Miraba la iglesia desde afuera. Simplemente estaba de pie allí, en el umbral de la puerta sintiéndome incapaz de dar un paso al frente. Estaba inmóvil observando los bancos de madera vacíos y las flores ondeando gracias al aire cerca del santoral. No sé por qué estaba estática allí, pero tampoco pregunté, supongo que todo sucedió muy rápido.
De pronto un enorme dolor en el brazo izquierdo me golpeó sin sutileza alguna. Se sentía terriblemente real. Como si Sam estuviera hiriéndome otra vez. Traté de quitarme el suéter lleno de sangre. El brazo estaba destrozado nuevamente y la sangre caliente corría por todo mi cuerpo, no podía contener la hemorragia o los gritos de dolor. Me dejé caer sobre el suelo; fue la agonía más desesperante que experimenté en mi vida entera que, aunque no era muy larga, había sido bastante dolorosa.
Mi calvario pasó a un segundo plano cuando sentí una voz que provenía de la iglesia. Una voz fuerte, varonil, sí… pero también desesperada y hasta cierto punto, dolida.
—¡Sálvame! –susurraba aquella voz dentro de mi cabeza que a cada segundo se volvía más molesta e irresistible.
Ya no lo soportaba más, estaba quebrando todo ápice de sensatez que quedaba en mí. Fue entonces que vi la sombra de un hombre al otro lado de la calle. Yo yacía en el suelo por el dolor y no podía distinguir bien su rostro. Solo veía sus pies caminando hacia mí para luego sentarse a horcajadas y tratar de hablar conmigo. Extendió su mano y apretó mi herida para causarme más dolor. Supe que dijo algo pero no escuché sus palabras, estaba demasiado concentrada en el horrible martirio.
–¡Despierta…! ¡Lizzy, despierta por favor! –Hans me estrujaba sobre el sofá de la cabaña de Sam. Finalmente abrí los ojos, aunque puedo decir que fue algo muy trabajoso lograr salir de aquella pesadilla que cada día se hacía más horrible y sin sentido para mí.
Estaba sudada hasta los pies, pálida y temblorosa. Había roto el suéter por el hombro izquierdo y Taewon intentaba poner su mano en mi frente, aunque Hans le daba una palmada cada vez que intentaba acercarse a mí.
–Solo fue una pesadilla –dije aún con el sabor amargo en la boca.
Afuera, Sam cargaba su mochila en el maletero del auto y entraba y salía de la casa sin dirigirme una mirada siquiera. No quería hablar. Ni siquiera me apetecía levantarme de aquel sofá, pero teníamos que regresar a Valley City antes de que volviera a oscurecer.
–¿Son las mismas pesadillas otra vez? –preguntó llevándome un vaso de agua para que me tranquilizara un poco.
–Sí… –respondí casi sin voz luego de beber un sorbo.
–Tenemos que irnos ya –sentenció Sam con el seño fruncido y su natural mal humor–. Tengo que hablar con Jensen y Lach.
–Así que yo tenía razón y era Chris –soltó Taewon y creí que Sam lo iba a desgarrar en el lugar.
–¡Sabías quién era todo este tiempo y no dijiste nada! –le enfrenté y Hans tuvo que sostenerme para no arremeter contra el chico que no era mucho más grande que yo y sonreía a un pequeña distancia de mí.
–No podía estar cien por ciento seguro de que se tratara del mismo Christian, Elizabeth –explicó con una retorcida sonrisa–. Necesitaba ver la reacción de Sam antes de suponer algo. Él no estaba en ningún peligro, pero necesitaba que estuvieras junto a él, para ver su reacción cuando oliera a Christian Harden. Engañarte era la única manera de hacerlo –terminó.
Los papeles se invirtieron y tuve que detener a Hans de no ir en contra de Taewon.
–¡Tú, pequeña cucaracha! –le gritaba el pelirrojo y realmente le tiró tantos insultos que era imposible escucharlos todos.
ESTÁS LEYENDO
La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)
ParanormalEl amor, el terror y lo sobrenatural se entrelazan en la vida de Elizabeth Sheffield, quien ha regresado a Valley City para enfrentarse a su destino ¿Cuál es el camino que elegirá? Atrapada en una guerra de seres sobrenaturales será atacada por lobo...