Thief of Hearts |Na Jaemin (NCT) & tú|

Cap. 27

El festival de primavera había comenzado, todo salió a la perfección estos días y nada podía hacer que nuestra casa del terror saliera mal. Nuestro esfuerzo y nuestra capacidad de hacer las cosas a última hora, nos ayudó bastante para armar la atracción como si lo hubiésemos planificado mucho antes de cómo lo hicimos. Y como dije... Nada puede salir mal.

—¿Qué te parece? Somos geniales. —comentó Yerim admirando desde fuera como nuestra atracción quedo a la perfección.

—Tú ni siquiera ayudaste, estuviste comiendo tus galletas fingiendo hacer algo. —le reproché. Yerim ni siquiera fue amable con los que estuvieron ayudando, pero si estuvo atenta a los detalles. Le decía una y otra vez a Minji donde debía barrer o donde habían rastros de basura, y cuando alguien le reprochaba el por qué no hacia algo, ella desaparecía.

—Fui ayudante de Minji. Ella me lo agradeció todo el día, incluso me dio estás galletas. —alzó un paquete vacío de Oreos a la vista.

—¡Esas no te las dio Minji! Me las robaste cuando estaba ayudando a Jeno. —le recordé.

—Ah... Cierto, pero estaban deliciosas. —comentó tocando su panza. —Siento que podría explotar de tanto comer.

—No me sorprende que hayas comiendo demasiado. —murmuré.

—______, estaba buscándote. Quiero que vengas a ver cómo quedó el lugar. —Lee Jeno se acercó hasta mí y Yerim y sonrió mostrando sus dientes a ambas. Fue un milagro que Jeno no dijera un apodo como "preciosa" o "lindura".

—Está bien. —dije recibiendo la mano de Lee hasta comenzar a guiarme por entre la oscuridad del lugar.

—Si tienes miedo, puedes abrazarme. —comentó Jeno volteando a verme.

—Prefiero estar así, gracias. —dije quitando su mano de mi muñeca para caminar por el pasillo oscuro.

—Esta parte la hizo Juri junto a Seungmin. —comentó Jeno a medida que caminábamos. Una vez que llegamos a la esquina una rendija fue iluminada por luces rojas. —Los efectos los consiguió Seungmin, dijo que en la comisaría los tiraban porque no servían.

—Quedá muy bien... —comenté admirando a mi alrededor. Jeno se detuvo en la rendija y un chico disfrazado de zombi salió lanzando gemidos y gritos para asustarnos. Di un saltó justo cuando el chico agitó las rejas desesperado, al mismo tiempo, Jeno soltó un grito.

—S-sigamos. —dijo tomándome del brazo. Llegamos hasta una puerta hecha de cartón -que por cierto estaba muy mal hecha- y la abrimos ligeramente dejando ver  absolutamente nada. No había nadie ni nada que destacar. —Aquí se supone que debió entrar alguien y asustarnos, pero parece que aún no comienza.

—¿Y el que estaba allí encerrado? —pregunté por el chico anterior.

—No sé que hacía ahí dentro. —Jeno se encogió de hombros y avanzó hacia el otro extremo y abrir otra puerta de cartón. —Los chicos se están tomando un descanso antes de que comience.

En medio del lugar había una joya azúl brillante y mis ojos me hicieron recordad al collar lapislázuli de Fleur. —¿Ese quién lo trajo?

—Jaemin, dijo que serviría. Se supone que aquí debemos tomar la joya y el dueño saldría por ahí. —Jeno apuntó a un hueco donde nadie salió.

Salimos de la atracción y observamos a nuestro alrededor. —¿Eso es todo?

—Sí, cuando estén los demás tal vez funcione y dé más miedo. —dijo encogiéndose de hombros.

—Está bien. No hay defectos por el momento. —afirmé levantando el dedo hacia Jeno que asistió y luego sonrió.

—______, ¿Puedo preguntar algo? —Jeno se giró hacia mí.

—¿Qué cosa? —pregunté curiosa.

—¿Hay algo entre Jaemin y tú? —preguntó alzando una ceja hacia mí. Fruncí el entrecejo y luego pensé en que contestar. Si le decía a Jeno que sí había algo entre Jaemin y yo, tal vez el dejaría de molestar.

—¿Por qué la pregunta?

—Curiosidad. —contestó encogiéndose de hombros.

—Pues... Se podría decir que ¿sí? Hace unos días tuvimos una cita. —dije restándole importancia.

—Ya veo... —murmuró. —Bien, debo irme a ver si necesitan mi ayuda en algo más. Hasta pronto.

—Adiós. —dije alzando la mano. Me giré hacia la dirección contraria y caminé tranquilamente mirando desde lejos la otras atracciones. En una de ellas se encontraba Seojung, que cuando me vio desde lejos se acercó hasta mí.

—Hola, ______. —saludó en una sonrisa.

—Hola, Lee. —respondí dándole una sonrisa fingida. No debo olvidar que ella pidió que me alejara de Jaemin.

—Quería saber si has hablado bien de mí a Jaemin-ah. Ya sabes... Quiero que tenga una buena impresión de mí. —habló. Sin contestar, comencé alejarme del lugar, pero Seojung me siguió.

—Pues no, Jaemin y yo no hemos tenido tiempo de hablar sobre otras personas. —contesté admirando el pasillo lleno de alumnos alegres.

—¿Por qué no? Sabes que te dije que hablaras bien de mí, no quiero que Jaemin hable de ti todo el tiempo. —dijo cambiando su tono de voz a uno menos dulce.

—Mala suerte. —murmuré ignorando su presencia y caminando más rápido.

—Yah, _______. Tú no quieres que yo pelee contigo, ¿Entiendes a lo que me refiero? —habló amenazadora.

—Lee, por favor, molesta a alguien más, Jaemin no se fijaría en alguien como tú. —exclamé enojada caminando más rápido en un intento de perderla.

—Eso crees tú, pero te diré una sola vez Kang _______, aléjate de Jaemin. —dijo furiosa tomando mi muñeca para detenerme.

—¿Qué si no lo hago? —pregunté enojada de su molesta presencia.

—O sino le digo a todos que mataste a tu hermano. —Seojung me fulminó con la mirada, a su vez, apretaba su agarre en mi muñeca derecha lastimando la zona.

—Sueltame. —dije quitando su agarre y correr lejos de aquella loca.

¿Cómo es que Seojung sabía sobre Dongho? Jamás le había dicho a alguien más que a Jaemin.

Corrí intentando desaparecer de mi vista a Seojung, y observé su lejano cuerpo a metros de mi volteando la mirada para observar cómo se giraba hacia otro lado. Una vez que la tuve lejos, me detuve agitada apoyándome en mis rodillas para conseguir más aire.

—¿Por qué corrías? —alcé mi vista y observé a Jaemin con el ceño fruncido.

—¡Es tu culpa! —le grité olvidando que hace unos segundos estaba corriendo.

—¿Culpa de que? —preguntó confundido.

—Nada... —dije y suspiré cansada cerrando los ojos en busca de paz interior.

—¿Te encuentras bien? —preguntó acercándose más a mí.

—Sí, no sucede nada. —dije restándole importancia al asunto.