Capitulo 1

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Viernes, 20 de diciembre

El juicio, inevitablemente, ya había terminado y todo lo que se había podido

decir estaba ya dicho. Ni por un momento le cupo la duda de que lo iban a

declarar culpable. El fallo se hizo público, por escrito, el viernes a las diez de la

mañana; ya sólo quedaba el análisis final de los reporteros que esperaban en el

pasillo del juzgado.

Mikael Blomkvist los vio a través de la puerta abierta y se detuvo un instante.

No quería hablar de la sentencia que acababa de recoger, pero sabía, mejor que

nadie, que las preguntas resultaban inevitables, y que debían ser hechas y

contestadas. « Así es como se siente un delincuente al otro lado del micrófono» ,

pensó. Algo incómodo, irguió la cabeza y se esforzó en sonreír. Los periodistas le

correspondieron y le saludaron amablemente con movimientos de cabeza, casi

avergonzados.

—A ver... Aftonbladet, Expressen, la agencia TT, TV4... ¿Y tú de dónde

eres...? ¡Anda!, del Dagens Industri. Me he hecho famoso —constató Mikael

Blomkvist.

—Danos una buena frase, Kalle Blomkvist —dijo el reportero de uno de los

dos grandes periódicos vespertinos.

Mikael Blomkvist, cuyo nombre completo daba la casualidad de que era Carl

Mikael Blomkvist, se obligó, como siempre, a no hacer muecas de desaprobación

al escuchar su apodo. En una ocasión, hacía veinte años, cuando tenía veintitrés y

acababa de empezar su primer trabajo como periodista —una sustitución de

verano—, Mikael Blomkvist, sin mérito alguno, y por puro azar, desenmascaró a

una banda de atracadores de bancos que, durante dos años, había cometido cinco

espectaculares atracos. No cabía duda de que se trataba de la misma banda en

todas las ocasiones; su especialidad era entrar con un coche en pequeñas

poblaciones y robar uno o dos bancos con una precisión prácticamente militar.

Llevaban máscaras de látex que representaban a personajes de Walt Disney,

razón por la que se les bautizó, en una jerga policial no del todo exenta de lógica,

como la banda del Pato Donald. No obstante, los periódicos la rebautizaron como

la banda de los Golfos Apandadores, que les pegaba más, teniendo en cuenta que,

en dos ocasiones, sin ninguna consideración y sin preocuparles aparentemente la

seguridad de las personas, dispararon varios tiros al aire para amenazar a la gente

que pasaba o que les parecía demasiado curiosa.

El sexto atraco se cometió en la provincia de Östergötland en pleno verano.

Se dio la circunstancia de que un reportero de la radio local se hallaba en el

banco precisamente cuando se produjo el golpe y reaccionó como correspondía

a su oficio. En cuanto los atracadores abandonaron el banco se fue a una cabina

La chica del dragón tatuadoWhere stories live. Discover now