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Era la primera semana de diciembre, Miguel aún sin saber su promedio en general, pero con la confianza de haber aprobado todos sus cursos ya culminados en esa época del año; entró como si nada -con la llave que tenía del departamento de Francisco- mientras llevaba consigo dos botellas de pisco, y los restantes materiales suficientes para preparar pisco de varios sabores.

Sabía que su novio aún le faltaba una semana para que termine con sus exámenes, mas aún, Miguel quería beber, y pues obviamente sus amigos le echaron de su propio departamento ya que ellos todavía seguían en clases y/o exámenes, así que no dejarían que les arruine el promedio.

Miguel sospechaba que lo hacían por envidia, ya que efectivamente Miguel era el único que terminaba sus exámenes a finales de Noviembre, es decir, desde inicios de diciembre era libre de las ataduras de la universidad.

Es así como, después de no tener a quien molestar, fue con Francisco, ya que éste no lo echaría así nada más. Miguel quería beber sí o sí.

Sin embargo, existía otra razón aún más importante al ir a ese lugar.

— Buenas noches, Fran, ¿Qué haces? — Apenas llegó vio al mencionado viendo una serie de televisión.

Era bueno que no esté estudiando, muy en el fondo no quería interrumpirle sus estudios.

— Miguel...

Francisco susurró sin decir más, el peruano tampoco preguntó.

Inmediatamente sacó todos los ingredientes de la bolsa para empezar a preparar primeramente pisco de maracuyá.

Francisco no le tomó mucha atención, así que tranquilamente decidió seguir viendo su serie.

Después de que Miguel licuara el fruto para luego vertirlo en la mezcla, decidió hablar, más que nada porque se notaba que su novio no prestaba atención alguna al televisor.

— Itzel me habló.

Francisco pareció escucharlo atento, más no dijo nada.

Miguel observó su casi nula reacción por lo mencionado, para luego concentrarse en servir la mezcla en un vaso pequeño.

— Me dijo que la habías alejado. — Tomó todo el contenido del vaso en un solo sorbo.

Francisco seguía sin decir nada de vuelta, se dedicaba a prestar una atención falsa al televisor. Miguel sabía que trataba de evadir el tema.

— Francisco...

— ¿Mn?

— Sé que me escuchas, así que lo diré todo. — Ninguna reacción del mayor. — Itzel está muy devastada porque la has dejado, porque la alejas con palabras frías sin mencionarle el motivo. Es por ello, que ella ha recurrido a mí, porque quiere solucionar el malentendido que hubiere, porque te quiere y se preocupa por ti. — Trató de ser lo más suave posible, tenía qué cuidar muy bien sus palabras en estos casos.

— Es lo mejor. — Dijo tajante, Miguel volvió a servirse la mezcla de pisco en su vaso.

— Francisco... por favor, no puedes decidir siempre qué es lo mejor y qué no lo es por ti mismo.

El mayor no respondió nada, se excusaba en la transmisión de la serie. Miguel suspiró.

— Trata de ponerte en su lugar, ella está desconcertada por lo sucedido, ni siquiera le has dado las razones de tu comportamiento.

Hace algunas horas Itzel le llamó en completa angustia porque Francisco se alejó de ella como si nunca se hubiesen conocido.

Miguel escuchó atentamente todo lo que la menor tuvo por decir, discirniendo entre los sollozos; eso le recordó a él hace algunas semanas. Itzel sufría -aunque en menor medida según él- lo mismo que él había sufrido.

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