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¿Ya había pasado?

Habían pasado unas horas después de que Miguel los haya sacado de su habitación, y sólo pasaron algunos minutos en que dejaron de escuchar los llantos de su amigo.

Julio realmente se confundió.

¿Por qué su amigo sufría de esa manera?

¿Francisco le hizo tanto daño?

Nunca, en toda su vida, había visto llorar a Miguel, lo que había visto en la mañana lo desconcertó así como le entristeció.

Miguel era conocido por ser una persona muy alegre, amable, entusiasta, jamás se enojaba o entristecía, verlo de esa manera, había hecho un meollo en sus creencias.

Él no entendía, se suponía que su amigo era feliz al lado de Francisco, se suponía que aquella relación debía fortalecerlo y avivarlo, más ahora solo recordaba lo demacrado que se veía su amigo, el desastre que era llorando en el suelo.

Su corazón se le encogió.

Pedro caminaba y caminaba por el largo del departamento, sus pasos eran bruscos y airosos, también podía escuchar como soltaba maldiciones a cada segundo.

Conocía muy bien al mexicano, aquél podía ser muy divertido y amable a su manera; sin embargo, también podía ser alguien que se enoja con facilidad, así como por su amplio repertorio de palabras soeces.

Casi nunca lo vio realmente molesto, en ese aspecto concordaba con Miguel, ambos nunca se dejaban ver molestos.

Más ahora, Pedro parecía furioso, no le había dedicado alguna sola palabra, simplemente no paraba de caminar con todo el odio que sentía, aquello era algo nuevo para él.

Lo más probable era que Miguel de tanto llorar haya caído en un sueño profundo y cansado, aún le costaba creer que Francisco haya sido el autor de la tristeza de su amigo.

Las interrogantes inundaban su cabeza, Miguel entre todos sus sollozos mencionó a Itzel, ¿Acaso insinuaba que Francisco le engañaba con ella?

Le costaba creer eso, él mismo veía como los tortolos de sus amigos se mostraban, siempre que veía a Francisco y a Miguel juntos, se notaba la atmósfera romántica, aunque en algún punto sí tenía que coincidir con su amigo, ahora que recordaba, últimamente se veía un gran acercamiento entre Itzel y Francisco, ¿Pero aquello evidenciaba de buenas a primeras que le engañaban?

Sea lo que fuere, él siempre apoyaría a Miguel, ante todo él es su mejor amigo, así que por ende quiere lo mejor para él.

— ¡Me chingan todos, voy a llamarlo!

¿No se suponía que no debía hacerlo?

Recordaba que Miguel les había suplicado que no lo hicieran.

— ¡Pedro, no puedes hacer eso!

Como era de esperarse, aquél lo ignoró, y marcó al mencionado.

Inmediatamente sonó la operadora, el celular estaba apagado.

Pedro se quedó mirando con enojo y desconcierto el aparato telefónico en sus manos, Julio también se quedó desconcertado ante ello, aún así no trató de hacer más.

Con el ceño fruncido Pedro volvió a marcar; sin embargo, parecía que esta vez era a una persona diferente.

Nuevamente lo mandaron al buzón de voz.

Aquel celular también se encontraba apagado.

— ¡Me lleva la madre! ¡¿Ambos celulares están apagados?!

Pedro alzó la voz, esperaba que aquello no despierte a Miguel.

Dedujo que Pedro llamó a Francisco y a Itzel, que no hayan contestado también se le hacía raro.