🌲 Q U I N C E | F I N G I R 🌲

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"Es mejor fingir que no quieres a nadie, antes que te traten como débil"

Axel.

Ese día ella se sentía mejor. No supo si era porque era un día nuevo o por lo que había ocurrido la noche anterior con aquel hombre tan duro en su cuarto, la había puesto de mejor humor.

Lo que si sabía Ariel ahora es que tendría una clase de literatura, por lo que se encontraba en su taquilla con la cabeza metida dentro para poder descubrir donde había metido su libro de dicha asignatura.

Fue cuando en ese instante, sintió que alguien movía la puerta de su taquilla y movió su cabeza para observar quien era. Su corazón se paró y ese joven tan guapo estaba al lado de ella, casi, casi pudiendo oler ese perfume que tanto se solía poner desde que le empezó a gustar desde hacía años.

—H-hola... —murmuró ella nerviosa y Matt sonrió, dejando ver un poco sus dientes blancos perfectos.

Movió un poco su pelo hacia atrás, ese cabello rubio y Ariel le faltaba el aire.

—Hola, eres Ariel, ¿verdad?

Con eso bastó para que Ariel le faltara el aire y el sofoco le empezara a entrar a pesar de que el otoño ya había llegado. Sintió que esa chaqueta azul marino que siempre se ponía, le sobraba y tragó saliva mientras miraba hacia todos lados, esperando que no fuese un sueño.

—Si, si. —Se apresuró a decir y una sonrisa apareció en sus labios.

Ese día se había dejado el cabello suelto, por lo que se agradeció a sí misma que no tuviese tiempo para hacerse una de esas coletas que tanto le gustabas. Se supo un mechón de pelo detrás de su oreja y el joven que había delante de ella, ese mister perfecto, se metía una mano en su bolsillo consiguiendo que nuestra protagonista observara sin quererlo ese pequeño bulto que estaba en su pantalón. Claro, que su nula experiencia con hombre a pesar de sus dieciocho años era más que evidente cuando significaba mirar a ciertos sitios.

—Me he fijado que vas a la misma clase de primer año de carrera que mi hermana —habló él con una sonrisa y ella se aclaró la garganta, nerviosa y sin saber que decir.

Ella no solía relacionarse demasiado con los compañeros de clase, pero sabía a la perfección quien era su hermana y sin duda se parecía todo a él. Aunque era la típica que se solía meter en la vida de los demás e incluso reírse de las desgracias ajenas.

Ariel siempre vio a ese joven distinto, pero las apariencias engañaban y ella lo sabía, pero su inocencia esperaba que fuese distinto a su hermana.

—Oh, si... —No supo que más decir, por lo que él siguió hablando.

—Está semana jugamos un partido importante, por si te quieres venir —dijo, poniendo una mano en la taquilla y ella se puso nerviosa.

¿De verdad ese hombre le estaba invitando a un partido? No sabía de deportes, pero por él se aprendería de memoria todos los jugadores de la historia del fútbol.

Pero de pronto, cuando ella iba a responder, alguien puso su brazo sobre los hombros de ella y ese olor a tierra inundó sus fosas nasales.

—Lo siento, ese día hemos quedado mi novia y yo. —Le respondió Axel a Matt, sintiendo Ariel vergüenza y a la vez extrañeza porque ese hombre hiciera eso.

—Oh, vaya... No sabía que tuvieses novio —habló con sorpresa Matt y Ariel no supo que decir.

—Posiblemente no te diste de cuenta con esa cara de modelo que llevas —respondió de nuevo Axel, levantando una ceja y sin mover su brazo de los hombros de la mujer que estaba al lado de él.

Ariel le faltaba el aire y sentía como los dos jóvenes se miraban entre ellos como si hubiese rivalidad, como si fuese una competición de quien la tenía más grande y ella fuese la jueza. Sus manos sudaban y, cuando Matt se marchó, quiso darle un buen bofetón a ese joven que estuvo en su cuarto anoche.

—¿Pero que haces? —preguntó levantando un poco la voz una vez el joven que le gustaba se había marchado.

—Salvarte. —Le dijo sin más, retirando su mano de su hombro y ella se puso colorada como un tomate y no precisamente por timidez, todo lo contrario.

—Me había pedido que fuese al partido, no me estaba pidiendo un riñón.

—Ese tío solo quiere meterse en tus bragas, nena. —Le susurró y luego se llevó la mano en el bolsillo sin retirar la vista de ella, mientras que Ariel sacaba su libro de literatura con rabia y luego cerró la taquilla con fuerza.

Bueno, con lo que pudo...

—Él no es así. —Le defendió y comenzó a caminar por el pasillo —. Y no me llames nena.

—No lo conoces. No es la primera vez que se ha acostado con una tía y luego se marcha, como si nada hubiese pasado. ¿Quieres que te rompa el corazón? —preguntó él sin alejarse de ella.

—¿Lo mismo que haces tú?

—Al menos yo no las dejo tiradas —dijo sin más y ella ahogó un grito.

—Yo sé defenderme, no necesito un príncipe que me diga lo que tengo o no que hacer...

Él se rió y no de burla, sino por como lo había llamado y negó con la cabeza, pero no la corrigió.

—No soy ningún príncipe, Ariel. Pero te advierto que ese tío no sabe darle orgasmos a ninguna mujer.

—Ah, ¿y tú si? —pregunto con ironía Ariel y cada vez que caminaba su pelo se esparcía como cortinas, consiguiendo que ese olor tan único se impregnase en el olfato de él, sintiendo unas increíbles ganas de tomar su cabello y oler mejor, pero simplemente siguió hablando, agarrando su antebrazo como hizo varios días atrás y pegó sus labios en el oído de Ariel.

—Yo te volvería loca con solo utilizar los dedos.

Tragó saliva Ariel, sintiendo de nuevo ese ardor allí abajo y luego negó con la cabeza para dejarlo atrás mientras que él se quedó con una sonrisa en la cara con picardía y contaba los pasos que daba esa chiquilla pelirroja de su misma edad.

Y decidió dar el golpe final.

—¡Además, nunca te fíes de un tío que la tiene pequeña, nena! —gritó Axel, refiriéndose a Matt y haciendo girar a todos los estudiantes que habían a su alrededor.

No era la primera vez que las mujeres hablaban en voz alta y lo decían, todas lo decían y los rumores caminan, tanto que todo el lugar sabía como era el tamaño de Matt, menos Ariel, hasta ahora.

Ariel ni siquiera se giró, solo se quedó parada en el pasillo, con las mejillas sonrojadas de la vergüenza y luego caminó con rapidez dejando atrás a ese hombre que cada día sentía cosas ardientes cada vez que lo escuchaba decir cosas poco delicadas.

Malquerencia: Parte I [+18] ✔️ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora