Capítulo 29.

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Sábado, 1 de noviembre - Martes, 25 de noviembre

Lisbeth Salander navegaba por el ciberimperio de Hans-Erik Wennerström.

Llevaba más de once horas pegada a la pantalla del ordenador. Aquella incipiente

idea que tuvo en Sandhamn y que se había materializado en algún recóndito

rincón de su cerebro durante la última semana se había convertido en una

obsesión. Durante cuatro semanas se aisló en su apartamento haciendo caso

omiso a todas las llamadas de Dragan Armanskij. Se pasaba doce o quince horas

al día delante de su portátil, y el resto del tiempo meditaba sobre ese mismo

problema.

Durante el último mes había mantenido un esporádico contacto con Mikael

Blomkvist, que estaba igualmente ocupado y obsesionado con su trabajo en la

redacción de Millennium. Hablaban por teléfono un par de veces por semana y

ella le mantenía al día de la correspondencia de Wennerström y los demás

asuntos.

Por enésima vez repasó todos los detalles. No es que temiera haberse perdido

alguno, pero no estaba segura de haber comprendido la relación entre todas esas

intrincadas conexiones.

El célebre imperio de Wennerström era como un organismo deforme que

latía con vida propia y cambiaba constantemente de forma. Estaba compuesto de

opciones, obligaciones, acciones, participaciones en sociedades, intereses por

préstamos, intereses por ingresos, depósitos, cuentas, transferencias y miles de

cosas más. Una parte extraordinariamente grande del capital se había invertido

en empresas buzón donde unas eran dueñas de otras.

Los análisis más optimistas del Wennerstroem Group, realizados por

economistas de poca monta, calculaban que su valor ascendía a más de

novecientos mil millones de coronas. Una simple mentira o, por lo menos, una

cifra tremendamente exagerada. Pero Wennerström no era un muerto de

hambre. Lisbeth Salander estimó que en realidad la cifra se situaba en torno a

unos noventa o cien mil millones, lo cual no era moco de pavo. Hacer una

inspección seria de todo el grupo llevaría años. En total, Salander había

identificado cerca de tres mil cuentas diferentes y activos bancarios distribuidos

por todo el mundo. Wennerström se dedicaba al fraude con tal magnitud que sus

actividades no se consideraban ya delictivas, sino simplemente negocios.

En alguna parte de ese deforme organismo también había sustancia. Tres

recursos aparecían constantemente en la jerarquía. Los bienes suecos fijos,

inatacables y auténticos, se encontraban expuestos a la inspección pública, a

consultas de balances anuales y auditorías. Las actividades americanas eran

La chica del dragón tatuadoWhere stories live. Discover now