EPÍLOGO

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Narra Traicie

-Cariño, tú hijo tiene hambre. - Jean entra a la habitación con Zeth en brazos.

El pequeño lloraba bastante, lo pude escuchar desde la otra habitación, pero me ve y levanta sus bracitos para que lo cargue y de comer.

-Ow... Ven aquí, mi amor. - extendí mis brazos, Jean lo deja conmigo y yo le doy de comer.

Verlo hace que siempre tenga una sonrisa en el rostro, jamás creí por ser tan feliz como lo soy ahora.

-Se parece a ti. - menciona Jean acostándose a mi lado en la cama.

-Y a ti también. - respondí.

-Ya quiero verlo cuando sea grande, encuentre a su Mate y cuide de esta manada.

-Le tendremos que enseñar bastantes cosas. - dije.

-Sí, y lo más importante, a ser un Alpha amable y fuerte...

-Tiene que ser más que fuerte. - mi sonrisa desaparece, suspira -. El consejo no aprueba la idea de que cazadores y lobos sean aliados. Nos tienen en la mira, muchos intentarán derrotarnos solo para acabar con esta manada.

-Haremos lo que sea necesario para que eso no ocurra, menos con él aquí... y estoy seguro que él, siendo Alpha, tampoco permitirá que pase. Pero aún así... yo no permitiría que les sucediera algo, a ustedes y a esta manada...

-Y yo tampoco permitiría que te hicieran daño a ti o a nuestra familia, son lo que tengo para ser feliz. - un poco de lágrimas amenazan mis ojos pero no caen.

Jean besa mi frente con ternura y luego pasa a mis labios, uno rápido pero emotivo.

-Cada día te amo más, Traicie.

ŽCada día me enamoras más, Jean.

El eructo de Zeth nos hace prestarle atención y que arruine nuestro momento de cursilerías. Sonreí y reí levemente, al igual que Jean.

-¿Terminaste? - pregunté, aún sabiendo que no me respondería.

Él tenía toda su boquita llena de leche, era tan tierno... Jean y yo reímos al verlo así, y lo abrazamos. No hay nada más que pueda pedir; nada. La puerta se abre y nosotros vimos a mi mamá.

-Mamá, justo a tiempo...

-Claro, jamás me perdería ni un segundo de estar con mi nieto.

Ella se me acerca y yo le entrego a Zeth, lo mira con adoración total mientras le limpia la boquita y lo acaricia. Se va de la habitación y luego de la casa, ella me haría el favor de cuidarlo por ahora para que yo pueda descansar, luego de aquel parto aún seguía algo cansada. Resoplé y miré mi pecho, levanté un poco mi ropa para ver que seguía saliendo algo de leche de mis pezones.

-Jean, ¿me pasas las toallas húmedas, por favor?

Él asiente y se acerca a la mesa donde estaban las recién compradas toallas. Se me acerca pero no me las entrega, en su lugar se sienta a mi lado y la abre.

-Deja que yo me encargue. Hoy también te cuidaré y consentiré.

-Aha... hagamos como que te creo, estoy cansada.

Se ríe pero yo me quito la blusa y el sostén, me acomodé y Jean empieza a pasar las toallas por mi pecho. Me estremecí ya que estaban frías, él se detiene un segundo pero enseguida vuelve a continuar. Suspiré aliviada ya que esto era como un masaje, hasta que llegó a mis senos.

-Al parecer succiona muy fuerte... Está algo irritado por aquí...

Jean pasa su dedo cubierto por la tela de la toalla en círculos alrededor de mis pezones. Suspiré y a la vez me quejé pero enseguida se me pasó porque la irritación se fue curando rápidamente.

-Un poco, pero bueno... es lo que pasa cuando se es madre.

-Ya veo. - menciona sin despegar su vista de mis senos.

Sonreí de costado, él pasó de nuevo la toalla alrededor de estos y me hizo un masaje. La doctora mencionó que hacer masajes es bueno para que saliera más leche, ¿está intentando hacer eso?

-Dicen que no hay nada igual a la leche materna, y que es deliciosa... ¿será verdad?

-¿Quieres comprobarlo? - dejé escapar un leve ronroneo que lo hizo sonreír.

Dejó las toallas a un lado y acercó su rostro a mis senos, agarró uno y lo apretó un poco antes de besar mi pezón y succionar.

-¡Mhm... ! - apreté los labios y cerré los ojos.

El tacto de Jean siempre me haría reaccionar. Jean se separa y se relame los labios mientras sonreía.

-Es verdad... no hay nada mejor que esto.

-Bueno, ya lo probaste. Ahora deja en paz la comida de tu hijo.

-Hm... creo que le robaré un poco más.

Vuelve a besar mi pezón y a succionar. Me acaricia mientras yo me erizaba y contraía, llevé mis manos a su cabello y lo acaricié un poco mientras él seguía bebiendo, me reí, pero entonces le jalé del cabello hasta despegarlo.

-Ya, que luego no tendré con qué alimentar a Zeth.

Se queja y mira mi pecho, pero resopla y se acuesta a mi lado, me acomodé para verlo y besé sus labios, a lo que me correspondió. Entonces me coloqué sobre él y me acerqué a su oreja.

-Cuando use los suctores de leche y guarde el de Zeth... te dejaré beber todo lo que quieras.

Me toma por la cintura, acariciándome y sonriendo satisfecho con el plan. Se relame los labios nuevamente y aprieta mis senos un poco.

-Está bien... pero hay algo que sí puedo hacer por ahora.

Sus manos bajan por mi figura hasta mi trasero, se mete bajo mi short y me aprieta hasta hacerme estremecer. Ambos nos miramos cómplices, y aprovechamos que no había nadie en la casa. Era una buena manera de aprovechar el tiempo.

LOS HÍBRIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora