Capítulo 34: Furia

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—Alexandra... —dije mirando los ojos verdes temblando en la oscuridad de la alcoba. Su sonrisa me aterraba, como también lo hacía su voz taimada e indolente.

Acababa de decir que su hija era frágil, y su debilidad se debía a ser humana. No podía creer que ella estuviera hablando de esa manera de Isabelle. La contraposición de su cruda expresión para con su hija solo me llevaban a recordar el cariño y la añoranza con la que Jensen hablaba de ella. ¿Acaso tan cruel era Alexandra como para no sentir simpatía por su propia sangre de aquella forma? Después de todo, Erick, Richard y yo éramos también de su estirpe y no le importó mucho cuando los desangró a ellos dos.

Yo respiraba agitada. El corazón quiso salirse de mi pecho en varias ocasiones y con los ojos bien abiertos, miraba los pasos de aquella mujer que, por algún desconocido motivo para mí, me aterraba tanto como me atraía todo el misterio que giraba a su alrededor: el gran amor de Jensen hacía ella, el odio de Anna, la adoración de Mason hacia su persona. Una serie de preguntas rodaban en mi trastornada cabeza, pero no podía formular ninguna. Las palabras no salían de mi boca.

Alexandra Udinov no era como la mujer que había visto en la foto de 1871, cuando aquel arriesgado periodista cubrió la trágica historia de una familia hecha pedazos. Ya no era la joven de ojos sinceros y de una admirable candidez que vi en mi laptop. Tampoco era como la niña, deseosa de atención y digna de lástima de mis pesadillas, o mejor dicho, de mis visiones. Era una mujer totalmente diferente; nueva, despótica, segura de sí misma y de su propio poderío.

Su cabello ahora era café oscuro con destellos dorados, ondulado y largo hasta la cintura. La piel pálida y los gruesos labios rojos de la sangre de mi familia me intimidaban a más no poder. Lentamente dio unos pasos dentro de la alcoba y al ver a mi hermano nuevamente amenazado por su mirada deseosa de alimento, traté de sobreponerme a mi miedo en un intento de llamar su atención.

—¡No te acerques más! —grité aterrada de su posterior reacción, pero ella solo abrió los ojos de la forma más exagerada posible e hizo una mueca de hastío para rematar su aburrimiento.

—Pensé que tendrías mucho más poder —dijo con una sonrisa plasmada en el rostro. Parecía entretenida por mi terror—. Suenas como una niña pequeña, y no como la gran diosa que una vez fuiste. ¿Qué le sucedió a tus poderes cuando caíste, Artemis? —presionó.

—¡No me llames así! —exigí con el fuego hirviendo en mis ojos—. ¿Qué buscas aquí? ¿Qué quieres?

—Mmm… Muchas cosas —respondió volteando los ojos en blanco. Su pronunciado sarcasmo me aterraba. Era toda una psicópata y de seguro estaba jugando con su postre, o sea, yo.

—¿Cómo lograste entrar aquí? —pregunté otra vez caminando hacia mi hermano, tratando de bloquear su paso hacia él. Si quería hacerle daño alguno, primero tenía que pasar sobre mí.

—Haces muchas preguntas —apuntó limpiando la sangre de su boca—. Eres una aburrida. Seguro que lo aprendiste de James.

—¡Tú no sabes nada de Jensen! —dije.
Mi error. Otra vez me puse a la defensiva.

—¡Sé más de lo que tú jamás vas a saber de él! —mi comentario la alteró y sus ojos centellearon rojos e iracundos—. De cualquier modo, fue muy fácil lograr convencer a Richard de que me dejara entrar. Por cierto, lo único que pensaba cuando estaba muriendo era en el rostro de su niñita… su pobre y huérfana pequeña que ahora nunca iba a poder oír de la boca de su padre cuanto la quería —decía divertida cruzando los brazos y arrugando el rostro en una burlesca mueca que me hizo hervir la sangre.

—¡Cállate! —grité encolerizada. No iba a permitir bajo ningún concepto que hablara así de mi padre. Ella había asesinado a lo único que me quedaba en la vida e iba a pagar con sangre lo que le había hecho a mi hermano.

La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora