parte de atrás, el pelinegro se limitaba en observar el paisaje por la ventana con la muchacha durmiendo sobre su pecho cuando el repiqueteo del teléfono de Ha Neul los regresó a la realidad. Ella tomó el móvil con manos torpes y se talló los ojos para asegurarse que estuviese leyendo bien el nombre en la pantalla.