Anna y Helena llegaron justo cuando yo me iba. Nos encontramos en la puerta del despacho de Jensen, pues mi hermano se había quedado afuera respondiendo una llamada de Richard, de seguro requiriéndolo porque ya era extremadamente tarde y no estábamos en casa. Nuestro toque de queda había pasado.
—Tengo que admitir que no fue completamente detestable compartir una cena contigo y con Erick —me dijo Helena estrechándome la mano luego de haberme despedido de Anna con un abrazo.
—Tienes razón —asentí—. Fue incómodo solo en algunos pequeños momentos, no la mayor parte, como imaginé —sonreí en una broma que la pelirroja aceptó con gracia, pero cuando fui a soltar su mano, me impidió hacerlo con algo de rudeza.
—Sé que Sammy y tú tienen un tipo de conexión bastante inusual —me habló sin soltar mi mano—. No soy nadie para decidir sobre las personas con las que él se quiere rodear, mucho menos con las que se quiere acostar...
Anna rodó los ojos en blanco al escuchar las palabras de Helena que a cada instante parecían más una amenaza que la despedida de una velada que había sido relativamente tranquila.
—Creí que tú eras su novia —intenté hablar pero su rostro se frunció ante la palabra. Detrás de ella, Anna negaba efusivamente con un gesto exagerado de su cabeza
—Termina con esto, H —le pidió la pelinegra y chica pareció escucharla.
—Nunca hemos sido exclusivos —aclaró la pelirroja—. Él tiene sus... atractivos y comprendo perfectamente que hayas caído por su acto de chico misterioso; después de todo, yo le enseñé eso. Pero sí quisiera advertirte algo, Elizabeth —su tono no era amenazante, sino que parecía como si dijera toda aquellas palabras con algo de buena fe ligada con saña y celos—. Sammuel necesita mucho más que solo sexo. Necesita un tipo de contención que solo yo puedo brindarle. Y no te equivoques, little Lizzy, él tiene el poder para matarte en la cama...
Su agarre se sintió pesado y poniendo un poco de mi fuerza, me solté de ella al escuchar lo que insinuaba.
—Creo que tus advertencias sobran —dije—. No soy ninguna amenaza a lo que sea que ustedes dos tienen y no quiero ser parte de nada que tenga que ver con él.
La pelirroja sonrió ante mi comentario y mi intento de dejar clara la realidad que yo quería aparentar, se vio frustrado con solo pronunciar su nombre.
—Sam se siente igual que tú —sentenció ella—, pero él no se llama al engaño de lo que puede ser una ilusión bastante letal para los dos.
Recibí sus crípticas palabras con algo de escepticismo y Jensen me despidió en la puerta implorándome que hiciera de oídos sordos a las amenazas aparentemente vacías de la pelirroja. En un sincero apretón de manos, donde mi agradecimiento a su verdad estuvo implícito todo el tiempo, me despedí de él, pero olvidé mi bolso en la cocina, así que Anna se ofreció a alcanzármelo hasta el umbral de la puerta.
Con tan solo poner su mano sobre él, la de los cabellos castaños cayó al suelo al instante. La mano con la que sostuvo el bolso, estaba completamente negra. Todas las venas se veían sobresalir por encima de la piel con un tono rojizo mientras su piel se tornaba negra. La chica convulsionaba de una manera que yo nunca antes había visto. Los colmillos sobresalieron de su boca y gritaba de una manera espantosa, como si algo estuviera quemándola por dentro. Su rostro se iba pareciendo cada más al que Erick describió en sus pesadillas y la imagen era tan repulsiva como retorcida. Su realidad sobrenatural era completamente diferente a la de Jensen y quizás se debía a que no era del todo igual a él.
—¡No la toques! —gritó Helena, que enseguida se volteó ante los gritos de la chica.
—¡¿Qué diablos...?! —intenté exclamar, pero la conmoción me dejó estática y sin pronunciar palabra alguna.
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La Reina De Los Lobos [Saga Dioses Caídas] (Libro 1 ✔️✔️)
ParanormalEl amor, el terror y lo sobrenatural se entrelazan en la vida de Elizabeth Sheffield, quien ha regresado a Valley City para enfrentarse a su destino ¿Cuál es el camino que elegirá? Atrapada en una guerra de seres sobrenaturales será atacada por lobo...