¿Cuál es la regla a seguir cuando te enamoras de tu mejor amigo?¿Arriesgarse a realizarlo? o ¿Amarlo en silencio para no romper aquel lazo inquebrantable de hermandad?
Esta es la historia del surgimiento del enamoramiento que Pedro tiene con Miguel...
Después de aquel incidente del supuesto enojo de Francisco, todo fue de manera armoniosa.
Los meses pasaron, el año académico había terminado, lo común.
Sin embargo, aquel día era muy especial para ambos.
Aquel día era la celebración de su aniversario como novios oficiales. Una celebración muy esperada por ellos.
Francisco le invitó a pasar toda una velada juntos en su departamento, no sabía exactamente que le tenía preparado su novio, sin embargo se moría de ganas por descubrirlo, aunque dudaba que se le comparara al regalo que éste le tenía al mayor.
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Cuando llegó al departamento de su novio, éste lo recibió con galanura, amabilidad y ternura, amaba eso de Francisco, él era muy atento y sensible con él, era muy diferente a las personas que conocía, por algo es que en primer lugar se fijó en él y solo en él, creía que era el destino.
Francisco le tenía preparada una velada romántica, su departamento fue decorado para adaptarse al ambiente, la cena se veía y sabía deliciosa, además que añadió una botella de vino tinto para ambos.
Esperaba no emborracharse.
¡Oh, vamos! ¡¿A quién quería engañar?!
¡Se iba a emborrachar!
Ambos estuvieron conversando de una y otra cosa, esa era la facilidad de conversación que tenía con el mayor, podían conversar sobre cualquier cosa, sobre su perfecta relación hasta sobre cosas misteriosas como la de viajes en el tiempo; desde una conversación seria de sus respectivas carreras universitarias, hasta una amena discusión sobre sus personajes de fantasía preferidos.
En definitiva Francisco era único, hecho a su medida.
Ya se estaba dando por terminado aquella cena, donde ahora sólo quedaba un poco más de la mitad del vino que todavía tomaban, cuando el más alto se disculpó un breve momento para ir a traer algo que olvidó.
Francisco regresó con una guitarra.
Inmediatamente el menor se quedó un tanto sorprendido por eso; sin embargo, feliz por lo que sucedería.
— ¿Así que también me cantarás, eh?— Agregó jovial.
Amaba la voz del ecuatoriano, era tan suave, única y perfecta.
— Te mereces lo mejor que pueda ofrecerte, bebé. — Su expresión denotaba inmensa alegría.
— Bueno, esperemos que sea bueno, aunque dudo que supere mi regalo. — Canturreó
Francisco ya sospechaba que el menor no le trajo algo, para empezar no llegó más que con su presencia, aún así se sentía contento de tenerlo allí, a su lado.
Fue en aquel instante donde la melódica voz de Francisco se empezó a escuchar con la primera estrofa de la canción.
Pido por tus besos Por tu ingrata sonrisa Por tus bellas caricias Eres tú mi alegría
