Lunes, 23 de diciembre - Jueves, 26 de diciembre
Erika pasó todo el fin de semana con Mikael Blomkvist. No abandonaron la
cama más que para ir al baño o comer un poco, aunque no sólo hicieron el amor;
también pasaron horas y horas acostados pies contra cabeza hablando del futuro,
sopesando sus consecuencias, sus posibilidades y sus riesgos. El lunes por la
mañana, un día antes de Nochebuena, Erika le dio un beso de despedida —until
the next time— y volvió a casa, con su marido.
Ese día Mikael lo dedicó, primero, a lavar los platos y a limpiar el
apartamento, y luego a dar un paseo hasta la redacción para recoger las cosas de
su despacho. No tenía ninguna intención de dejar la revista, pero finalmente
consiguió convencer a Erika de que, durante un tiempo, era importante mantener
alejado a Mikael Blomkvist de Millennium. A partir de ahora pensaba trabajar
desde su casa, en Bellmansgatan.
Se encontraba solo en la redacción. Habían cerrado por Navidad y los
empleados ya se habían largado. Estaba clasificando y metiendo papeles y libros
en una caja de cartón para hacer la mudanza, cuando sonó el teléfono.
—¿Me podría poner con Mikael Blomkvist? —preguntó una voz desconocida,
que sonaba esperanzada al otro lado de la línea.
—Soy yo.
—Perdone que le moleste el día antes de Navidad. Mi nombre es Dirch
Frode. —Mikael apuntó, de manera automática, el nombre y la hora—. Soy
abogado y represento a un cliente que tiene muchas ganas de hablar con usted.
—Bueno, pues dígale a su cliente que me llame.
—Quiero decir que desea conocerle en persona.
—De acuerdo, concierte una cita y luego diríjale aquí, a la oficina. Pero debe
darse prisa porque estoy recogiendo mi mesa.
—A mi cliente le gustaría mucho que fuera usted quien lo visitara a él. Reside
en Hedestad, a tan sólo tres horas de tren.
Mikael dejó de ordenar papeles. Los medios de comunicación tienen la
capacidad de atraer a la gente más chiflada, esa que acude con observaciones e
ideas de lo más disparatado. Todas las redacciones del mundo reciben llamadas
de ufólogos, grafólogos, cienciólogos, paranoicos y todo tipo de aficionados a
teorías conspirativas.
En una ocasión Mikael había asistido en la sede de la Asociación Cultural
Obrera a una conferencia del escritor Karl Alvar Nilsson con motivo del
aniversario del asesinato del primer ministro Olof Palme. La conferencia era
completamente seria y entre el público se encontraban el ex ministro Lennart
Bodstrom y otros viejos amigos de Palme. Pero también se había presentado un
número asombrosamente elevado de investigadores aficionados. Entre ellos, una