Hola chicxs! Antes de comenzar me gustaría contarles que esta fic es otra adaptación de una historia que me encantó. La historia es muy diferente a la otra (La noche casi perfecta). En este se van a encontrar con muuuucho smut y kinks asociado a la exploración que Gabriel está atravesando. A pesar de eso tiene una historia de fondo que se va a ir desarrollando de a poco.
A veces puede ser morboso, pero bueno... es un mimito que me estoy haciendo y que espero compartan.
Bueno no jodo más, de lleno a la historia y directo a la piscina.
••••••••••••••••••
Debería existir una ley en contra de levantarse antes de las 12.
Renato entró al bar, retirándose el flequillo de la frente. Debería haberse afeitado el bigotín antes de salir de casa, y quizás, debería haber tomado una remera del armario en vez de esa que encontró en el piso. Se sentía un completo desastre.
Pero en realidad no es su culpa. ¿A quién se le ocurría hacer negocios a las once de la mañana?
Bueno, tal vez a un montón de gente.
Pero esas personas no tuvieron que cerrar un bar la noche anterior. El castaño se acostó pasadas las cinco, y ya era la octava noche consecutiva que tenía que cerrar el bar. Tenía todo el derecho a sentirse molido y bostezar durante toda la reunión que se avecinaba.
Gabriel ya lo estaba esperando en la puerta, sonriéndole a Renato como si supiera lo cansado que se sentía. "¿Sabes lo que es tomarte un día libre, Tato?" preguntó.
Renato le dio una palmada en el hombro, luego sacó las llaves y abrió la puerta que parecía que había cerrado hace tan sólo cinco minutos. "Ya quisiera. No me han dado tregua por lo menos en las últimas dos semanas", admitió el castaño.
Los empleados que abrían el bar cada día, cuando aún brilla el sol y los vasos siguen limpios, siempre dicen que el lugar se ve deprimente así. Vacío. Extraño. Demasiado silencioso. Pero a Renato le encanta. Le da una sensación de ansiedad y anticipación, como cuando se prepara para una cita. El castaño se dedicó a mover un par de sillas para abrir el camino. Gabriel lo seguía, sonriendo para sí mismo.
Dolh. Su bar.
Una de las pocas cosas que ha hecho bien en su vida.
Esta noche, va a brillar con luces doradas y centelleantes. Va a estar lleno de personas, riendo y charlando, los vasos chocando y la música sonando. Y Renato va a estar aquí nuevamente, asegurándose de que todo salga perfecto.
"Entonces, ¿qué me tenes?" pregunta el rizado, sacando un notebook del bolso que llevaba en su hombro.
"Dame un segundo. ¿Queres algo de beber?"
"Yo saco algo, tranqui" se encogió de hombros Gabriel, dejando sus cosas para dar vuelta a la barra.
Renato asintió y se dirigió hacia la parte trasera del local, en donde se encontraba su oficina, para buscar su computador. Lanzó sus llaves sobre el escritorio y miró la agenda para saber quién vendría de turno al bar para preparar las cosas en unas cuantas horas más. Cuando regresó a la parte delantera, encontró a Gabriel concentrado en unos papeles, bebiendo agua de una botella.
"Toma" Renato le entregó su notebook, con el inventario listo para que lo chequeara Gabriel. El castaño se distrajo pensando si tendría tiempo de pegarse una siesta antes de tener que ducharse y volver para el turno.
Gabriel empezó a teclear algunos números. Cuántos barriles de cerveza han consumido, de qué tipo, cuántos han quedado, cuáles eran las que se vendían más y cuales estaban quedando estancadas.
Renato era un conocedor de todos los tipos de alcohol, pero en realidad, no le interesaba mucho esta parte del negocio. Mientras tuviera suficiente guita para pagar las deudas, estaba satisfecho. No necesitaba conocer esos detalles tan aburridos. Es por eso que tenía a personas como Gabriel para que lo ayudaran con eso. Había un montón de cervecerías que querían abastecer su local, pero Gabriel era el único en el que confiaba. Además de que los productos que ofrecía el rizado eran de buena calidad y estaban a buen precio, Gabriel era un perfeccionista al que le gustaba mantener a sus clientes satisfechos. Eso significaba que el rizado tenía que llevar un inventario meticuloso de todo lo que se vendía en Dolh, porque sabía que el castaño no lo haría.
Renato con el tiempo, había aprendido que debía dejar solo a Gabriel mientras hacía esto. Se dedicaba a practicar sus movimientos en la mesa de pool o a reponer la estantería, cualquier cosa que no requiriera conversación. Gabriel se concentraba a fondo en su trabajo.
El castaño intentaba no mirar mucho. Sería grosero y raro de su parte. Pero a veces no podía evitarlo. Gabriel era tan... distinto a él. Aunque el chico estuviera ocupando un jean y una remera simple, con una gorra hacia atrás, el rizado siempre parecía mantener una compostura que Renato nunca pudo lograr. Gabriel tenía unos lentes de sol sobre la gorra, y aun así tenía ese aire de autoridad mientras achinaba los ojos para mirar la pantalla, con un lápiz entre los labios. Parecía un chabón muy maduro.
También se podría decir que Gabriel siempre se veía un poco tenso y recatado, pero el castaño suponía que su actitud era parte del éxito que ha logrado. Tal vez si Renato pusiera un poquito más de esfuerzo en esa parte de él – en vez de desarrollar sus capacidades para hablar con clientes borrachos – podría lograr fascinar a las personas con sus habilidades cómo un hombre de negocios.
Pero en fin, él prefería estar relajado en vez de estar con un palo metido en el culo, al contrario de Gabriel que parecía tenerlo constantemente.
"Listo", dijo el rizado después de estar casi una hora tipeando en la computadora. "La siguiente carga debería estar aquí el martes de la próxima semana. Te envié todo a tu correo".
"Gracias" sonrió Renato. "Este bar se quedaría seco de no ser por vos"
Gabriel soltó una carcajada. "De nada".
"¿Qué vas a hacer esta noche?"
Gabriel se encogió de hombros, cerrando el notebook y estirando los brazos antes de tomar la botella con agua nuevamente.
"¿Por qué no venis? Digo, si no estás ocupado. Va a tocar una banda esta noche".
"Ah, ¿si?" sonrió Gabriel, de manera abierta y amistosa. "¿Son buenos los pibes?"
"Ni puta idea" se rio Renato. "Son una banda local. No sé si alguna vez habrán tocado frente a un grupo de personas que no sean sus papás. Pero salieron bastante económicos".
Gabriel se rio con él. "Seguro. Ósea, no tengo planes. Suena divertido".
Renato vio como Gabriel se inclinaba sobre la barra con un gesto provocador, mientras abría su boca para hablar. Pareciera que algo pasó por su cabeza, porque de pronto volvió a sentarse en la silla con un gesto nervioso.
Gabriel iba a... ¿Acaso Gabriel se lo quería chamuyar?
A Renato nunca se le pasó por la cabeza que al rizado le interesaran los hombres. Y como nunca se le ocurrió esa idea, tampoco había pensado en coquetearle.
Pero... ¿podría ser?
Renato miró divertido como Gabriel empezó a guardar sus cosas, con movimientos más precisos que de costumbre, como si estuviera intentando concentrarse en lo que estaba haciendo con todas sus fuerzas. Como si estuviera un poco nervioso.
Gabriel estaba re fuerte. El chabón era hermoso. Renato se sintió un poco nervioso también cuando acompañó al rizado hasta la puerta, listo para cerrar después de que este se marchara.
"Gracias de nuevo. Te veo más tarde" dijo como si fuera un hecho, no una pregunta, esperando que así pudiera consolidar sus planes y darse un tiempo para pensar un poco más en lo que se acababa de dar cuenta.
"Nos vemos, Tato", sonrió Gabriel.
Renato observó como el rizado caminaba por la calle hasta su camioneta. Quizá estaba flasheando, pero pudo jurar que el rizado meneaba las caderas de una manera que nunca había notado. O quizá, de una manera que el rizado nunca le había mostrado.
Oooo tal vez, el castaño solo necesitaba dormir un par de horas más y dejar de armarse quilombos en la cabeza.
.....
Una larga siesta y una ducha más tarde, Renato se encontraba de vuelta en el bar. Se encontró abarrotado de trabajo desde que llegó, pero su cuerpo conocía el laburo de memoria. Su cerebro seguía estancado en Gabriel, pensando que quizá había malinterpretado toda la situación. Renato decidió que sería mejor esperar y ver cómo iban las cosas con el rizado.
Tal vez Gabriel solo estaba siendo Gabriel. Quizá él chabón era así con todas las personas. No era como si se conocieran mucho tampoco. A parte de las charlas que tenían por negocios cuando les tocaba trabajar juntos, no conversaban ni salían de joda. Renato probablemente se estaba armando un quilombo en la cabeza de la nada.
Bueno eso pensó hasta que Gabriel apareció en el bar.
Bastó con que Renato lo mirara una sola vez para darse cuenta que no estaba flasheando nada.
Gabriel estaba vestido con un jean apretado y oscuro. Unos que Renato nunca le había visto en sus interacciones por trabajo. Dios, el chabón estaba para morfarselo crudo. Los pantalones se ceñían a sus muslos, y la camisa le apretaba los hombros. El castaño se quedó embelesado en lo ancho de sus hombros. En lo fuerte y amplio del cuerpo del chico, en comparación con el cuerpo delicado de una mujer.
El rizado estaba sonriendo pícaro, como si hubiera descubierto un secreto, mirando a Renato mientras se dirigía la barra.
"¡Hola!"
"¡Eu!" sonrió el castaño, respondiendo instantáneamente al entusiasmo en el tono de Gabriel. "¡Me alegro que hayas podido venir!"
Gabriel se inclinó hacia delante para que el castaño lo pudiera escuchar sobre el ruido del bar. Renato copió su movimiento, sin poder detener la sonrisa idiota que le provocaba la curiosidad de saber a dónde podrían llegar con todo esto.
"Debería venir más seguido. A veces se me olvida lo divertido que es este lugar".
Renato resplandeció de orgullo, sonriendo tan amplio que le llegaron a doler los cachetes. "¿Queres algo de beber?"
Esperaba que Gabriel pidiera su típica botella con agua, o quizá una cerveza, pero el rizado se lamió los labios y dijo "Whiskey. Uno doble".
Renato decidió en ese momento que su misión sería llevarse al rizado a su departamento al término de la noche. No se esperaba esto cuando despertó en la mañana, pero bueno, así es la vida ¿no? ¿Por qué no intentarlo?
La noche transcurrió y Gabriel continuó en el bar, aun cuando Renato se encontró demasiado ocupado como para mantener una conversación con él. Sin embargo, no le quitó el ojo de encima. Gabriel se alejó de la barra para sentarse en una mesa con Minerva, una de sus bartender, que venía al local incluso cuando tenía la noche libre. Esta noche, la chica andaba presumiendo su nuevo tatuaje en el muslo, que mostraba con ese corto vestido veraniego. Ambos bebían whiskey a la par, pero Renato notó que Gabriel nunca la tocó mientras conversaban. El chico solo se inclinó sobre su asiento y mantuvo la distancia.
Cuando la chica se levantó para acercarse al pequeño escenario en donde estaba tocando la banda, Gabriel se unió a un juego en la mesa de pool, justo en la línea visual que tenía Renato desde la barra. Para el castaño no pasaba desapercibido la soltura con la que se manejaba el rizado, como si fuera dueño de casa. Ni tampoco pasó desapercibido el culo firme y redondo que exhibía cada vez que se inclinaba para jugar.
La banda siguió tocando y la afluencia en la barra comenzó a disminuir cuando las personas empezaron a migrar hacia el escenario. La música no era de lo mejor, pero era bastante buena cómo para mantener contentos a los clientes que ya se encontraban en pedo. Renato sonrió escuchando los gritos y porras, mientras fregaba el mesón y respiraba profundamente.
Ahora Gabriel había desaparecido de su vista.
"Ya estamos más tranqui, Tato" le dijo Fausto, tomando el trapo que tenía en sus manos. El chico era su mano derecha en el bar, y el mejor coordinador de turnos que pudiera desear. "Agus y yo nos podemos hacer cargo. Anda a casa y duerme un poco".
Renato sonrió "Te voy a tomar la palabra, pero no estoy cansado"
"Entonces, a escabiar" se rio Fausto. "Encontrá a algún pibito que quiera garche, no sé. Pero salí de acá, ¿ok?"
"Trato hecho"
Renato se sirvió un shot de tequila que se bajó de una y se dirigió hacia la escalera mientras sentía cómo el alcohol le quemaba la garganta. Tenía claro que Gabriel no se encontraba en la planta baja, y tenía la esperanza de que aún no se hubiera ido. La única opción era que estuviera en la parte clausurada, en donde los empleados armaban su joda privada después de terminar su turno.
Antes de ver a Gabriel, pudo escuchar su risa retumbando en las paredes. Renato siguió el sonido, hasta que lo encontró con una cerveza en la mano compartiendo con Minerva, Gastón y Stefi.
Renato sonrió mientras acercaba una silla, y la daba vuelta para sentarse con el pecho presionado al respaldo. "Me doy cuenta que encontraste la parte más aburrida del bar para pasar el rato" dijo, con los ojos centrados en Gabriel.
"¿Qué decís? Los chicos me salvaron la noche. Vos me prometiste buena música en vivo, pero esos pibitos no saben tocar una mierda. Mine me rescató antes de morir de aburrimiento".
Aparte de estar como quiere, el chabón era adorable. ¿Cómo era posible que Renato no se hubiera dado cuenta antes? Ósea, si, el castaño sabía que Gabriel era un chico atractivo, pero verlo así, tan relajado y seductor, era montón.
"Bueno che, eligieron el peor lugar para esconderse", replicó Renato. "Tenemos un desastre aquí"
El lugar se encontraba en plena ampliación y remodelación. En unos meses, se convertiría en una nueva área del bar. Una zona más tranquila y exclusiva para que las personas pudieran relajarse e incluso cenar algo decente. Pero por ahora, todo estaba envuelto en bolsas plásticas y material de construcción, sólo había una mesa y unas pocas sillas que ocupaban los empleados cuando querían tomarse un break del trabajo en la planta baja.
"A Gabi no le importa" sonrió Stefi. "Estábamos jugando al 'Yo nunca'"
Renato rodó los ojos. "¿Posta?, cuánto tienen, ¿12 años?"
"Dale, boludo", Gastón sacó una botella de birra helada del cooler y se la lanzó a Renato. "Es entretenido"
Renato aceptó la botella y la abrió en el borde de la mesa "Si vos decís"
"Genial, entonces" sonrió Mine. "Es mi turno".
Renato atrapó la mirada de Gabriel, mientras la chica se tomaba su tiempo para pensar. Gabriel bajó la mirada un poco tímido, mientras usaba sus dedos largos para jugar con los bordes de la etiqueta de su botella.
"Yo nunca... he cogido con alguien del trabajo". Mine miró inmediatamente a Gastón y Stefi. Ambos se pusieron colorados mientras bebían y miraban a cualquier lado para no tener contacto visual.
Renato soltó una risa. "¿Qué pasó ahí?" dijo bromeando.
"¿Y vos, Tato, no bebes?" preguntó Mine.
"No", contestó Renato de manera honesta. "¿Vos, Gabi?"
"No, yo tampoco"
Continuaron jugando por un rato. El castaño lo estaba pasando mejor de lo que esperaba. Las situaciones que ponían los chicos eran demasiado ridículas y estaba conociendo más detalles de lo que le gustaría saber de sus empleados.
Más tarde, Gastón y Stefi se marcharon, inventando excusas de que cada uno tenía sus propios planes. Nadie les creyó. Minutos después, Mine comenzó a limpiar y retirar las botellas vacías.
"Ya es tarde, chicos" dijo suspirando. "Mejor me voy antes de que me pidan que me quede a ayudarles a cerrar el local".
Renato miró su reloj. ¿Ya eran las 3 de la mañana? Podía escuchar a Fausto en la planta baja, echando con tono alegre y educado a los pocos clientes que quedaban para poder cerrar. En una media hora, no quedaría nadie, ni siquiera el personal. Renato no tendría excusa para mantener a Gabriel aquí por más tiempo.
"Mine es una tramposa" dijo Renato, preguntándose cómo podía hacer para alargar la noche.
Gabriel lo hizo por él. "Yo Nunca... he filmado algún video sexual"
Ok. ¿Quiere seguir jugando? Renato puede seguirle la corriente.
"¿Nunca?" preguntó Gabriel.
"Ósea, he tomado fotos subidas de tono. Pero ¿grabar?, nunca".
Renato observó los preciosos ojos verdes de Gabriel mientras bebia un largo trago de su cerveza. El rizado se sonrojó un poco.
"¿Fue divertido?"
No tan divertido como las cosas que me gustaría hacerte, pensó el castaño. "Si", dijo encogiéndose de hombros. "Supongo".
"Ok. Tengo una pregunta para vos".
Gabriel se removió en la silla, incapaz de mirarlo a los ojos. Renato intentaba con todas sus fuerzas que no se le parara la pija dentro de su ropa interior. Ahora venía la pregunta. Gabriel se iba a lanzar. "Decime".
"¿Es cierto eso de que nunca has cogido con alguien con quien trabajas?"
"Si. Es cierto" admitió Renato. "Nunca me pareció una buena idea. Aunque hay algunos chicos con los que trabajo que me podrían hacer cambiar de idea."
Pareció como si Gabriel no tuviera ninguna reacción ante sus palabras, por lo que decidió presionarlo un poco más. Ya se había atrevido a ir más lejos, así que ahora no pensaba echarse para atrás. "¿Y vos, Gabi? ¿Nunca le echaste el ojo a algún chico del trabajo?"
Finalmente Gabriel lo miró a los ojos. "En realidad, nunca me he acostado con un chico. Ni del trabajo ni de ninguna parte".
A Renato se le cayó la mandíbula. Mierda, mierda, mierda.
"Per-perdón..." tartamudeó. "No quise... Digo, yo- yo pensé..."
Gabriel sonrió un poco. "Está bien. No me ofendiste ni nada".
Renato sintió como la decepción se acumuló en su estómago. De verdad, se había ido al carajo con todo esto. No entendía. Gabi se había comportado tan... bueno, ya no importa. El castaño se había equivocado y ahora tenía que zafarse sutilmente de la cagada que se había mandado para que las cosas no se pusieran raras entre los dos.
Todavía estaba tratando de pensar qué decir cuando Gabriel volvió a hablar.
"Nunca he estado con un chico... pero eso no significa que no se me haya pasado la idea por la cabeza"
El castaño se sentía cada vez más mareado con esta conversación.
"¿Ah?" fue todo lo que Renato pudo responder.
Gabriel desvió la mirada, tímido de nuevo ahora que había dicho lo que tenía en su cabeza. Renato se tomó un tiempo para recuperar la compostura y averiguar cómo tratar el tema. Finalmente decidió simplemente tirarse a la piscina. "¿Te gustaría? Digo, ¿Garchar con un chico?"
Gabriel levantó la cabeza sorprendido, con los cachetes rojos.
"Si vos queres" continuó Renato, "podrías intentarlo conmigo"
"¿Me lo dices en serio?" preguntó Gabriel. Su voz sonaba plana, pero su cuerpo decía otra cosa. Estaba inclinado hacia delante, mordiéndose los labios y respirando un poquito rápido. Renato no bajó la vista, pero estaba seguro que Gabriel tenía una erección bajo el cierre de su pantalón.
"Si", sonrió Renato. "En serio. Si vos queres"
Gabriel se rio suave, como si no pudiera creer que estuvieran teniendo esta conversación. "Ni siquiera sé las boludeces que estoy diciendo" admitió. "Nunca antes había mirado así a un hombre. Pero un día..."
"¿Un día qué?"
"Un día pasó. No sé. No me lo he podido sacar de la cabeza". Gabriel miraba alrededor. Renato sabía que el rizado estaba diciendo más de lo que le había dicho a otra persona, o incluso a sí mismo. Había un silencio total en la planta baja. Se encontraban completamente solos.
Estaban en medio de la noche, sentía el alcohol en su cabeza pero lo justo y necesario para sentirse tranquilo y relajado. Y ahora estaba con este chico hermoso que quería averiguar si le gustaría acostarse con otro hombre.
Con esta suerte, Renato debería comprarse un boleto de lotería.
El castaño optó por hablar con plena honestidad. "Gabi, si queres probar, podemos hacerlo. Sería divertido. Y no tendrías que preocuparte por nada. Vos me conocés y confías en mí. Sabés que no estoy esperando nada a cambio de vos".
Gabriel bebió un último trago de su cerveza y dejó la botella sobre la mesa. "¿Qué-qué tenes en mente?"
"¿Qué tenes vos en mente? Vos sos el que nunca ha probado con un hombre"
Gabriel asintió y se puso de pie, mientras el castaño se permitía apreciar completamente al rizado por primera vez en su vida. Verlo así, sabiendo que estaba bien, que estaba permitido recorrerlo con sus ojos, quiso aprovechar la oportunidad para saborear cada centímetro, evaluando hasta el mínimo detalle. Y todo lo que veía le calentaba la sangre más y más.
"Si yo quisiera hacerlo... ¿Estaría bien que fuera sólo por esta noche? ¿Qué fuera sólo sexo?"
Renato asintió, ignorando la pequeña voz en su cabeza que decía que iba a necesitar más de una noche para enseñarle a Gabriel todo lo que quería hacerle. "Lo que vos quieras".
"Me gustaría besarte"
Renato se sentó derecho, levantando la mano para atraer a Gabriel desde su camisa, forzándolo a inclinarse. Chapar. Chapar era algo que Renato sabía hacer muy bien.
Aunque el castaño no estaba preparado para Gabriel.
El beso empezó lento. Al rizado le tomó un minuto agarrarle el ritmo, antes de devolverle el beso como correspondía. Durante ese minuto, Gabriel se quedó de pie, quieto y en silencio, dejando que Renato hiciera todo el trabajo. Pero sus labios eran suaves y llenos, olía a la mejor combinación entre perfume y sudor, y su cuerpo se encontraba cálido al tacto. Así que a Renato no le importo mucho que el chico no participara activamente.
Despacio, Gabriel se dejó ir, y poco a poco comenzó a devolverle el beso. Sus labios se unieron, empujaron y tiraron el uno del otro, Renato dejó que sus dedos bailaran por la espalda del rizado, atrayéndolo suavemente. Gabriel suspiró despacito, dándole la oportunidad al castaño de deslizar su lengua en la boca del otro, de besarlo en serio, profundo y húmedo.
Cuando se separaron para respirar, los ojos de Gabriel estaban muy abiertos y sorprendidos.
"¿Y bien?" preguntó Renato, confiado en que la respuesta de Gabriel sería positiva, ya que se había permitido echarle un vistazo a la erección que el rizado no podía ocultar del todo.
Gabriel no respondió. En cambio, se puso de rodillas entre las piernas abiertas de Renato, moviendo sus manos para tomar la cara del castaño y atraerlo para otro beso. Esta vez, caliente y sucio. Gabriel se dejó ir por completo, deslizando sus manos por el pelo del castaño y tirando despacio de él para obtener un gemido bajo que quedó atrapado entre sus bocas.
"¿Lo estoy haciendo bien?" susurró Gabriel, arrastrando sus manos por el torso del menor hasta llegar al botón de sus pantalones.
Renato pensaba que deberían tomar sus cosas e irse a su departamento. Esta no era la mejor manera de hacerlo por primera vez con Gabriel. El castaño sentía que debería demostrar mayor preocupación por el otro.
Pero Gabriel estaba al frente suyo, bajando su cierre despacio, y lamiéndose los labios. Dios, así no podía pensar en nada.
"Si, si. Vas muy bien" dijo Renato incentivándolo a seguir. El castaño levantó sus caderas para ayudarlo.
Gabriel bajó sus jeans y boxers hasta los muslos, liberando su pija pero aun sin tocarla. Tomando una respiración profunda preguntó "¿Y ahora qué hago?"
"Podes empezar por hacer lo que te gusta que te hagan a vos", sugirió Renato. No era como si Gabriel fuera a cagarla haciéndo un pete. Cualquier cosa que hiciera con esa boca iba a sentirse bien. De eso estaba seguro.
Y la puta madre. Qué bien que se sentía.
Gabriel comenzó lento. Renato prácticamente podía escuchar a su cerebro trabajar mientras pensaba en cada movimiento que hacía. Empezó depositando un simple beso en el estómago bajo de Renato, luego con mucho cuidado envolvió sus dedos alrededor del miembro, apenas masajeando mientras bajaba lentamente su cabeza. La primera caricia con su lengua fue vacilante, como si estuviera preocupado de que no le fuera a gustar el sabor. La segunda fue más larga y húmeda, una línea larga desde el medio de su pija hasta la cabeza.
"Mierda" gruñó Renato, dejándose caer en la silla y deseando que esta tuviera reposabrazos para poder sujetarse a algo. Lo único que pudo hacer fue agarrarse firme a los bordes para sostenerse.
Gabriel pareció tomar confianza después de eso. Movió la lengua por la punta, jugando con la hendidura y presionando en ese lugar sensible bajo la cabeza. Lamió de arriba hacia abajo como si Renato fuera su nuevo chupetín.
Se movió un poco incómodo cuando empezó a chupar, sacudiendo la cabeza un poco más de lo necesario y casi ahogándose en el intento. Probó un par de cosas diferentes hasta que encontró el ritmo que más le gustó. Renato apretó con fuerza sus ojos e intentó no correrse mientras Gabriel seguía explorando.
El castaño pensaba en su interior que debería hacer algo, hablarle, enseñarle o por último, incentivarlo. Por Dios, él debería ser el que le estuviera haciéndole un pete a Gabriel, teniendo en cuenta que esto que estaban haciendo era para complacer al rizado. Pero tal vez Gabriel si sentía placer haciendo esto. Quizá el mayor quería averiguar si podía disfrutar haciendo un pete tanto como disfrutaba recibiéndolo.
Renato tuvo que frenarlo ante ese pensamiento.
"Perdón, no quise... ¿Hice algo mal?"
"No" jadeó Renato, apretando la base de su pija y tratando de calmar los latidos de su corazón. "Eso fue perfecto".
Gabriel sonrió, complacido y orgulloso. "Entonces déjame terminar"
"No, espera. Quiero enseñarte otra cosa. Sácate los pantalones".
Como un alumno entusiasmado, Gabriel se puso de pie inmediatamente y bajó sus pantalones y ropa interior de un tirón, luchando un poco para sacarse un zapato y quedar con una pierna completamente libre.
Renato movió sus manos y tomó las caderas del rizado, enterrando sus dedos en el cuerpo musculoso y tirando del chico para que cayera sobre su regazo, sentándose a horcajadas sobre él, sus miembros rozándose entre sus estómagos.
"Oooh" gimió Gabriel, inclinándose para apoyarse en los hombros del castaño.
"¿Te gusta cómo se siente?"
"Mmhmm"
Renato sonrió y rodeó con un brazo la cintura del rizado, luego escupió sobre su otra mano antes de deslizarla para envolverla alrededor de ambas erecciones, frotándolas juntas mientras los masturbaba.
No duraron mucho tiempo. Gabriel embistió en su puño como si estuviera desesperado, apoyó sus labios en el cuello del castaño mientras dejaba escapar pequeños gruñidos hasta que Renato lo hizo alcanzar el orgasmo rápido y brutal. Pudo sentir como todos los músculos de cuerpo del rizado se tensaban mientras se corría, temblando y retorciéndose en el regazo del castaño mientras su semen, cálido y espeso escurría entre los dedos de Renato. Con eso bastó para llevar al límite al menor, haciéndolo acabar también, aspirando el olor de Gabriel mientras empeoraba el desastre entre el abdomen de ambos.
Gabriel se quedó en un extraño silencio, mientras el castaño cambiaba sus posiciones. Agarró algunas servilletas de la mesa y los limpio a ambos lo mejor que pudo. Los dos seguían un poco pegajosos, pero estaban lo suficientemente limpios como para vestirse y poder irse.
"¿Estás bien?"
Gabriel asintió de inmediato, poniéndose el zapato y arreglándose los pantalones. "Si, estoy bien. Eso fue... estuvo mucho mejor de lo que me esperaba".
Renato intentó sonreír, pero había algo en la voz de Gabriel que lo hizo sentir inseguro. ¿Deberían hablar de lo que acababa de ocurrir?
"Mira, yo vivo en un edificio que está a un par de cuadras. Si queres- eh, podemos ir y conversar. Mañana tengo el día libre, así que podemos pasar el rato hasta la hora que vos quieras. Ósea si... si vos queres.
"No, no. Está todo bien".
Renato no se movió, sólo se quedó mirando a Gabriel hasta que este le devolvió la mirada.
"Posta, estoy bien" le dijo Gabriel, sonriendo un poquito. "Es sólo que... yo me debería estar yendo para la casa ¿sabes?".
"Ok. ¿Nos vemos el martes, entonces? ¿En el trabajo?"
"Si, claro". Asintió Gabriel. Se movió un poco incómodo en el lugar, y luego se inclinó para besar por última vez a Renato, corto pero dulce. "Gracias"
"No me tenes que agradecer nada" dijo Renato. "Para mí fue todo un placer"..........
Renato se fue solo a su departamento, un poco desconcertado por todo lo que había pasado en las últimas 24 horas. Para cuando había llegado a su departamento, estaba sonriendo para sí mismo. Quizá había sido una cosa de una sola vez, pero iba a convertirse en uno de sus mejores recuerdos. Renato intentó rebobinar en los acontecimientos de esa noche, tratando de memorizar todas las expresiones de Gabriel, sus manos, los sonidos que hacía.
Y cuando se quedó dormido, ya se sentía bastante bien con todo lo sucedido, con este pequeño y sucio secretito.
Un golpe en la puerta lo despertó.
Al principio pensó que se había quedado dormido o algo así. Pero cuando pudo conectar su cerebro con la realidad, recordó que era su día libre. Además nadie vendría a buscarlo a su departamento, primero lo llamarían al celular. Y por otro lado, seguía estando oscuro.
Agarró su celular de la mesita de luz y entrecerró los ojos por la luz enceguecedora. La hora que indicaba el dispositivo le informaba que sólo se había quedado dormido por media hora.
Caminó medio dormido hasta la puerta y miró a través de la mirilla. Gabriel estaba parado ahí, bajo las luces fluorescentes del pasillo.
"¿Gabi?", destrabó el pestillo y abrió la puerta. "¿Gabi, pasó algo?"
Gabriel se metió las manos en los bolsillos y se encogió de hombros. "Disculpame por aparecer así de la nada".
"No, no. Tranquilo. ¿Queres entrar?"
Gabriel asintió y dio un par de pasos al interior del lugar, lo justo para que Renato pudiera cerrar la puerta detrás de él.
"¿Qué pasa?"
Gabriel sonrió como a un nene que lo atraparon haciendo travesuras. "Es que me estaba preguntando... si yo todavía sintiera curiosidad por los chicos... ¿podríamos probar algunas cosas más?".•••••••••••••••••
Chicxs si les interesa la historia háganmelo saber con sus comentarios y la continuaré. Espero les haya gustado el primer capítulo 💜💜💜

ESTÁS LEYENDO
Curiosidad
FanficGabriel es dueño de una cervecería que abastece el bar de Renato. Y eso es todo. Hasta ahí llega su relación. Renato es inmune a la perfección y los encantos del otro chico, sobretodo, teniendo en cuenta que Gabriel es el epítome de la heterosexuali...