No nos volvamos a ver jamás

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Su corazón se agitaba por la tensión del momento, no sabía lo que resultaría de ello, aún así no podía acorbardarse, no ahora que había llegado hasta allí.

Tomó una respiración profunda antes de soltar cualquier palabra.

- Estoy aquí por ti Francisco. -Dijo determinado, su mirada firme en el mayor. - Has estado tan raro estos días y estoy preocupado por ti.

Un corto silencio surgió del momento, fue casi imperceptible.

- El mensaje fue claro, Miguel, no hay nada más por lo que me debas hablar o buscar. - El mayor se puso de pie mientras tomaba una posición erguida hacia Miguel.

Por fin el menor pudo ver el rostro de Francisco, inmediatamente después de hacerlo se asustó, no porque estuviera demacrado o con largos signos de cansancio, sino porque aquel rostro se veía normal, como siempre lo había visto; sin embargo, su mirada y expresión eran diferentes de las anteriores veces.

Aquella mirada café se veía desprovista de emoción alguna, su expresión en cambio demostraba la molestia de verlo aquí.

Muchos pensamientos pasaron por la mente de Miguel, muchos de ellos eran tan pesimistas que querían ahogar a los pensamientos que lo motivaban a seguir.

- No trates de engañarme, Francisco, yo te conozco incluso más de lo que tú lo haces. - Siguió firme, sabía que si se daba por vencido su mundo decaería.

Francisco no dijo nada, eso fue un pase para que Miguel continuara.

- Sé que tú no eres así, que aquel mensaje no lo querías decir en serio, que tú nunca tomarías aquel camino cobarde de terminarme por mensaje. - Miguel mismo trataba de animarse mentalmente para que sus lágrimas no fluyeran en ese momento, por más fuerte que tratara de ser, aquella situación le seguía doliendo. - En un principio me dolió mucho aquello, pensé que todo había acabado, me sumergí en mi propia miseria sin pensar en los demás, lloré tanto, me lamenté tanto; sin embargo, luego me di cuenta de que algo había pasado; algo tuvo que pasar para que tomaras aquella decisión de improvisto, para que me bloquearas en todos los sentidos, para que te alejaras de mí y de tus amigos. - Mientras iba relatando su día, sus lágrimas contenidas se seguían acumulando, era doloroso pero a la vez satisfactorio sacar aquellos sentimientos que lo aprisionaban. - Entonces dejé de preocuparme por mí, eso era lo último en lo que debería pensar, así que me dediqué a buscarte porque realmente algo te debió pasar para que actues de esa manera, no estabas en tu casa ni en la universidad, aquello solo confirmó mi suposición.

Miguel hizo una corta pausa.

- Más ahora ya estoy aquí, para consolarte y ayudarte por cualquier cosa que te esté atormentando, lo que fuere, siempre te apoyaré y lo sabes. - No despegaba la vista de su amado. - Francisco, me tienes a mí, no tienes por qué huir de lo que tenemos, la cosa que sea, sabes que te comprenderé. - Concluyó lo más suave que pudo para conciliar al mayor.

El viento corría suavemente, los rayos del sol alumbraban con mayor intensidad, el sonido de los autos que pasaban por la carretera se hacía presente en aquel silencio alargado por ambos.

El sonido de una risa sarcástica quebró aquel momento.

- ¿Tuviste que inventarte todo eso para calmarte a ti mismo? - Cada palabra pronunciada era fría y cortante, tan desalmada como el que las decía.

- Fran...- Miguel no podía creer lo que escuchaba y miraba.

- Miguel, no me importa en qué clase de fantasía estés viviendo, lo único importante es que entiendas que ya se terminó todo y que no me busques más. - Hablaba con tanto convencimiento que hacía dudar a Miguel.

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