Capítulo 52: Casi Solos

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—Esta será la noche más larga en mis cuatro siglos –refunfuñó Hans mientras me ayudaba a registrar entre la mochila que había llevado y buscar por una ropa más cómoda para dormir.

–Ni que lo digas –murmuré intentando no mirar a Sam metiéndose su cama con un pijama gris y sin camisa.

–¿Así que Lach y tú lo dejaron?

–Preguntó sin mucho asombro–. Él así de impulsivo. Te aseguro que mañana está arrepintiéndose de sus palabras. No lo tomes en serio –me dijo y me aconsejó que me apresurara a cambiarme de ropa antes de que nuestro hosco anfitrión se durmiera.

Pasé al baño y Sam solo se volteó en la dirección opuesta sobre la cama. Tenía los ojos cerrados pero definitivamente no estaba durmiendo.

–¿Esta es tu idea de protección? –me interrogó él, del otro lado de la puerta del baño.

–¿Qué más podía hacer? Estreché un trato con Alexandra para proteger a mis amigos, pero Taewon estaba conmigo –expliqué mientras me cambiaba de ropa e intentaba secar mi cabello mojado con una toalla–. Él y Hans son los únicos que nos pueden esconder por el momento.

–Debiste haberte quedado en Valley City, Elizabeth –sentenció y no lo escuché hablar más.

Regresé a mi lugar asignado e intenté dormir, pero a cada rato me despertaba por los pasos del pelirrojo o el de los ojos rasgados bajando las escaleras que chirriaban al más mínimo tacto. La última vez que miré el teléfono, completamente fuera de servicio, eran las 3:30 de la mañana. 

La puerta de la casa estaba entre abierta y un olor a manzanilla con limón me hizo salir a afuera, solo para encontrarme a Sam sentado en las escaleras mientras el fuego que bordeaba la casa ardía en sus ojos. Estaba tomando una taza de té y entre sus manos intentaba leer un libro con toda su atención puesta en él.

Salí en puntillas de pie para no llevarme un regaño de su parte hasta que estuviera a su lado, como si él no fuera a escuchar cada uno de mis pasos. Sam lo permitió y cuando me senté en el otro extremo de las escaleras, él finalmente posó sus ojos sobre mí en un silencio que decía tantas cosas que era mejor para los dos solo hablar.

–¿No puedes dormir? –pregunté.

–Sabes que tengo insomnio.

–Hans dijo que era mejor si no salíamos al portal –intenté continuar con nuestra pequeña conversación.

–Realmente prefiero no escuchar lo que esos dos están haciendo allá arriba –rió el chico y mi expresión de sorpresa absoluta lo hizo soltarse una carcajada genuina.

–¡¿Ya?! ¡Vaya, eso fue rápido! –bromeé, pero era evidente que ni Hans ni Taewon eran de esconder sus atracciones. Ambos sentían ese deseo sexual desde que se vieron por primera vez en el baile de fin de año de Alexandra y era evidente que más temprano que tarde iban a resolver su pequeño asunto pendiente.

–¿Más rápidos que Lach y tú? –presionó él y por el gesto descarado de levantar sus cejas, supe que solo quería sacarme de mis casillas.

–Lach y yo no estamos en el mejor momento –respondí rechazando entrar en su juego. Él lo respetó y tomó un sorbo de su té.

–Me lo imaginé –suspiró–. Supongo que no le hizo mucha gracia que vinieras aquí esta noche… Él y su ego…

–Mira quién habla –arremetí solo con la confianza que teníamos en nuestros buenos momentos–. Ni siquiera me dijiste como fue que Jensen y el resto de los chicos te encontraron.

–Y Jensen y su gran boca –inspiró con pesar.

–Solo me mentiste diciendo que a los hombres lobo los matan cuando los cazadores los encuentran –continué presionando y me arriesgaba a comenzar una discusión con él–. ¿Por qué no me dijiste lo que sucedió en realidad?

La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora