La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)

Capítulo 50: Fantasmas del Pasado

Él estaba sentado en las escaleras del porche con una taza de café entre sus manos. La luna brillaba entre los árboles e iluminaba su rostro que parecía completamente en calma. Era una visión. Definitivamente, era una ilusión y Sam no me estaba mirando con aquellos ojos verdes que me hacían derretirme e irritarme a la vez. Él estaba pensando en mí y yo en él y me hubiera quedado así la vida entera, pero Jensen se apresuró a sacarme de la pacífica fantasía, rompiendo toda la armonía con su voz.

—Parece estar tranquilo, ¿no es cierto? –habló desde la cocina de mi casa. Becky se había empeñado en hacer una pequeña cena para compartir en familia.

–Sí, lo parece –respondí–. Quizás está mejor allí, lejos de todos nosotros. Solo con Helena.

–Helena no fue con él –me rectificó de inmediato el rubio–. Ella regresó a Noruega. Quizás dijo eso solo para molestarte.

Podía ser posible. Me lo esperaba todo de Sammuel. De hecho, ni siquiera sabía qué esperar de su parte. Era tan lanzado como peligroso por instantes y era muchísimo mejor mantenerme a una distancia segura de él, pero a la vez, si estaba lejos de mí, empezaba a pensarlo y me encontraba con que él también posaba su mente en mí con una preocupante regularidad.

–¿Por qué necesita hacer eso? –pregunté un poco hastiada. Lachlan había salido con Erick y era un alivio que no estuviera allí para escucharme. De haberlo hecho, de seguro se hubiera vuelto a ensimismar y terminaríamos discutiendo en la noche. No tenía paciencia para discutir con él.

–Es todo lo que él conoce, Lizzy –confesó Jensen–. Solo pelear y huir de todo lo que cree que es bueno para él. Sammy cree que no merece nada bueno en su vida y su carácter tan abrasivo se debe en parte a eso.

Jensen y Anna habían estado con él mucho más tiempo que yo. Lo conocían como yo no lo hacía y aún así creía que yo sabía más acerca de cómo Sam podía llegar a sentirse que el resto de los chicos. Incluso más que la propia Helena.

–¿Cómo conociste a Sam, Jensen? –le pregunté al vampiro intentando escuchar la historia completa por primera vez.

Él solo exhaló con cierto pesar, pero no se resistió a contarme lo que le había pedido.

–Sam tenía unos catorce años, quizás –recordó–. Había estado solo por un tiempo. Una manada lo había expulsado y estaba a la merced de unos cazadores. Él era un niño y un lobo solitario, pero siempre ha sido extremadamente fuerte, así que era un buen entretenimiento para ellos.

–No te entiendo, Jen –le interrumpí–. Sam dijo que a los hombres lobos, los cazadores los matan en el lugar.

–Esa es la generalidad, sí –explicó el vampiro–. Los cazadores viejos y con algo de honor como Jason les dan una muerte rápida a los seres que son tan desafortunados como para cruzarse en su camino, pero los más jóvenes e ingenuos, son mucho más osados y no conocen el respeto por ninguno de nosotros.

–Escuché que a las sirenas las mantienen en peceras para venderlas después –recordé sus propias palabras.

–Y a los hombres lobo los ponen a pelear en una jaula electrificada hasta la muerte, Elizabeth –finalmente habló Jensen–. Los matan de hambre o los alimentan con seson y carne humana, de los propios cambiaformas que ellos matan.

Su revelación me hizo tambalearme en el lugar. ¿Sam había estado sometido a esa tortura cuando solo tenía catorce años de edad? Era inimaginable, pero de alguna terrible forma justificaba todo errático su actuar.

–No sabemos cuánto tiempo estuvo allí, pero era evidente que había ganado todas sus peleas y que no habían sido pocas. Helena se encargó de sanar sus heridas y a todos nos costó bastante lograr que no actuara como un animal la gran mayoría del tiempo. Después de todo, él estaba acostumbrado a estar dentro de una prisión. Encontré a Arthur a los meses y la conexión con su hermano mayor, fue realmente lo que trajo de vuelta a Sammuel. Desde entonces, Arthur lo adoptó bajo el nombre de Michael y Sam se ha quedado siempre cerca de nosotros.