Lunes, 6 de enero - Miércoles, 8 de enero
Mikael continuó leyendo hasta bien entrada la noche, de modo que el día de
Reyes se levantó tarde. Al llegar a casa de Henrik Vanger, vio un Volvo azul
marino último modelo aparcado justo delante de la puerta. En el mismo
momento en que Mikael puso la mano en el picaporte de la puerta, ésta se abrió y
un señor de unos cincuenta años salió apresuradamente. Casi chocaron.
—¿Sí? ¿Le puedo ayudar en algo?
—Voy a ver a HenrikVanger —contestó Mikael.
Al hombre se le suavizó la mirada. Sonrió y le tendió la mano.
—Ah, tú debes de ser Mikael Blomkvist, el que va a ay udar a Henrik con la
crónica familiar.
Mikael asintió y le estrechó la mano. Al parecer, Henrik Vanger había
empezado a difundir la cover story de Mikael, la que explicaba por qué se
encontraba en Hedestad. El hombre tenía sobrepeso —resultado, sin duda, de
muchos años de arduas negociaciones sentado en oficinas y salas de reuniones—,
pero Mikael vio enseguida que sus facciones recordaban a las de Harriet Vanger.
—Soy Martin Vanger —le confirmó—. Bienvenido a Hedestad.
—Gracias.
—Te vi en la tele hace unos días.
—Parece que todo el mundo me ha visto en la tele.
—Es que Wennerström... no es una persona muy popular en esta casa.
—Ya me lo ha dicho Henrik. Aunque sigo esperando el final de la historia.
—El otro día me comentó que te había contratado —de repente Martin
Vanger se rió—. Dijo que seguramente aceptaste el trabajo por Wennerström.
Mikael dudó un instante antes de decidirse a sincerarse.
—Sí, bueno, ésa ha sido una razón de peso, pero la verdad es que,
francamente, necesitaba salir de Estocolmo, y Hedestad apareció en el momento
oportuno. Bueno, eso creo. No voy a hacer como si el juicio nunca se hubiera
celebrado. Lo cierto es que iré a la cárcel.
Martin Vanger, repentinamente serio, asintió con la cabeza.
—¿Puedes recurrir la sentencia?
—En este caso no serviría de nada.
Martin Vanger consultó su reloj.
—Debo estar en Estocolmo esta misma tarde, así que me voy ya. Volveré
dentro de unos días. Ven a cenar conmigo alguna noche. Me gustaría saber qué
ocurrió realmente en aquel juicio.
Volvieron a estrecharse la mano; Martin Vanger bajó las escaleras y abrió la
puerta del Volvo. Se dio media vuelta y le gritó a Mikael:
—Henrik está en la planta de arriba. Entra.
Henrik Vanger estaba sentado en el sofá de su despacho; encima de la mesa