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La primera pelea

La noche se hizo presente, Julio hace  cuatro horas había llegado al departamento para volver a irse porque tenía un curso en la noche, así que estaba solo debido a que Pedro aún no volvía de sus prácticas pre-profesionales.

Aún no sabía como decirle lo que pasó en la mañana, esperaba poder evitarlo lo más posible.

Mientras veía una serie de televisión por cable en la pequeña sala, escuchó abrirse y cerrarse la puerta de la entrada del departamento, al parecer ya había regresado su amigo.

— ¡Ugh! ¡Jefe culero! — Vino quejándose su amigo mientras dejaba sus cosas en uno de los sillones.

— ¡Siempre tan amable! — Dijo sarcástico. — Aunque es raro que trabajes hasta tan tarde siendo un día de semana.

— ¡Exacto! — Se volvió a quejar. — ¡No es mi culpa que ayer haya faltado al trabajo sin avisarle!

El peruano rodó los ojos, a veces su amigo era imposible.

— Ajá, tu jefe es un desconsiderado. — Le siguió el juego.

— ¡Es lo que le dije! Sin embargo, ahora por eso me disminuyeron el terrible sueldo de practicante que tenía. Creo que me quejaré de él ante Recursos humanos. — A veces no sabía si realmente lo decía porque lo creía o solo era broma.

Entreabrió ligeramente sus labios en señal de incredulidad.

— ¿En serio?

— Sí, de hecho tú que eres abogado, sirve de algo y ayúdame.

— ¡No soy abogado, aún soy estudiante!, como sea... — Cambió de tema— Deberías ser más responsable con tu carrera.

— Ajá, pero dejemos de hablar de mi asombrosa persona. — Volvió a rodar los ojos. — Más bien dime tú, ¿Qué tal te fue con el bastardo ese?

Justo lo que quería evitar y su amigo lo trae a colación.

— ¿De qué hablas? — Se hizo el desentendido mientras tomaba el control remoto para cambiar los canales.

— De tu amigo, perdón de tu ex-amigo bastardo, ¡Cuéntame el chisme y exagéralo! Con detalles y todo. — Estaba pensando en la mejor manera de responder a sus interrogantes, sin embargo, el mexicano no paraba de hablar y por ende no lo dejaba pensar. — ¿Sufrió? ¡Por favor dime que sufrió, se lo merecía! — Giró su rostro para enfrentarlo y eran de aquellas veces en las que su amigo estaba feliz por la expectación, era increíble la alegría que le producía el sufrimiento ajeno.

Suspiró.

— De hecho...

— ¿De hecho?

— Francisco me pidió qué habláramos...

— Y obviamente tú te negaste, ¿No?— Su emoción inicial ahora era dubitativa.

— Al principio... — Hizo una breve pausa. — estaba molesto, pero él insistió y supe que era hora para decirle que nuestra amistad no iba para más.

— Bien, entiendo.

— Pero después de escuchar sus razones pude saber el porqué de su comportamiento. — Fue ahí cuando notó el ceño fruncido de su amigo así como su reciente molestia, tenía que arreglarlo de alguna manera. — Francisco no es una mala persona, solo es alguien que ha sufrido demasiado en su vida, que ha sido formado así, no es correcto juzgarlo por ello. — No veía cambios en la expresión de molestia de Pedro así que continuó. — Él me pidió disculpas por lo ocurrido, me dijo algunas cuantas cosas sobre su pasado, me pidió una oportunidad para ser una mejor persona... y yo se la di. — Esto último casi lo susurró aún así fue escuchado por el contrario.