Hermosa sonrisa

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El mexicano, después de avanzar un poco de su trabajo del instituto, fue hasta la pequeña cocina a servirse un vaso de agua, en ese instante fue donde escuchó la puerta del departamento abrirse, y por tanto, fue a recibir a su amigo.

— ¿Qué pasó, pendejo? — Así los trataba, ya era una costumbre entre ellos.

Sin embargo, el peruano no respondió, de hecho mientras cerraba la puerta del departamento aún seguía de espaldas al mexicano, era algo muy extraño considerando la efusividad de su amigo cada vez que llegaba a algún lugar.

Wey... ¿Qué pedo? — Dio algunos pasos para acercarse a su amigo con la duda en mente sobre su reciente comportamiento.

Escuchó un sollozo corto y contenido por las manos puestas sobre la boca del pelinegro más bajo; fue ahí cuando el moreno recién llegado volteó para quedar a la vista.

Sus ojos denotaban sorpresa, pero de aquellas que disgustan; sin embargo, lo más irreal eran las lágrimas - aunque por el momento eran pocas- que escurrían por sus mejillas.

Se quedó estático, por unos cortos segundos no sabía que hacer, nunca vio a su amigo de aquella manera y él lo conocía desde hace tantos años.

Marrón sobre dorado, ambas miradas se sostenían con desconcierto una sobre la otra, hasta que Miguel no pudo más y repentinamente cortó la distancia para abrazarse de su amigo y apoyar su rostro en el pecho ajeno.

Se abrazó a él fuertemente mientras, de manera silenciosa, sollozaba por alguna razón que desconocía el más alto, por lo cual éste último aún se mantenía estático en su lugar sin saber exactamente qué hacer, solo se dejó abrazar ahí mismo mientras sus pensamientos era toda una maraña de interrogantes.

Después de unos cuantos minutos en las que el peruano se desahogó en su pecho, el mexicano reaccionó acomodando sus pensamientos para averiguar el porqué de aquello.

— Miguel, ¿Qué ha pasado? — Lo separó suavemente de él para sostenerlo de los hombros y poder preguntarle aquello con total atención.

— Yo... yo... No lo sé. — Su voz era tan suave después del llanto. Ciertamente Miguel decía la verdad debido a que su mirada aún estaba llena de desconcierto.

— ¿Por qué estabas llorando? — Sin embargo volvió a preguntar.

— D-de verdad no lo sé...solo tuve una pequeña charla con Francisco y pues él... — Fue ahí cuando volvía a derramar unas cuantas lágrimas mientras su voz le empezaba a temblar. — estaba extraño, no me quería hablar...por primera vez me calló...yo...yo no sabía que le pasaba, quise ayudarlo, de verdad, pero luego él empezó a decir muchas cosas, cosas... — A la medida que hablaba se le formaba un nudo en la garganta haciendo dolorosa cada palabra que salía de sus labios. — Que...Que yo no era digno de confianza...que no quería hablar conmigo...creo que... No me llegaba a considerar su amigo de verdad cuando él es uno de mis más grandes amigos. — Más lágrimas caían por su rostro y sus palabras ahora eran sollozos. — Yo... yo no sé qué hice mal, yo sí le considero mi amigo, yo le quiero mucho... acaso... ¿Soy tan poco confiable? Yo... ¿Soy un mal amigo? — Su mirada era más penetrante ante la ulterior pregunta, señal de que buscaba respuestas, respuestas ante aquellas preguntas tan desconcertantes. Miguel nunca había sido de los que se deprimen por cualquier cosa, de hecho era de aquellas personas extremadamente positivas, que la mayor parte lo tomaban a broma y de esas personas que eran muy seguras de sí mismas. Lo que acaba de presenciar no era aquello, éste no era su amigo, ¡¿Qué mierda de persona podría haberle hecho dudar de su propio ser a alguien tan amable y jovial como lo era Miguel?!

— ¡Escuchame bien, Miguel! — Hablaba con determinación. — Tú no eres nada de lo que ese bastardo te dijo. Tú eres la persona más amable, alegre en el mundo, eres aquella persona que no se amilana por nada, que ante cualquier adversidad tienes una gran sonrisa y positividad por la cual enfrentarla. — Sus lágrimas pararon, ahora su triste mirada estaba puesta en él para escucharlo con atención. — Eres demasiado amable incluso con quienes no se lo merecen, te preocupas por todos tratando de ayudarles sin recompensa alguna. Eres el mejor amigo y persona que conozco, eres como un ángel en la ayuda de los seres de la tierra, así que no creas nada en lo que te dice ese bastardo, no dudes de ti mismo, no dudes de tu persona. — Poco a poco esa expresión de tristeza iba deshaciendose. — Tú eres mucho más y lo sabes, si esa persona cree lo contrario pues no te merece, no merece esa genial amistad y confidencia que solo tú puedes otorgar.

— Tienes razón. — Después de unos segundos de lo dicho, el más bajo se tranquilizó mostrándole así una pequeña sonrisa amable y tranquila. — Soy mucho más que esto, él no me merece.

— Exacto, y mañana apenas lo veas solo debes mandarlo a la chingada por pendejo, él perdió la mejor amistad que pudo encontrar jamás. — Recalcó, si bien nunca había tratado con el ecuatoriano ahora ya lo odiaba, cualquiera que hacía sufrir a sus seres queridos no merecían clemencia alguna. Era mejor nunca verlo porque sabía muy bien que si se encontraba aunque sea algunos segundos con él, le iba a dar la tremenda putiza de su vida.

— Sí, eso es lo que haré ¡Y qué chingue su madre! — Ambos rieron por lo dicho por el peruano, quien utilizó una de las tantas frases de su mejor amigo.

Estaba feliz, si su amigo era feliz él lo era aún más.

— Muchas gracias, Pedro. — Ambos volvieron a sostenerse la mirada por esos cortos segundos. Unos hermosos y brillosos ojos color miel por esos momentos lo alejaban de pensamiento alguno. — Eres el mejor amigo jamás, te quiero mucho. — Miguel le dedicó una sonrisa tan amable y sincera que lo descolocó al instante.

Miguel nunca se había visto más hermoso en su vida. Recién tomó conciencia de él, de lo perfecto que era su mejor amigo, de los fuertes latidos de su corazón con tan solo apreciar la hermosa escena de su sonrisa.

 Recién tomó conciencia de él, de lo perfecto que era su mejor amigo, de los fuertes latidos de su corazón con tan solo apreciar la hermosa escena de su sonrisa

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Oh no, ya cayó. 😞

Me imagino a Miguelito con esa mentalidad jajajaja

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Me imagino a Miguelito con esa mentalidad jajajaja

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