Capítulo 45: Compañeras

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Habían pasado tres semanas desde la fiesta en casa de Alex y al parecer todos los vampiros, incluyéndola a ella, misma habían desaparecido de la ciudad. Todo estaba aparentemente en orden aunque para esas fechas el resto de los mortales y yo estábamos en exámenes e iba a ser bastante difícil sacar buenas notas con todo este enredo sobre mi cabeza y la constante preocupación por mi familia y amigos. Becky esperaba de mí lo mejor y no podía defraudarla, pero definitivamente no estaba en mi mejor juego.

—Estamos a solo tres meses de los exámenes finales por lo que estoy en cuarentena. Mi madre no me deja ir ni a por un café y solo puedo estudiar y estudiar. Dice que si saco notas bajas me mandará a pasar todo el verano con mi papá en Cincinnati —se quejaba Kat mientras hojeaba un libro antes de la clase de Literatura con Potts en medio del pasillo central.

—En mi casa todo el mundo está asustado. Mi papá ya envió las solicitudes a casi todas las universidades del país, pero aún no han llegado las respuestas. Él solo quiere que me den una beca universitaria por fútbol y luego, ya tendré que estudiar para mantenerme en la universidad —decía Dylan en un tono bastante consternado—. ¿Qué dice tu hermano? —le preguntó a Anna que estaba arreglando las cosas de su casillero.

—Jensen quiere irse luego de que yo termine la escuela aquí. Dice que quisiera conocer Inglaterra así que lo más seguro es que tenga que ir a Oxford —respondió en una mentira sin mirar directamente a Dylan.

—Bueno, realmente tienes excelentes notas como para lograr entrar en esa universidad —respondió Dylan y luego, cuando tocó el timbre se fue directamente a su clase de Álgebra.

Anna no necesitaba ir a una universidad. De hecho, ella no necesitaba estar estudiando siquiera, así que esperé que Dylan se fuera para preguntarle si realmente ella y Jensen estaban considerando irse de la ciudad.

—Tendremos que irnos bastante pronto aunque no queramos. Ni él ni yo envejecemos así que cada cierto tiempo nos tenemos que mudar. Nunca regresamos al mismo lugar. De hecho, Valley City fue la excepción y vinimos solo por verte a ti —respondió ella mientras me acompañaba a la clase de Literatura.

Era cierto. La gente notarían que ninguno de los dos hermanos envejecerían y levantarían grandes sospechas así que, cada cinco o seis años como mucho, deberían mudarse a otro lugar. Me costaba mucho creer que Anna siempre iba a ser la chica ruda de dieciocho años y Jensen su hermano misterioso y triste por la muerte de su esposa. Eventualmente, Erick también debería irse junto con ellos. No podía estar en la ciudad para siempre. Ahora también debería separarse de mí y visitarme de vez en vez. Debería acostumbrarme a estar sin él, a perder a mi hermano para siempre.

—No me gusta verte así. Prometo que iré a visitarte cuando seas viejita y si alguien pregunta quién soy, solo diles que soy tu nieto más apuesto —bromeó él dejándome en un abrazo. Finalmente había regresado a los deportes y parecía más vivo que nunca, independientemente de la ironía que eso suponía.

Tenía algo de razón en lo que decía pero me dolería mucho aceptar su partida cuando llegara el momento.

Traté de concentrarme en la clase de Literatura para olvidarme un poco de los problemas que sucedían a diario en mi vida. Al principio, la profesora nos dijo que tendríamos una nueva estudiante, una joven que venía de intercambio desde Inglaterra. No le di mucha importancia al asunto y en cambio continué leyendo los capítulos que me faltaban de mis resúmenes antes de los exámenes finales.

—Perdone… ¿puedo entrar a clase? Estaba en la secretaría poniendo todo en orden con mi hermana. Ella le puede explicar. Está conmigo —dijo la chica nueva desde la puerta.

Su voz me pareció conocida pero no podía distinguir dónde la había escuchado antes así que levanté la vista para verla y comprobar mis suposiciones. En el momento que le vi el rostro pálido y con una sonrisa de medio lado quise desaparecerme. Erick se quedó sin palabras y Anna estaba a punto de explotar de la ira por todo aquel teatro.

Era una de los vampiros que estaba en la fiesta de Alexandra. La había reconocido porque había bailado con ella durante el raro vals y nunca podría olvidar aquella mirada retadora suya con todas sus características sobrenaturales en despliegue total para que yo me intimidara con su presencia. No podía creer que ahora la tuviera en la escuela y, al parecer, se las había arreglado para conseguir mi horario. En verdad parecía de mi edad. Era de cabello rubio largo y lacio y ojos extremadamente fríos y azules. Sí era hermosa, pero altiva. Se sentía poderosa y creía que era superior a todos nosotros.

—¿Hay algún problema, profesora? —preguntó la que se suponía que era su hermana desde afuera: nada más y nada menos que la mismísima Alex.

—Demoramos un poco porque hubo que explicarle a la secretaria que yo soy su tutora legal luego de que nuestros padres murieron a causa de un ataque animal —dijo irónicamente. Su sola presencia me daba nauseas, esa mujer sacaba lo peor de mí y a cada segundo me hacía saber lo mucho que deseaba asesinarme con sus propias manos.

—No, no hay problema alguno —respondió la profesora y luego se dirigió a nosotros leyendo el papel entregado por Alex de parte de la secretaría—. Ella es Sienna Hemishwood, espero que la hagan sentir cómoda —anunció sin tener la más mínima idea de lo que eran aquellas dos mujeres. Alex se fue con una amplia sonrisa en el rostro luego de dejar a su aprendiz vigilándome de cerca.

—Siéntate donde estés más cómoda —dijo Potts. Nunca la había visto tan servicial con nadie.

—Tengo entendido que Elizabeth Shendfield es la mejor en esta clase. Yo, por mi parte no soy tan aventajada así que, si no es molestia me gustaría que ella fuera mi tutora en esta asignatura —comentó mirándome fijamente con esos fríos ojos azules.

No le bastaba estar conmigo en clase, tenía que soportarla también a mi lado. Logró que la profesora cambiara de asiento a Anna y la alejó de mí para que Sienna se sentara en mi misma mesa. 

—¿Ya tienes lo que querías? —le dije sin mirarla directamente a los ojos.

—No, estoy muy lejos de poder hacerte lo que quiero pero, no te acostumbres; no siempre serás necesaria para Alexandra. Tarde o temprano serás desplazada y cuando llegue ese momento yo estaré allí para probar tu sangre… —me decía con odio en la mirada y desprecio en su voz.

—¿Por qué me odias tanto? Ni siquiera me conoces ¿Qué hice para que quieras matarme tan desesperadamente? —pregunté pues no entendía a aquella chica que desde la primera vez que la vi quiso arremeter contra mí.

—Deberías preocuparte más por lo que yo te voy a hacer a ti —me amenazó—. Pero te explicaré mis razones. Tú y tu novio, el pequeño perrito de Jensen, mataron a Mason y a mis hermanos. Y tendré tu sangre por eso.

—Mason escapó —recordé—. Y fui yo quien fue atacada por él.

Nuevamente estaba en una situación que ponía en extremo peligro a mi vida y a mis amigos. Aquella chica podía ser un peligro para mí y mi familia.

Ahora que tenía a Sienna merodeando cerca de mí no podía hablar siquiera con mis amigos. Tenía que estar escondiéndome o enviando mensajes constantes para que ella no escuchara mis conversaciones o planes. Rebecca y Jensen habían ido a pasar una semana en Bismark. Era interesante saber que al menos algunos de nosotros la estaban pasando bien en medio de aquel problema, y la verdad, no tenía interés en averiguar desde cuándo habían decidido pasar tiempo de calidad juntos aquellos dos.

La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora