🌲 V E I N T E | P E R D Ó N A M E 🌲

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"Supe desde el primer momento que las cosas no siempre eran lo que parecían ser"

Ariel.

Los días siguientes a lo sucedido en aquella clase, pasaron con normalidad para todos, excepto para ellos.

Ariel seguía sin dirigirle la palabra a Axel, mientras que él solo deseaba hablar con ella. Todas las clases que tenían juntos se sentaron uno al lado del otro, pero sin hablar. Aún así el comportamiento físico era demasiado para los dos, había algo más que tensión... Había atracción sexual y demasiada.

Cuatro días después, cuando ya era jueves por la noche, Ariel se encontraba de nuevo en su cuarto, observando su móvil distraída. Estaba aburrida y su abuela estaba viendo la televisión. Le había dicho a su nieta que no se preocupase por ella y que descansara ya. Todos los días la cuidaba y cuando Ariel se marchaba a clase ella sabía cuidarse sola, pero había momentos en los que no tenía demasiada fuerza para valerse por sí misma y el dolor aparecía como ya era costumbre.

Esa noche, Ariel estaba cansada, cansada de Axel y de no entender nada de lo que le ocurría a ese joven. No entendía porqué se comportaba como un ogro y luego como si fuese un hombre dulce con ella. No lo entendía y eso la ponía nerviosa.

¿Le había dolido lo que le hizo? Mucho, se había burlado de ella completamente y eso la enfadó y la disgustó, millones de sentimientos tuvo en ese momento. Pero algo extraño pasaba a medida que pasaban los días y no lo comprendió absolutamente. No se comprendió a sí misma.

Tres toques se escucharon en su ventana, consiguiendo que levantase la cabeza de su almohada y viese de nuevo a aquel joven fuera de su habitación. Su corazón empezó a latir más fuerte que nunca y sus labios se entreabrieron al ver a Axel allí, con el frío y en un sitio peligroso como esperar fuera de su ventana.

Dejó su móvil sobre su escritorio y se dirigió hacia su ventana. No supo porqué decidió abrirle, pero lo hizo y él entró sin más.

Ariel no fue capaz de observar otro lado, sino en el rostro de aquel hombre y se preguntó como sería sin aquellos piercings, pero en el fondo le gustaba verlo con eso... Lo hacía distinto a otros hombres de su clase y le gustaba. Y cuando pensó en eso se asustó en haber escuchado de su mente que le gustaba eso de él.

Su pelo oscuro y algo largo era lizo, y esos ojos marrones duros eran dulces en ese momento. Él había deseado verla de aquella manera y hablar con Ariel para pedirle disculpas por su comportamiento la otra vez.

Y ahí estaba de nuevo, a altas horas de la noche en el cuarto de aquella mujer y no para acostarse con ella, sino para pedirle perdón.

Axel no quizo comenzar con ninguna ñoñería y rompió el hielo de la forma que solo él sabía hacerlo.

—Empieza a ser una costumbre esto, nena.

Su sonría consiguió que algo en el estómago de Ariel revoloteara y tocó su estómago con rareza, agradeciéndose a sí misma que tuviese un pijama más adecuado que la otra vez.

—¿Qué haces aquí? Mi abuela está despierta en la planta de abajo... —susurró un poco cabreada, pero él movió los hombros.

Llevaba esa chaqueta de cuero que siempre se ponía, esa que conseguía ver aquellos músculos bien definidos de él y esa ropa oscura y algo estrecha que se solía poner Axel. Lo hacía verse ardiente de aquella manera y eso hacía sentir a nuestra protagonista de una manera que nunca le ocurría.

Axel no retiró su mirada de la de ella y es que verla con aquel pijama, aunque la hiciera taparse un poco más, conseguía dejar muchas cosas a la imaginación y eso, en el fondo, le hacía tener ganas de hacérselo en esa misma cama. Pero sacudió la cabeza de un lado al otro, para alejar esos pensamientos de su cerebro y volvió a clavar su mirada sobre la de Ariel.

—Siento lo del otro día... —murmuró. —Fui un gilipollas por como me burlé de ti y no te merecías eso. No debería haberte juzgado de aquella manera... —dijo y no supo donde poner sus manos, le temblaban y temía que aquella mujer lo echase para no saber más nada de él.

Esperó a que ella dijera algo más, y esperó y esperó.

—Axel, si te perdono volverás a ser el mismo gilipollas de siempre.

—¿Vas a estar enfadada conmigo toda la vida? —preguntó y luego se mordió la lengua por lo que acababa de decirle.

Ariel solo negó con la cabeza.

—Yo nunca te he juzgado, ni lo voy a hacer... Pero, ¿cómo voy a perdonarte que te burlases de... mi virginidad? ¿De mí? —dijo por lo bajo esas últimas palabras que se avergonzaba decir.

Axel solo tenía oídos para ella y se quedó callado mientras buscaba una respuesta digna para esa joven. Era cierto, ella nunca lo había juzgado a pesar de las pintas que solía tener. Le gustaba su estilo y le daba igual lo que pensara la gente de él, pero debía ser realista y era cierto que muchos lo juzgaban por vestirse y ser así.

La miró de una manera que nunca antes había echo y sonrió por primera vez, no por burla... Sino por algo más que no supo descifrar.

—Perdóname. Lo que hice, lo que dije... Estuvo fuera de lugar. —Le respondió con verdad —. Siento lo que te dije del oral y de burlarme de ti... De verdad que me arrepiento por eso —insistió, sintiéndose desgraciado si esa joven lo seguía ignorando. Y entonces se le ocurrió algo que sorprendió a los dos—. Mañana ven a la noche al restaurante. Cenemos juntos y podrás hacerme todas las preguntas que quieras... Y si te burlas de mí prometo aceptarlo.

Y ella, en vez de decir algo, tan solo asintió en respuesta dejando en el aire muchas cosas.

Malquerencia: Parte I [+18] ✔️ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora