Capítulo 44: Pesadilla

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No podía conciliar el sueño esa noche. Ni siquiera me sentía segura durmiendo en la misma habitación que Lachlan y en casa de los Amell.

El chico me había recibido en el despacho de Jensen bebiendo y con una desesperación en el rostro que no me gustaba en lo absoluto. Su consternación despareció, sin embargo, tan pronto cuando Hans explicó todo lo que había sucedido en aquel tétrico baile.

—¡¿Cómo demonios los lobos saben de ella?! —exclamó Helena tirando al piso decenas de libros de los estantes detrás suyo. Parecía que iba a incendiar toda la habitación.

Jensen estaba apoyado sobre su mesa y lucía completamente derrotado. Estaba roto, deshecho, y por primera vez ni siquiera intentaba disimularlo.

—Solo intentemos descansar por hoy, ¿está bien? —pidió y se retiró a su habitación.

Hans se frotaba las sienes y miraba para todas las esquinas del despacho. Estaba aterrado y sus manos se sumían en un puro temblor.

—¿Y dices que Taewon está con ella? —preguntó Helena.

—Con ella, no —rectificó el pelirrojo—. Con William. ¡Ellos quieren traerlo de vuelta!

—¿Y dónde está es William ahora? —pregunté, y por la mirada agresiva de parte de la bruja, quise evaporarme en el instante.

—Muerto, Elizabeth —respondió ella con los ojos saliéndose de su órbita—. Yo lo maté, y fue por una razón.

—Y los lobos —recordó Lachlan y Sam pareció tragar en seco—. ¿Crees que Edvard viene con ellos?

El gesto de Sam al levantar las cejas y fruncir el seño dejó bastante en claro que su respuesta era un contundente sí.

Eran alrededor de las tres de la mañana y yo no había podido pegar ojo en lo que iba de noche. Daba vueltas sobre el colchón junto a Lachlan y terminaba mirando el techo. Me estaba martirizando en aquella cama que hasta me parecía incómoda. Me cubría con la cobija porque sentía frío, pero a los pocos segundos la hacía a un lado nuevamente porque sentía un calor infernal. Los nervios me estaban matando y cerrar los ojos solo por unos instantes hacía que recordara toda la maldita pesadilla que estaba viviendo.

Decidí ir a la cocina para tomar un vaso de leche tibia para calmarme un poco. Bajé muy cuidadosamente para no despertar a nadie, pensé que todos a esas horas estarían durmiendo, pero no era así; Jensen estaba en el estudio leyendo un libro mientras tenía sus pies sobre una silla frente a él. Estaba con un pijama azul y sobre el escritorio esperaba una botella de whisky casi vacía que me dejaba saber que quizás el vampiro estaba tan nervioso como yo misma. Parecía una persona de otra época descansando en un mundo totalmente diferente al mío.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó sin mirarme a la cara mientras yo caminaba hacia el umbral de la puerta de su despacho.

—No puedo dormir y supongo que tú tampoco —dije sentándome en el sofá frente a él.

—No lo necesito. De hecho, ningún vampiro lo necesita realmente pero es una de las únicas cosas que nos queda de humanidad, así que la mayoría prefiere dormir —me explicó cerrando el libro sobre sus piernas.

Notó la expresión de mi rostro. Dedujo entonces que no era solo falta de sueño lo que mantenía despierta a esas horas sino la preocupación constante de lo sucedido aquella noche.

—Está bien. Habla conmigo, Lizzy —me dijo entonces prestándome completa atención al cerrar el libro sobre sus piernas.

—¿Desde cuándo sabes de mi existencia? —pregunté.

La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora