La segunda pelea

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El amanecer llegó, ambos no salieron de la habitación de Francisco hasta las 9 am, durante ese tiempo simplemente se quedaron uno al lado del otro con la mirada fija en la otra después de despertarse.

Después ambos se alistaron y prepararon el desayuno para ellos. No importó lo mucho que sufrieron el día anterior, dejaron el pasado atrás y se dedicaron a conversar cosas superfluas.

Miguel no quería hablar, le daría su tiempo y espacio a Francisco, si él no se sentía listo, no lo presionaría, es más, a Miguel todavía le dolía hablar de eso, de alguna manera él también debía sanarse por los días anteriores.

— Francisco, ya debo irme. — sus palabras eran suaves y acompasadas. Por ese momento pudo ver como el brillo en la mirada de su amado se apagaba.

Ambos yacían aún temerosos de separarse, más aún, Miguel tenía que irse, después de todo, aquél día era uno de semana, las clases continuaban.

Francisco asintió con el movimiento vertical de su cabeza. Sin embargo, ambos aún permanecían junto a la puerta sin poder despedirse.

— Miguel... — Francisco tomó la palabra, el menor se dedicó a observarlo.

El mayor con ambas manos tomó el rostro del adverso para así poder acercarlo al suyo propio. Sin más, tomó sus labios en un corto pero necesitado beso.

— Te amo. —Susurró sobre sus labios sin poder quitarle la mirada.

Miguel con una suave y ligera sonrisa con su mano izquierda tomó la mejilla de Francisco para acariciarla lentamente, con la mirada fija en la del mayor.

— Lo sé, nunca lo dudé. — También susurró con suavidad.

Miguel durante esos días tuvo que luchar con sus propios pensamientos, y a pesar de lo pesimistas que eran, siempre llegaba a la misma conclusión. Francisco lo amaba, y él también lo hacía.

Después de un rato, ambos se despidieron con un beso en la frente de Miguel y con la promesa que se escribirían apenas dejen de estar atareados con sus deberes.

Miguel caminaba lentamente hacia su departamento, en todo el trayecto, todas las escenas ocurridas durante esos días pasaban por su mente.

Él debería sentirse feliz y en paz por haber resuelto su problema con Francisco, no obstante lo único que pasaba por su mente es que si aquello era lo correcto.

Respiró hondo antes de abrir la puerta con su llave, recién en ese momento fue cuando se dio cuenta que no les avisó nada a sus amigos, por lo cual tenía otro problema grande por solucionar

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Respiró hondo antes de abrir la puerta con su llave, recién en ese momento fue cuando se dio cuenta que no les avisó nada a sus amigos, por lo cual tenía otro problema grande por solucionar.

Una vez dentro, el ambiente era lúgubre, como si nunca aquella habitación hubiera tenido alegrías. Sus amigos estaban sentados en el sofá con el semblante caído, con la misma ropa del día anterior, con el cansancio en sus párpados.

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