Capítulo 49: Flechas al Aire

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Ya era tarde en la noche y, gracias a experiencias pasadas, la oscuridad en aquel pueblo no era muy segura para mí, quise ir mi casa sin ninguna desviación, lo cual no pude lograr. Cruzando la avenida principal vi a una joven de cabellos rubios que se me pareció a Kat. Estaba bastante apresurada y ni siquiera miraba hacia ambos los lados de la calle, solo caminaba de frente. La llamé varias veces para ver si realmente era la chica pero no contestó. Corrí tras ella y entonces la tomé por un brazo para que diera la vuelta.

—¡Kat! ¡Katherine! ¿Qué sucede…? –pregunté al ver que la chica me estaba evitando.

–¡Nada! –respondió exaltada. Me imaginé lo peor en ese momento. Nada bueno podía pasar por mi cabeza.

–¿Acaso tu padre te prohibió estar con nosotros? –pregunté enojada.

–¡No! ¡Por supuesto que no! Él no me prohibió nada –explicó extrañada de mi pregunta y hasta cierto punto ofendida.

–¿Entonces por qué no me devuelves mis llamadas o das alguna señal de tu existencia? –inquirí algo irritada por la normalidad con que aquella chica se había tomado mi preocupación.

–Elizabeth, he estado entrenando… con mi padre –me explicó calmando toda la situación.

–¿Entrenando en qué? –ahora me parecía más raro aún. Katherine sonrió y miró al suelo por unos pocos segundos. Me prometió que me explicaría todo más tarde pero estaba extasiada admirando mi ingenuidad.

–Jensen, Anna y Erick son vampiros, Sam es un hombre lobo que puede destrozar a todo el mundo en un ataque de ira. Lachlan es un ser de las profundidades que puede alimentarse tanto de sobrenaturales como de humanos y Hans es un brujo. Helena y tú son supuestamente diosas aunque no tengan todos sus poderes. Yo solo soy la humana indefensa a la que pueden amenazar de vez en vez. Soy la inútil en este equipo y si quiero servir de algún tipo de ayuda y apoyo para ti o para mí misma, lo mejor es que comience a mejorar mis habilidades para hacer caer a esos asesinos. –me decía brindándome una sonrisa bastante tranquilizadora y apacible aunque me estaba dando la impresión de que, más que prepararse para pelear, se preparaba para morir.

–Tú no eres inútil… –comenté.

–Sí lo soy… lo era. Tienes que ver lo que papá me ha enseñado –dijo entusiasmada. Ahora estaba muy segura de sí misma y así era como me gustaba ver a Katherine: la chica bella y fuerte a pesar de que se le derrumbara el mundo en sus espaldas, pero me asustaba saber qué tipo de ayuda estaba recibiendo de Jason.

A rastras me llevó a su coche que esperaba en la manzana siguiente y condujo hasta un viejo almacén en los barrios bajos que, en algún momento de la historia de ese pueblo, perteneció a una compañía maderera de la zona. Era un lugar bastante desierto y apartado. Nadie solía pasar por allí, solo las aves y las ratas nos acompañaban. Si en Valley City había un buen lugar para crear una baticueva, era allí.

Entramos y descubrí un mundo nuevo poblado de todo tipo de artefactos, tanto de fuego como armas blancas. Había desde antiguos rifles hasta pistolas de alto calibre. Fusiles, carabinas y todo tipo de escopetas que no eran específicamente para la caza deportiva.

–¿Esa es una Colt 45? –comenté asombrada cuando vi la pistola sobre la mesa.

–Es mi favorito en realidad –dijo Jason que caminaba hacia nosotras desde la puerta trasera. Él me intimidaba a pesar de que sabía que era de los buenos. Su personalidad fuerte y fría me inspiraba respeto. Rápidamente solté la pistola y la dejé sobre la fría superficie.

–Me sorprende que una chica como tú sepa de armas –continuó.

–Richard solía ir a cazar los fines de semana con mi hermano. Escuchaba sus conversaciones sobre los tipos de rifles y esas cosas pero nunca me interesó saber cómo manejarlos. Tenía una Colt 45 debajo de su mesa en su trabajo solo por protección –recordé y al dejar escapar algo de nostalgia en mis palabras, me detuve.

–Supongo que no te gusta cazar –habló el hombre paseando su vista entre las cajas de municiones que rezaban a ambos lados de su provisto arsenal–. Siendo la propia encarnación de Artemis es un poco conflictivo. –dijo.

–Todo ha sido un poco conflictivo últimamente –la tensión retozaba en el aire y no sabía cómo Kat no notaba mi incomodidad.

–Puedo imaginarlo –sonrió Jason–. ¿Sabías que Artemis renunció al matrimonio con dioses o mortales para mantenerse virgen?

–Definitivamente, no soy Artemis –respondí en un toque de sarcasmo levantando mis cejas con un gesto exagerado que hizo que Kat dejara escapar una tímida risa.

–Cierto, pero tengo entendido que fuiste campeona estatal de California en tiro con arco por dos años consecutivos –dijo sacando un robusto baúl de plástico y colocándolo sobre la mesa.

Me sorprendió el hecho de que él supiera sobre los campeonatos pero deduje que como yo era la pieza principal del plan de los vampiros, los cazadores debían conocerme tan bien como Alex. Esa era la única explicación y tenía razón en mi suposición.

Al abrir el estuche de un arco negro de poleas. Era un one-cam con un visor y un estabilizador previamente instalados que me dejó perpleja.

–330 pies por segundo –habló el hombre y tragué en seco–. Pero debes saber que únicamente un arco que puede tumbar a un búfalo, puede tener la potencia para matar a un hombre lobo.

–No me interesa matar a ningún hombre lobo –dije con brusquedad evocando las palabras de Sam en la tarde acerca de los cazadores.

–Creo que deberías reconsiderar tu posición –habló él de inmediato–. Después de todo, lo que te hizo esa herida en el hombro no fue un humano. Sammuel Fennigan, un Omega de solo veinte años te hizo eso. No quiero saber entonces lo que logrará siendo un Alfa dentro de unos cuantos años con esa ira que evidentemente lo consume…

La presión era evidente y por mucho que quisiera disimularlo, la realidad era que al final Jason haría todo lo que pudiera por diezmar a los sobrenaturales alrededor de su hija.

Me limité a no decir más nada, solo a observar a Katherine, entusiasmadísima de sus nuevas habilidades, pues me mostró lo bien que sabía disparar. Le dio tres veces seguidas a una diana ubicada a doscientos metros de distancia. Era asombroso ver el cambio en el rostro de aquella muchacha cuando apretaba el gatillo. Era como si ya estuviera ganando la guerra y viera ante sus ojos toda su vida.

–Perfecto –comentó Jason orgulloso de su hija– ¿Te gustaría intentarlo? –se dirigió a mí extendiéndome en su mano una pistola. La miré dudosa, No sabía cómo manejar aquella cosa y no me iba a arriesgar a hacer el ridículo.

En cambio, tomé el arco sobre el escritorio y comencé a lanzar las flechas de punta de acero al mismo lugar que Kate había disparado las balas minutos antes. Fue una sensación extraña por un momento, pero al terminar sentí como si me hubieran liberado de un gran peso sobre mis hombros.

–Nada mal –asintió el hombre al ver las flechas encajadas en el blanco–. Por supuesto, hay especificidades cuando se trata de asegurar su protección contra algunos seres sobrenaturales –dijo y tomó la Colt sobre la mesa. Disparando con una extrema precisión mientras hablaba, iba explicando todos aquellos detalles–. Para un vampiro siempre apunta al corazón. Para los profundos, ve directo a sus piernas en tierra y su cola en el agua, lo que será difícil porque son extremadamente rápidos y para un hombre lobo… Lo único que puede realmente matar a un hombre lobo es ir directamente por la cabeza. Un disparo limpio entre los ojos. Y la plata o la madera es un mito. Solo se mueren con veneno el uno del otro.

–Quizás con un poco de suerte no tendremos que aplicar nunca estos conocimientos –dije mientras Jason guardaba los rifles de caza con los frascos de agua de rosas.

–Verdaderamente lo dudo, Lizzy –comentó Katherine. No habíamos sido nosotros los que comenzamos, pero una catástrofe era inminente en esos días y ya todos lo sabíamos.

Jason se negó a que le entregara el arco. Dijo que tenía más utilidad si estaba conmigo. Me sentí un poco más segura ahora con él en mis manos, pero no quería que ninguno de los chicos lo descubriera, así que le pedí a Kat que lo guardara por mí.

Katherine había comentado cuando nos encontramos que yo era la clave para sacar a William de su prisión y era por eso que ninguno de los vampiros de Alex se atrevían a hacerme daño, pero había olvidado algo bastante relevante: ¿quién sería yo una vez que liberaran a William? Solo una cosa: comida para vampiros.

La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora