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Taehyung y su infancia.

Yo era un niño común.

Jugaba, pintaba, cantaba, inventaba y reía como cualquier niño.
Lo que no era común era mi miedo al exterior.

Agorafobia, dijo el doctor.

Desde mis cinco años, tengo eso.

De una salida al parque, dirigirnos por el camino incorrecto, ayudar a la persona equivocada, pase a ver como mi padre era apaleado por dinero mientras mi madre imploraba por favor que lo dejaran.

No me sentí un héroe, aferrado al vestido de mamá, tras su espalda. No me convertí en Batman tampoco. Aunque por suerte, aquí no hubo huérfano.

Pude ver con ojos de niño, cómo de peligroso era el mundo exterior, sin importar si era de día, de noche, si estabas solo o acompañado.

Ya no jugaba afuera, ni iba a la escuela o hacia amigos.

Ya no era un niño normal.

Viendo que sólo quería quedarme adentro, me educaban en casa y eso me encantaba. Saber cada día más, era mi fascinación.

Sí, papá me compraba videojuegos y cosas así, pero no había mejor obsequio que los libros, libros con información o cuentos, libros.

Cómo a veces los horarios de trabajo de mamá y papá coincidían o mamá no podía sola en la casa, yo tenía a noona Hyejin que cuidaba de mi.

Ahn Hyejin no pasaba de los 20 y era una chica hermosa, ahora que puedo recordarla con otros ojos.
Cabello negro hasta la cintura, un cuerpo bien esbelto y unas piernas que se destacaban por ser largas y firmes. Su rostro era hermoso y un pequeño lunar lo adornaba.
Bien podría haber sido modelo o cantante (es que su voz era mi fascinación), pero no, decidió ser la nana de un niño con Agorafobia.

Pero esas cualidades físicas no eran nada comparadas con sus cualidades mentales, noona Hyejin era sumamente inteligente y siempre tenía una historia que contarme o una enseñanza que dejarme o una canción que cantarme.
Ella realmente sabía mucho sobre cultura general.

Recuerdo aquella noche, a mis siete años.

—Taetae —estábamos en el balcón de mi habitación, sentados en dos reposeras, observando las estrellas. La noche era tan suave y calma como la voz de mi nana.
La miré espectante y ella alzó su dedo frente a nosotros —Mira eso.

Ladee la cabeza y observé su dedo con curiosidad, no tenía nada fuera de lugar, a demás de su uña pintada llamativamente.
—¿Qué hay con tu dedo noona? ¿Te duele?

Ella rió —No, Taetae, estaba señalando el cielo. No era mi dedo lo que tenías que mirar.
Aún eres un niño.

—Oh —miré hacia abajo sintiéndome tonto, pero me enderecé rápidamente para verla. —¡Noona! Es una de tus enseñanzas, ¿no es así?

—Sip —aplaudí emocionado, me gustaban sus refranes. — Recuerda, Tae —señaló de nuevo y miré — "Cuando el dedo apunta a la luna, el tonto mira el dedo" —sonrió y me miró.

—¡Noona! ¡Ahora sí veo a la luna!

—Lo sé, Taetae, sólo debías aprender.

—Ujum... ¿Y eso significa?

—No te niegues a ver lo maravilloso, como lo es la luna, por distraerte contemplando un simple dedo. —picó mi nariz. —Taetae, tú eres una ternura de persona, te mereces lo mejor. Por favor, no dejes de ver la luna nunca más.

—¡Lo entiendo noona! ¡Ningún dedo me detendrá!

— ¿Quieres ver la luna Taehyung?

—¡Sí!

Los Matices De La Palabra Amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora